Escrito por Polly
Asesorado por Grainne
Editado por Shiro
No podía creer que estaba yendo al palacio de nuevo después de todo lo que ocurrió, aunque podía adivinar por el gesto torcido del duque que él tampoco se encontraba emocionado con la idea de que yo volviera a pisar ese lugar, pero una invitación de los reyes no podía simplemente ignorarse.
—Padre, no estoy seguro sobre esto.
La expresión de George era como ver un reflejo perfecto del rostro serio del duque. Sentados uno frente al otro en el carruaje daba un efecto de espejo impresionante, y ambos parecían estar pensando lo mismo. Ninguno me quería ver de nuevo en la mansión real, lo que era muy tierno porque se estaban preocupando por mí, pero en realidad no tenía tiempo para poder disfrutar de este triunfo porque sólo podía pensar que tampoco quería ir.
—Papá, ¿no podíamos quedarnos en casa? —Con un suave puchero, y en mi último intento por evitar presentarme frente a la familia real, apoyé mi cabeza en el brazo de mi padre y traté de poner mi mejor cara de cachorrito. Pero mi ternura fue un ataque sin efecto, o si dio resultado mi padre era muy bueno ocultándolo tras su inexpresiva cara.
—No, la reina pidió específicamente que fueras hoy a verla en el palacio, tu maestra debió enseñarte que sería una descortesía no asistir.
Me salió el tiro por la culata, porque eso sonó como una especie de suave regaño, pero de igual manera su cálida mano apoyada en mi hombro se sintió agradable. Quizás estaba intentando consolarme, aunque sus ojos estaban perdidos en el camino.
—De acuerdo, padre, lo lamento. Me portaré bien frente a la reina.
—Tú no hiciste nada malo desde un principio, boba, así que deja de andar disculpándote.
—Tu hermano tiene razón, eres una Maquielo, compórtate con el orgullo de uno.
No sé si quieren que sea cortés con la realeza o me comporte como una niña soberbia…
Mi familia es tan innecesariamente complicada.
El carruaje se movió ligeramente cuando los caballos comenzaron a detenerse, era como si se inclinara hacia los lados, y el metal con la madera crujió ligeramente antes de que Francis abriera la puerta para nosotros.
—Hemos llegado, mis señores, señorita.
Francis estaba de regreso con nosotros, su vista estaba baja y apenas hablaba lo necesario.
Bueno, así era desde antes.
Aún estaba pagando por lo que me había sucedido en la fiesta, aunque yo creía que él no podría haber hecho mucho, amenazó a una niña de linaje y eso le pudo haber costado muy caro.
Estaba segura de que él no merecía el castigo que mi padre y Ronan le habían puesto. Por lo que usé todo mi arsenal para lograr que ellos retiraran el castigo, permitiendo que mi guardaespaldas volviera a mi lado. Aunque el duque miraba con hostilidad al joven caballero cada vez que podía, quería dejar muy en claro que había perdido su confianza.
—Ven, Roxanne. —Ignorando la mano que mi caballero estiraba hacia mí para ayudarme a bajar del carruaje, mi padre me cargó en sus brazos para sostenerme contra su pecho y continuar su paso.
Pobre, Francis, no se merece este trato.
—Papi… ¿estás enfadado con Francis? Él me cuidó mucho, fue esa niña mala la que provocó todo…
—Tú no tienes que pensar en eso, Roxanne, lo que yo piense es asunto mío. Si esa niña te hizo algo fue porque tu guardaespaldas falló en su tarea.
Con cuidado lo abracé por el cuello, apoyando mi cabello rubio en su hombro para poder acurrucarme y así intentar calmar los tensos nervios de Frederick.
Yo sentía como si tuviera el hueso de un durazno atravesando mi pecho, no quiero estar aquí, no quiero presentarme frente a la familia real. ¿Era mucho pedir que me dejaran quedarme en la casa y hornear galletas junto con Kath?
—Por aquí, señores, Su Majestad los está esperando en el salón del té —dijo un viejo mayordomo que estaba allí parado frente a la entrada para poder recibirnos. Su bigote estaba cuidadosamente recortado y sus ojos cerrados me hacían preguntarme cómo hacía para ver.
A paso lento, nos guió dentro del palacio, sin tanto movimiento de personas podía admirar mejor la magnífica arquitectura del lugar. Todos los muebles, los cuadros, decoraciones… Incluso el piso se veía de más valor que todo lo que yo hubiera tenido en mi antigua vida.
