La Alegoría del Alma – Capítulo 4: Hermano y hermana

Escrito por Maru

Asesorado por Grainne

Editado por Sharon


Un poco cansada, fui a mi habitación con la intención de irme a dormir lo más pronto posible. Pasé el día con padre y madre en el jardín mientras hablábamos de cosas más apacibles, apartando los acontecimientos de los últimos tiempos, y observando desde lejos cómo estaban yendo las primeras lecciones de Eirian con la magia.

Ese día, no fue hasta la cena que lo vimos aparecer, con evidente agotamiento en su rostro, pareciera más mental que físico. Su maestra, quien comería con nosotros de ahora en adelante, lo acompañó, y he de decir que se veía fresca y sonriente, a diferencia de mi hermano.

Durante la cena los adultos tomaron su propio rumbo de conversación y, aunque probablemente esa esfera de información sería la que más me interesaba, no sería lógico intentar formar parte de ella viéndome como una simple niña. Y ello me recordó que no debía llamar la atención de forma innecesaria. Por el contrario, decidí prestarle atención a Eirian, pero éste parecía tener la mente tan cansada que después de darle charla un rato, preferí dejarlo tranquilo con su cena.

Al final, habiendo terminado primero, me atreví a preguntar si podía retirarme para descansar. En realidad, aunque no había hecho demasiado, el estrés latente que arrastraba estaba haciendo mella en mi pequeño cuerpo.

Será mejor que a partir de ahora me calme un poco. No es necesario estar en guardia. A partir de ahora, mis padres se encargarán de Eirian, me dije mientras alcanzaba la puerta de mi habitación.

Tras cambiarme rápidamente a mi suave camisón para dormir, agarré un cuaderno y entré en la cama. Antes de dormir quería leer una vez más lo que había ido escribiendo desde que recuperé mis recuerdos. Pensé que lo mejor sería escribir en algún sitio a modo de bosquejo los problemas que tenía que concentrarme en resolver de aquí a unos años. Evidentemente, sabía que dicho cuaderno no debía ser visto por nadie, y en el fondo lo mejor sería deshacerse de él… y lo haría, cuando tuviera un plan sólido que llevar a cabo para cada cosa.

Por el momento, y a nivel personal, consideraba resuelto mi futuro familiar destruido. Con el amor de mis padres por su hijo, con unos sirvientes que habían arropado a su señorito sin temor, y con una hermana no problemática, lo único que podría afectar a Eirian eran los factores más externos a esta enorme casa. Y seguramente nuestros padres se encargarían de ello con facilidad.

Además, su maestra, Katarina Ascarf, se veía como una persona magnánima que haría de mi hermano un gran mago.

Sé que en un futuro lo será… Pude verlo yo misma, me recordé con sentimientos contradictorios.

La imagen de un joven se apareció en mi mente. Podría decir que era alguien dotado de gran belleza, pero había algo en su interior que, más que hacerte suspirar de deseo, te haría estremecer de miedo. Unos ojos extraños, envolventes y hermosos, cual llamas ardiendo, te consumían con la mirada, una mirada llena de rencor, de odio y que ansiaba venganza.

Cerré los ojos con tristeza y me mordí el labio, culpable y también temerosa.

Espero no tener que ver esa expresión en su rostro de nuevo… Ni siquiera en sueños.

Queriendo apartar ese tema de mi mente, desvié la mirada al cuaderno y taché el problema familiar. Con cansancio, miré el resto de la lista, tanto aquello que se relacionaba conmigo como los que tenía que evitar a toda costa, ya que eran mi objetivo principal. De nada serviría arreglar mis errores y desgracias si al final todo acababa sumido en el caos de nuevo.

Analítica, valoré un poco las posibilidades. Con mi edad física actual, lo más probable era que tuviera que esperar hasta que pudiera moverme con libertad para ciertas cosas sin que mis padres o los sirvientes se me echasen encima. Por ahora puedo comenzar estudiando sobre varios temas que podrían servirme para mis propósitos.

Por otro lado, el resto de mis problemas más personales… Sinceramente, confiaba que al haber cambiado nuestra situación familiar eso afectase también a esos sucesos. Nuestra vida social había sido seriamente tocada por este evento, así que esperaba que fuera lo suficientemente efectivo para que el resto de eventos no ocurrieran.

De todas formas, debería intentar convencer a padre de aprender defensa personal, por si acaso… pensé mientras varios recuerdos dolorosos acudían a mi memoria.

En ese momento, alguien llamó a la puerta con suavidad. Guardando silencio, sin saber bien si debía fingir que estaba dormida o no, una voz infantil se oyó desde fuera.

—Eileen, ¿estás despierta?

Sorprendida, parpadeé un par de veces. ¿Qué habría llevado a mi hermano mayor a llamar a mi puerta? Extrañada, pero interesada, conteste:

—Aún estoy despierta. Pasa —le permití mientras escondía el cuaderno bajo el colchón.

Sin apenas hacer ruido, Eirian abrió y cerró la puerta luego de entrar. Por su forma de actuar imaginaba que también lo habrían mandado a dormir. Embutido en su pijama, se dirigió hacia mi cama con rapidez. Sus ojos denotaban cansancio pero también un deje de emoción y alegría.

Haciéndole un gesto, lo invité a sentarse a mi lado.

—¿Qué ocurre? —pregunté, comenzando así a indagar—. ¿No puedes dormir?

—Más bien… quería hablar —suspiró ya sentado a mi lado en el cabecero—. Hoy tenía muchas cosas en mi cabeza… Y creo que no te presté la atención necesaria en la cena —me sonrió a modo de disculpa.

—Se te veía muy cansado. Es normal. Debió ser duro.

—Fue agotador, sí —coincidió—. Pero la maestra Katarina es bastante comprensiva. Aunque ya me ha quedado bastante claro que no va a ser blanda conmigo.

—Pero eso está bien. Creo que llegarás a ser un mago espléndido —lo animé.

—No sé si quiero serlo —suspiró—. En verdad me gustaría volver a ser un niño normal.

Con una sonrisa que intentaba ser comprensiva miré a mi hermano, que parecía algo triste. Sabía que decir algo como “No pasaba nada”, o “No tenía importancia” no sería lo correcto. Porque no era real. Ambos sabíamos perfectamente qué significaba ser un mago y las consecuencias que se derivaban de ello. Si le decía que estaba bien, no me creería.

—Sé que no puedo imaginar por lo que estás pasando —comencé a decir, sincerándome—, y creo que debe ser muy duro para ti. Pero —le cogí una mano—, quiero que sepas que estaremos a tu lado apoyándote. No vamos a dejarte solo en esto.

—Gracias —contestó, con una mirada mucho más limpia—. Creo que me sentiría perdido sin vosotros.

—Tuviste que pasar mucho miedo por nuestra reacción —imaginé, recordando su expresión asustada, y su distanciamiento hacia nosotros—. Eso me recuerda, ¿desde cuándo fuiste consciente de tus poderes? ¿Puede ser desde que intentaste distanciarte de nosotros? —aventuré.

—Sí. Más o menos.

—Eso es bastante tiempo —respondí sorprendida. Aunque ya me lo imaginaba, ese periodo de tiempo se extendió por más de medio año, lo cual, bajo mi punto de vista, era increíble. Esconder esos poderes por tanto tiempo… Cuánto autocontrol—. ¿Cómo… lo hiciste?

Me miró un poco sorprendido. En realidad, era la primera vez que le preguntaba directamente por su condición y cómo se sentía sobre ello. En los días sucesivos al accidente, había decidido apartar ese tema de mi mente para no hacerle sentir más ansioso de lo que estuvo. Pero ahora que nuestra vida parecía estabilizarse y que su formación y futuro se hacían más claros, pensé que era una buena oportunidad para hablar de esos temas. Desconocía si había hablado de esto con mis padres, o si le gustaría hablar de ello para empezar, pero mi curiosidad se impuso un poco esta vez.

—Bueno… no fue fácil —desvió un poco la mirada; se hacía perceptiva su dualidad y nerviosismo sobre si debería hablar del tema. Suspirando para mis adentros, pensé que sería mejor cambiar de tema, pero sorprendentemente él comenzó a hablar—. Fue después de esa terrible fiebre que tuve. ¿Te acuerdas?