—Su Majestad, el duque Maquielo y sus hijos han llegado —dijo el mayordomo, abriéndonos una puerta.
Pude ver a la reina sentada frente a una hermosa mesa cuidadosamente adornada con flores y una delicada vajilla de una delicada porcelana, además de los más apetitosos postres que pudiera haber imaginado.
—Me alegra mucho el poder recibirlos de nuevo.
—Es un honor haber recibido su invitación, Su Majestad —dijo mi padre, quien lentamente me bajó para poder hacer una elegante reverencia frente a la reina, gesto que mi hermano también imitó. Yo por mi parte tomé con cuidado los pliegues de mi vestido para estirarlo, reverenciando como una señorita.
—Señorita Roxanne, estaba esperando poder verla de nuevo. Deseaba disculparme por el terrible momento que tuvo que pasar en mi reunión. Espero sepa perdonarme. —La mujer me miraba con un gesto de arrepentimiento, aunque sonreía con levedad, podía notar por sus ojos levemente bajos y sus cejas ligeramente fruncidas que estaba arrepentida por lo sucedido, seguramente como madre debía comprender cómo mi familia debía sentirse, o al menos cómo una familia normal debía sentirse ante una situación tan desagradable.
Miré a mi padre un momento y él me devolvió la mirada con un suave asentimiento de su cabeza, permitiéndome hablar.
—Su Majestad no tuvo que ver con lo que ocurrió, por favor, no pida disculpas. Yo… en verdad estuve triste pero fue porque le hablaron de mala manera a mi amiga, pero mi hermano mayor y Francis me defendieron. —Traté de hablar lo más infantil y tiernamente posible, necesitaba que la reina pudiera verme como una niña inocente que se preocupaba más por otros que por ella misma. No tanto por mí, sólo no deseaba causarle más problemas a mi familia, además, también me enojaba cada vez que recordaba a esas secuaces hablarle de mala manera a Kalie.
—Lo comprendo, personalmente he enviado una carta a las familias de las señoritas. Quiero que sepas que estoy decepcionada de sus actitudes, sobre todo de la forma de actuar de mi sobrina Verónica. Ella es un poco mayor que tú, sin embargo, puedo ver que eres más madura, pequeña Roxanne.
—No, Su Majestad, no soy madura. Sólo… mi padre y mis hermanos me han enseñado desde muy pequeña y quiero hacerlos sentir orgullosos.
Por el rabillo de mi ojo pude ver una sonrisa en el rostro de George y una leve mueca en el de mi padre.
Se resiste a sonreír… Hay que ver a este hombre.
—Pues, estoy feliz de tenerlos aquí, y me gustaría que me acompañaran con una taza de té.
—Estamos honrados por su invitación y la aceptamos, Su Majestad. —Mi padre por fin volvió a hablar a medida que hacía una suave reverencia.
Pronto los sirvientes corrieron las sillas para que nos sentáramos, por supuesto, mi padre me ayudó primero a subir a la mía y la acomodó sin dejar que otro sirviente lo hiciera. La reina debió notar esto porque nos miraba con una sonrisa llena de ternura.
Las damas de vestidos negros comenzaron a servir tazas de té para nosotros, también me dejaron una taza de leche tibia frente mío junto a la de mi té. Los aromas dulces empezaron a mezclarse frente mío, el suave aroma a menta era tan relajante, además, me hacía recordar un poco mis días en la universidad cuando empecé a hacer combinaciones de hierbas para crear infusiones.
Descubrí que tengo una terrible alergia a la hierba limón.
—Espero que no les moleste, pero mi hijo nos acompañará luego de que termine su clase de equitación.
—No será problema, es un honor reunirse con el príncipe Maximillian —murmuró mi padre con su tono de empresario, totalmente formal frente a la reina.
¡¿Qué?!
Sentí como una fresa se atravesaba en mi garganta, haciéndome toser con fuerza. Fue una asfixia leve, pues rápidamente logré liberarme, pero tanto mi padre como mi hermano se levantaron alarmados de sus sillas.
—¿Se encuentra bien? Tráiganle agua, de inmediato. —Las órdenes de la reina se escucharon mientras que el duque me tomaba en brazos, frotando mi espalda con su amplia mano para chequear que estuviera bien.