Sí, lo recordaba porque todos anduvimos muy preocupados; Eirian nunca había tenido unas fiebres tan grandes. Recordaba verlo sufrir con terribles dolores las veces que conseguía colarme en su habitación sin que nadie lo supiera. Muy preocupada, intentaba darle ánimos mientras me contenía las ganas de llorar al verlo tan postrado en la cama…

Los médicos estuvieron muy preocupados por su estado, ya que no encontraban ninguna causa para los síntomas; así que estuvimos en vilo durante una semana… hasta que de repente, la fiebre cedió y su estado regresó a la normalidad.

Nunca encontraron la causa, pero como se recuperó tan satisfactoriamente… no se le dio más importancia después.

—Sí, claro que me acuerdo —respondí—. Estuvimos muy preocupados en ese entonces.

—Ya… la verdad es que me sentí morir —dejó soltar el aire e hizo una mueca—. Unos días después, mientras intentaba resolver unos problemas matemáticos, al sentirme frustrado por atascarme en uno, acabé lanzando la pluma al aire. Solo que no solo voló la pluma… Una bola de fuego se estrelló contra el techo. Al principio aluciné —sonrió intentando ocultar la tristeza de sus ojos—. Y cuando vi los ojos… bueno. Me sentí enloquecer —hizo una pausa—. Al final, tras unas horas en las que intenté negarlo de mil formas, acepté la realidad. Sentí que todo se venía abajo. Aunque seamos niños, desde pequeños nos enseñan lo que es un mago y lo que significa ser uno de ellos. No quería ser odiado, ni temido, no quería abandonar a mi familia. Así que pensé en ocultarlo —ladeó la cabeza y sonrió un poco, pensativo—. Tardé bastante en conseguir disimular estos ojos. Al parecer, si eres capaz de encerrar al máximo el poder en tu interior tus ojos pueden volver a su estado original. Pero es un proceso agotador y muy inestable… Por eso decidí alejarme de los que me rodeaban, al menos hasta que fuera capaz de controlarlo un poco mejor. O eso pensé.

Con el corazón en un puño, escuché la historia de mi hermano, sus sentimientos, sus miedos, sus pensamientos. Viéndolo hablar y poner ese tipo de expresiones, alejadas de la cara normal de cualquier niño, me rompía el alma. La tristeza y frustración de su mirada; su voz infantil pero con un deje de adultez en cada palabra… ¿Cuánto había tenido que soportar él solo? La ansiedad, el temor de ser descubierto y juzgado, la incertidumbre de ser capaz de controlarse, de no herir a nadie… Mi hermano se vio obligado a crecer en el momento en que su vida se quebró de esa forma.

Sintiéndome impotente, apreté un poco la mano que aún sostenía.

—No quise haceros sentir tan mal cuando me aislé de todos —continuó, un poco ansioso—. En mi mente me decía que solo era algo temporal, que conseguiría dominarlo… Para eso practicaba todos los días. Odiaba ver tu expresión herida por mi actitud. Yo solo deseaba ser normal, continuar las cosas como antes. Supongo que al final era un pensamiento infantil —suspiró—. El día de tu cumpleaños, tenía muchas emociones acumulándose. Cuando comenzamos a discutir… sentí la necesidad de escapar, de calmarme para evitar hacer cualquier cosa de la que pudiera arrepentirme. Pero al final… —suspiró de nuevo—, acabaste herida. Yo… lo siento tanto por eso…

—¡No digas eso! —exclamé, sintiendo las lágrimas acumulándose en mis ojos—. Yo soy la que debería disculparse. Te hice daño con esas palabras. En ese momento solo quería que me miraras, no me importaba cómo. Solo quería que volteases a verme —me mordí el labio, gestionando mi frustración—. Fui cruel e injusta. No sabía por lo que estabas pasando. Debiste pasar tanto miedo que yo… lo siento tanto…

Una lágrima descendió por mi mejilla inevitablemente. Oír hablar a Eirian de cómo se sintió esos días me hacía sentir tan dolida, tan enfadada porque se viese obligado a ocultarlo, de temer las represalias. Me sentía tan frustrada porque la sociedad fuese tan cruel… Eirian no era una persona mala, solo era un niño que quería continuar con su vida. ¡Era lo más normal del mundo! Mordiéndome hasta sangrar, las lágrimas siguieron fluyendo en silencio.

La mano de Eirian, que se había acercado sin percatarme, me secó las lágrimas mientras hacía una pequeña sonrisa triste.

—Eileen, no llores…

—Es porque es tan injusto… —lo interrumpí—. No es justo que tuvieras que verte obligado a hacer eso. No es justo que a los magos os traten así solo por serlo. Tú no eres nadie malo. Eres el mejor niño que conozco. ¡No puedes ser nadie malo! —exclamé, dirigiéndome tanto a la sociedad como a mí misma.

—Gracias… —contestó este poco tiempo después, con los ojos vidriosos.

En un impulso, lo abracé con fuerza, al que él respondió con más energía.

—Aunque todos dijeran que eres un monstruo, nosotros estaremos ahí para ti. Siempre nos tendrás como tu familia —le prometí de corazón—. No dejaré que te hagan daño.

—De repente pareces ser la hermana mayor —dijo con una pequeña risa, con la voz un poco temblorosa.

—Yo también tengo que crecer si quiero protegerte. Aunque padre no quiera. —contesté riéndome también un poco—. Además, en un futuro quiero alardear de tener el mejor hermano del mundo.

—Creo que estoy bastante lejos de ser eso —rio un poco.

—Para nada —me deshice del abrazo para mirarle a los ojos—. Creo que eres el mejor. Por pensar tanto en mí… aun habiendo sido mala contigo.

Al decir eso, miró hacia mi brazo izquierdo y acarició con suavidad la base de la cicatriz que aún estaba terminando de curar.

—Tú saliste perdiendo al final —dijo con tristeza.

—¿Qué es una pequeña cicatriz comparado con lo tuyo? —dije, poniendo los ojos en blanco.

—Puede que eso afecte a tu futuro… ya sabes que las imperfecciones no son bien vistas por…

—Como si me importara —lo corté.

Sabía muy bien a qué se refería. Cuando se llegaba a mi edad, los niños de la clase alta podrían comenzar buscar un posible esposo para sus hijas, buscando así buenos acuerdos matrimoniales que ayudarían a ensalzar cada casa. En ese momento, muchas cosas se tenían en cuenta a la hora de elegir un pretendiente: la clase social, el poder familiar y su historia, la educación, la belleza… El poseer algún tipo de imperfección en el cuerpo corría en tu contra. En un tiempo pasado, esa cicatriz me molestó mucho y siempre traté de esconderla, pero ahora no podía importarme menos. Si con algo tan simple como eso podía echar para atrás a pretendientes estúpidos, bienvenido sea.

Sin embargo, por experiencia propia sabía que algo como eso careció de importancia en el pasado… Esperaba que en este tiempo tuviese otras barreras de protección más efectivas.

—Ya sabes, ahora hemos podido observar cómo es en realidad el ambiente que nos rodea —bufé—. La gente es muy interesada e hipócrita. Padre me dijo que cuando nuestra situación se termine de estabilizar y todos vean que nuestro poder familiar sigue en pie, volverán a interesarse. Al igual que padre no va a permitir tener víboras a su alrededor, yo no voy a dejar que se me comprometa con alguien que no apruebe.

—Eileen… ¿de verdad no te diste un golpe en la cabeza muy grande? —preguntó anonadado mientras me tocaba la cabeza—. Te gustaba imaginar tu futuro de ensueño.

—¡No! —exclamé haciéndome la ofendida, pero incapaz de aguantar la risa, la cual se contagió a mi hermano—. Creo que hay cosas mucho más importantes que eso —dije después, mostrándole una sonrisa torcida, recordando cuando imaginaba esas cosas. Ser una princesa, vivir una vida feliz al lado de un esposo apuesto y que me amase… Cuán diferente resultó ser la realidad—. Eso solo suceden en los cuentos. Prefiero aprovechar mi tiempo en otras cosas, como estudiar, ayudar a padre y madre o verte progresar en tus habilidades.