—Perdón, creo que me ahogué con una fresa, padre…
—No te disculpes… ¿Te lastimó? ¿Te duele la garganta?
—No, padre. Estoy bien, muchas gracias… —Sonreí para calmar a mi padre, pero él sólo se sentó colocando mi silla más cerca de la de él, mientras que George aún me miraba alarmado y la reina con cierta preocupación en sus ojos. Fue entonces cuando el mayordomo se acercó a Su Majestad, aclarándose la garganta un momento.
—El príncipe Maximillian ha llegado.
Al anunciar al príncipe, la atención de todos se desvió, la mía también. Pensar en él logró ponerme los cabellos de punta, pero en verdad era un niño muy lindo y cuando entró a la sala estaba más que deslumbrante con su ropa de montura, sin siquiera una sola gota de sudor y ningún cabello fuera de lugar. Era la imagen de la perfección.
¿Eh…? ¿Mi corazón se aceleró?
—Maximillian, me alegra ver que has decidido unirte a nosotros para el té. —La mujer sonrió ligeramente mientras se llevaba una taza a los labios y hacía un pequeño gesto mientras se giraba a ver a mi padre, esperando quizás que su hijo saludara a la segunda persona de más poder de la mesa.
—Es un placer estar aquí, madre. Duque Maquielo, también estoy honrado de conocerlo en persona. —Llevándose una mano al pecho, el príncipe se inclinó frente al duque, quien sólo se puso de pie frente al muchacho. Ambos se miraron fijo, como analizando sus gestos, pero ninguno revelaba sus pensamientos.
—Opino igual. Lamento no haber podido conocerlo en la fiesta de su madre. —De igual manera mi padre saludó al príncipe antes de volver a tomar asiento, con su gesto impoluto, totalmente opuesto a mi estado de hiperventilación mientras observaba al joven.
Pude ver sus pequeños hombros encogerse ligeramente cuando mi padre mencionó el evento pasado, y los ojos del niño se encontraron por un momento con los míos antes de mover el rostro a un lado. Parecía incómodo con mi presencia.
Yo debería ser la que se siente incómoda aquí.
—Padre, mira, tienen un jardín con azaleas. —Traté de desviar la atención con un comentario tierno e infantil. Debió funcionar porque la reina me miraba con una sonrisa.
—¿Te gustan las plantas, pequeña?
—Sí, Su Majestad, me gustan mucho… También me gusta preparar regalos para mi padre y mis hermanos.
—¿Regalos? ¿En serio? Cuéntame, ¿qué clases de regalos preparas? —me preguntó con curiosidad.
—No es nada importante, Su Majestad, sólo… uso unas hierbas de casa para hacer… algunos aceites que tienen bonito aroma.
—Suena encantador, me encantaría que visitaras mi jardín, así me preparas un regalo…
Era mi oportunidad para poder salir de ese lugar, para poder alejarme de esa situación incómoda y de la intensa mirada de ese niño.
—Me encantaría, Su Majestad, si usted y mi padre me lo permiten me gustaría salir ahora… Quizás… encuentre algunas flores para prepararle ahora mismo un obsequio.
—Qué maravillosa idea, que una sirvienta te acompañe para que recorras el jardín y tomes las plantas que gustes. Claro, si el duque no tiene problema con ello.
Me giré para poder ver a mi padre, sus ojos me demostraban que no estaba muy contento con la idea de que me fuera a recorrer. Quizás tenía aún dudas después de mi incidente en la fiesta.
—Madre, yo la acompañaré por los jardines
Como si tuviese un cuello de robot, muy lentamente me moví para ver al príncipe sin poder creer en sus palabras.
No… no… no.
—¡Pero qué excelente idea, Maximillian! ¿Qué opina, señorita Roxanne?
—Estaría honrada, Su Majestad. —Sonreí de manera forzada.
Maldición.
Oh, pobre Roxanne, mientras menos quiere ver al príncipe más se lo encuentra ksksk
La reina está en «modo casamentera» aún así el príncipe no la tenga fácil. Pobre Roxane ! XD muchas gracias por el capítulo ❤
Para mi que la reina quiere ir de casamentera jajajaja
Oh, Roxanne entiende mientras más quieras evitar a una persona, más te lo terminarás encontrando y mucho más terminarás en situaciones con esa persona. Es una ley universal.
En este momento tengo unas ganas de no encontrarme a Chris Evans que no te imaginas