—Creo que sí te diste un gol… —se calló al verme entrecerrar los ojos a modo de advertencia—. Bueno —carraspeó—, en el fondo no puedo decir que no lo comprenda. Pero no sería extraño que de aquí a un futuro te dijeran que te comprometen…

—A ti también podrían —ataqué—. Tú eres mayor, tú vas primero.

—Eileen, ¿quién iba a querer casarse conmigo? —puso los ojos en blanco, como si fuera algo obvio.

—No veo por qué no. Una mujer que te rechazase simplemente porque eres un mago solo te haría saber que es estúpida —hice un mohín—. No te devalúes por algo como eso.

—Eileen, soy consciente de que la mayoría no son como vosotros. Padre, madre, el servicio y tú… Soy muy afortunado de tenerlos. Pero eso no creo que se extienda al resto.

—Ah… —suspiré. En el fondo no podía discutirlo, aunque no estaba de acuerdo del todo—. Si hay gente como nuestros padres y quienes trabajan en esta gran mansión, también los habrá fuera —le cogí las manos—. Estoy segura de ello. —sonreí—. Bueno, y de todas formas, serás mi seguro. Si no te casas tú primero, me niego a desposarme con alguien, mucho menos sin amor. —reí.

—Vas a quedarte soltera de por vida.

—Entonces me casaré contigo —bromee.

—Definitivamente te golpeaste la cabeza —sonrió, divertido.

—Deja de meterte conmigo —dije lanzándole un cojín—. Si nadie puede ver la maravillosa persona que es mi hermano, seré yo quien lo aprecie.

—Entonces debería ir pensando en la boda —contestó haciéndose el serio.

—Confía un poco más en ti mismo —le lancé otro de los cojines de la cama y me puse en pie sobre ella—. Vas a ser el hombre por el que las damas suspiren. Lo visualizo en el futuro —recité.

—Oh, vamos —suspiró, bajándose un poco del buen ambiente que había conseguido crear—. No digas tonterías, Eileen. Con la magia, con el estigma, con estos ojos… no.

Miré al niño, que ahora volvía a verse deprimido y resignado. Una pequeña punzada de dolor se alojó en mi corazón. Ahora que se había abierto un poco más a mí, podía ver la línea oscura que nadaba en sus pupilas, haciéndome saber que, aunque sonriera, su corazón aún se veía inseguro y con temor. El futuro debía parecerle lejano, desconocido, difícil. Hablar cosas como su físico, su estatus, su trabajo… tal vez me había dejado llevar demasiado por la emoción del momento.

Pero lo que había dicho era cierto. Desde que vi que había buenas personas como mis padres o nuestro servicio, desde que vi a su maestra Katarina tan digna y poderosa… Desde que vi que había una oportunidad, tuve la esperanza de que su vida pudiera ser buena. Aún lo pensaba. Existía la posibilidad, ¿verdad? No estaba pensando en cosas imposibles. Sin embargo, solo el tiempo me daría la contestación a mi respuesta.

Lo único que sí sabía era una cosa.

—A mí me gustan —dije finalmente. Levantando su barbilla para que pudiera mirarme directamente, le sonreí con toda mi alma—. Tus ojos. Me parecen los más bonitos que he visto jamás—. Él abrió bastante los ojos, sorprendido—. Puede que algunos digan que son feos, que son la señal de un poder demoníaco, pero para mí… Son tan luminosos, tan únicos y expresivos… Parecieran el mismo fuego que corre en tu interior. Son… preciosos —sonreí de nuevo, absorbida por las llamas de sus pupilas.

Noté que me sonrojaba un poco cuando terminé de hablar. Era la primera vez que decía algo como eso. Había dicho mis verdaderos sentimientos con facilidad, pero ahora me parecía un poco vergonzoso.

Ya en mi vida anterior sentía una atracción intensa hacia esos ojos. Miedo, odio, rabia… pero también curiosidad. Ese calor que desprendían, la forma en que me miraban antes de que nos separáramos… Esa mirada ardiente, poderosa y penetrante… Desde el principio la vi hermosa, aunque no quisiera admitirlo. Incluso cuando tuvimos aquel encuentro muchos años después, aunque en su mirada había un odio que haría temblar a cualquiera, la belleza que poseían aún me atraía.

—Después de oír algo como eso no se ve tan horrible… —dijo mi hermano sonrojándose un poco.

Sonreí un poco más por su reacción. Se veía tan dulce sonrojado… solo me daban más ganas de abrazarlo y protegerlo. Dejándome llevar por mis deseos, me dejé caer sobre su hombro para sentir su calor.

Tengo que lograr que este niño sea un gran hombre. Ya apunta a que lo será, pensé con un poco menos de peso en mi corazón.

Se sentía tan bien la atmósfera en ese momento… Ojalá hubiera tenido esto antes. Ojalá hubiera sabido apreciarlo. Cuando lo recordaba, no podía más que maldecirme a mí misma de nuevo.

Pero ahora tenía una nueva oportunidad. Eso me repetía a cada vez. Particularmente no me importaba no casarme, no me importaba acabar viviendo sola en algún lugar tranquilo. No quería riquezas, ni fama, ni siquiera quería amor. Solo quería darles a quienes hice daño la vida que se merecían, una vida donde yo no molestara. Solo quería que fueran felices. Y yo solo quería al final una vida tranquila.

Y para eso, tenía que trabajar muy duro. Para lograr mis verdaderos objetivos necesitaría mucho, mucho trabajo. Tendría que prepararme muy bien.

—Tal vez debería replantearme eso de la boda —dijo Eirian con una media sonrisa.

Por alguna razón, la intensidad y la franqueza de su mirada me hizo sonrojar. Esa mirada no se parecía en nada a la de un niño.

—Tal vez —respondí bajando la mirada.

—Oh, ¿por qué tienes esto aquí? —preguntó de repente, sacándome de mi vergüenza.

Levantando la mirada para ver el motivo de su pregunta, vi que sujetaba un peluche de un lobo que me habían regalado mis padres hacía un tiempo. Me sonrojé al momento al verlo.

—Es… porque duermo con él. Necesito dormir abrazada a algo —expliqué con vergüenza en la voz—. Me calma bastante.

—¿Calmarte? —su mirada se volvió ansiosa—. ¿Necesitas esto desde que te herí?

—¿Qué? ¡No! —exclamé cuando me percaté de cómo estaba malentendiendo la situación—. No es por nada de eso. Es desde antes —suspiré—. Más bien es una costumbre mía, pero como se puede ver infantil no se lo dije a nadie.

Era una verdad a medias. Era cierto que el dormir con el peluche no tenía nada que ver con el accidente, pero no era cierto que durmiese con él previo a éste. Desde esa pesadilla, la ansiedad me recorría cuando llegaba la noche, asustada por si volvía a repetirse… como ya había pasado alguna vez desde entonces. Escenas de mi pasado, demonios que me recriminaban los males que había ocasionado, la mirada culpable de Eirian…

Encontré en el peluche una forma de disminuir un poco ese estrés al sentirme un poco más arropada al abrazar algo.  Tal vez fuera una actitud un poco infantil, pero por ahora funcionaba bastante bien.

—¿Duermes mal por la noche? —preguntó.

—A veces —ladee la cabeza—. Pero de verdad que no tiene nada que ver con el accidente. Es solo… una forma de sentirme un poco más segura.

—¿Le temes a la oscuridad o algo así?

—No exactamente… solo llevo un tiempo teniendo pesadillas —dije, alargando en mi relato el tiempo de comienzo de esos sueños—. Supongo que se irán en un tiempo pero… —suspiré—. Me gusta tener cerca algo. Es un poco tonto.

—No creo que lo sea… supongo que es más normal de lo que uno piensa —sonrió un poco—. En el fondo aún tienes facetas de niña.

Me reí un poco ante eso. Supongo que sin el contexto real sí podría considerarse un miedo típico de la infancia… más que algo parecido a estrés postraumático o algo así.

Espero que esta noche no me despierte sobresaltada de nuevo… suspiré para mis adentros.

—Si alguna vez pasas mucho miedo o algo así puedes ir a buscarme.

—No… Eso sería problemático para ti —rechacé.

—Entonces debería simplemente pasarme por aquí de vez en cuando —sonrió con picardía—. Decidido. Hoy pasaré la noche aquí contigo.

—¿Qué? —debí poner una cara graciosa, porque Eirian comenzó a reírse—. No, no. Debes dormir en tu habitación y yo en la mía.

—Oh, vamos. Déjame mimar un poco a mi hermana pequeña —me revolvió el pelo—. No puedes mostrarme tu faceta genial siempre.

—No actúo genial…

—Llevas semanas haciéndolo —sonrió—. Creo que es la primera vez que te veo actuar más linda.

—Linda… —Puse los ojos en blanco—. A lo mejor no fui yo quien se golpeó la cabeza…

—En cualquier caso, no voy a irme.

La decisión en sus ojos me decía que no iba a hacerle cambiar de opinión. Exhalé y me reí un poco. Qué cosas le pasaban a este niño por la cabeza… Si nos vieran los sirvientes a la mañana siguiente cuando nos despertaran podían pensar que era extraño o que era algo tierno. Aunque vistos los sucesos de los últimos días, el que resultase extraño se alejaba de las posibilidades.

Y tampoco es que fuera malo que durmiéramos juntos. Se supone que éramos hermanos. Y se veía con esa cara tan lindo…

Ah, me rindo.

—Supongo que no pasará nada —consentí al final—. Entonces, Eirian será la primera persona con la que duerma, ¿eh? —sonreí.

—Bueno, supongo que sí —se encogió de hombros.

—De hecho, creo que deberíamos dormir. Si no, mañana estaremos cansados… Además, ¿no se suponía que tenías sueño antes?

—Me desperté un poco, supongo —sonrió, mientras se metía entre las sábanas.

Con una sonrisa torcida, miré al niño que ahora, habiendo dejado las conversaciones serias atrás, se le veía más como lo que debía ser: un niño. Se me enternecía el corazón viéndolo así. Ah… tenía que proteger esa sonrisa, tenía que verlo crecer y transformarse en un gran hombre.

—Voy a apagar la luz —avisé antes de meterme a la cama con él.

—Si tienes una pesadilla, abrázame fuerte, ¿vale? —me dijo una vez estuvimos recostados uno al lado del otro.

—Está bien —accedí con una pequeña sonrisa, invisible en la oscuridad.

Aun entonces, nuestra conversación se sucedió un rato más, esta vez, hablando de cosas más triviales, más alegres, más típicas de niños. De alguna forma, sentí con ello que mi corazón se aligeraba. tenía ganas de reír y de esperar un nuevo día con energía.

Hacía tanto tiempo que no sentía eso que internamente, agradecí a mi hermano, que ya comenzaba a quedarse dormido. Tal vez, él no era el único que estaba siendo salvado esos días.

—Tú sí que eres genial, Eirian —susurré, antes de entregarme al mundo de los sueños.

4 respuestas a «La Alegoría del Alma – Capítulo 4: Hermano y hermana»

  1. Estoy sucio, totalmente corrompido estuve pensando en incesto todo el capitulo, me doy asco a mi mismo, pero aun así estoy seguro que No parare pronto.

    1. Noooooooooo… ¿Por qué todos me los queréis shipear? Jajajaja. Mi asesora, mi editora, ¡mis lectores! Aunque es mi culpa por hacer a Eirian demasiado adorable.

      1. Mira deja me darte mi muy humilde opinión aquí el problema principal es que te dejaste llevar, entiendo que se supone que es amor fraternal y ella solo esta bromeando pero lo hiciste subir demasiado ese amor fraternal ya esta comenzando a parecer incesto,

        1. Realmente no. Conozco muchos hermanos con relaciones muy estrechas, y este solo es un caso más. Teniendo en cuenta además la edad de Eirian y la real de Eileen, no hay nada de incesto por ningún sitio. Bajo mi perspectiva me parece muy muy muy extraño que se diga algo de eso.
          Será que en realidad tengo un alma pura xD

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