El Rey Demonio y la Bella Villana – Capítulo 6: Segundo reinicio

Escrito por Noah

Asesorado por Grainne

Editado por Michi


El silencio se prolongó en aquel mundo artificial tras aquellas palabras, al punto que se podía oír las respiraciones de ambos seres que se encontraban allí. El rey demonio no quitó su mirada de la mujer (la diosa Lucna, como se había presentado) frente a él, mientras sus pensamientos se arremolinaban en su mente tratando de hallar sentido a lo dicho por ella. Pronto, el azabache frunció el ceño hacia la diosa Lucna y habló por fin.

—¿Qué quieres decir con un reinicio de una historia?

—¿Conoces el término de una historia? —el rey demonio no respondió. —Es la narración de sucesos y acontecimientos protagonizados por un actor principal. Este actor principal lleva el nombre de protagonista y junto a este se hallan los personajes secundarios que auxilian en el desarrollo de la narración de la trama. Asimismo, estos actores siguen un guión establecido para completar la historia narrada. Por su parte, el guión es el esquema de la historia que incluye de forma determinada cómo esta se desarrollara en toda su trama. Ahora, no estoy enfatizando en totalidad de los elementos que conforman una historia. No es necesario por ahora —sonrió la diosa. —En cuanto al reinicio, es cuando un proceso vuelve a iniciar desde un punto específico o desde el principio mismo, independientemente si terminó o se encuentre en su pleno desarrollo. Esta regresa todo a su lugar de inicio como si nada hubiera pasado.

Un escalofrío recorrió el cuerpo del rey demonio al escuchar esa frase. Miró fijamente a la diosa, mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho esperando que ella continuara con su explicación.

—Actualmente, los mortales se hallan recitando un guión establecido de una historia. Una obra puesta en escena donde cada actor, inconsciente de su papel, actúa hasta su culminación. Una historia de amor, conspiración y tragedia que se repite una y otra vez como un ciclo perpetuo.

—¿Pero por qué se da estos reinicios? —preguntó el rey demonio, miró a la diosa y estrechó sus ojos. —¡Ustedes…! ¡Ustedes están detrás de esto!

—Solo somos espectadores de lo que haga.

El rey demonio frunció el ceño ante su respuesta. Trató de pensar en quién podría causar tal anomalía y perturbar el orden natural. Debía ser algo muy poderoso…

—Ahda es el único dios y ser que conozco que puede causar esto —expresó tras unos minutos y miró a la diosa para confirmar su suposición. — Je, pero si la vieja bruja es la causante de esto, no deberían detenerla ya. Va en contra de sus principios del orden, ¿no? Esto debe ser problemático para muchos de los suyos… en especial para ti. De todos, eres la que debe parecerte más problemática, ¿no es así, diosa?

—El destino siempre se cumple, rey demonio —sonrió de forma tranquila. —Solo han cambiado el escenario, eso no afecta que la historia continúe a su final predestinado.

—Tsk, supongo que no debí esperar que mostraras más emociones por esto. A ustedes nunca les importo realmente lo que sucediera con el mundo —dijo chasqueando su lengua. —Aun así, no tiene sentido todo esto. ¿Por qué esa vieja se arriesgaría a alterar el orden natural? ¿No está exponiendo al mundo a una influencia que no puede soportar? Aunque puede que por fin se haya vuelto senil esa vieja bruja, ja… porque solo un tonto haría esto. ¿No hay nada que valga la pena por el riesgo…?

Se quedó en silencio al escuchar sus propias palabras. El rey demonio bajó su mirada, mientras pasaba sus dedos (con una ligera caricia) por sus labios y barbilla, pensando con detenimiento. Lentamente fue colocando sus pensamientos en orden y una suposición se desarrolló, tomando la forma de un rostro familiar que se halló una vez entre los humanos.

—Esa chica… la que fue ejecutada en ese… reinicio. ¿Ahda está tratando de salvar a su hija? —rápidamente frunció el ceño ante el pensamiento. —No, eso no puede ser… La doncella sagrada no pudo haber vivido más de 350 años. Aun si es la hija de una diosa, ella era humana…

—Adela, la hija mortal de madre, está muerta —afirmó la diosa.

—Entonces es una descendiente…

—No, ella es Adela —añadió, recibiendo una mirada confundida del azabache. —A cumplido el ciclo de Hella y ha renacido.

—¿Ciclo de Hella?

—Hella, la diosa de la muerte, lleva a todas las almas a su reino; donde los purifica en la fuente de Lete y luego les permite regresar al mundo terrenal bajo la guía de Ahda —inició Lucna. —Esas almas reciben el nombre de reencarnaciones. No todos las reencarnaciones tienen su vieja apariencia y solo en ocasiones excepcionales, muy raras, mantienen sus recuerdos de su antigua vida… aunque no es muy saludable para sus mentes —se encogió los hombros de manera fría. —Pero las reencarnaciones suelen mantener ciertas similitudes a sus viejas personalidades… —miró al rey demonio. —Ella es su reencarnación.

—Entonces, es realmente ella… la misma mujer que me selló —murmuró el rey demonio, recibiendo simplemente una sonrisa de Lucna. Pronto empezó a reír y una siniestra sonrisa se dibujó en sus labios. — Jajaja… es realmente ella. ¡Ja! Esa vieja ha enloquecido. ¡Arriesgar todo por salvarla, no me hagas reír! Esa es la acción más tonta que he oído —se burló cínicamente.

Ahora todo tenía sentido, aquella mujer era la hija de Ahda. El avatar de su enemiga y la única conexión de Ahda con el mundo mortal. Pero… ¿por qué los humanos no la reconocieron como la doncella sagrada?, se recordó el rey demonio al pensar en el comportamiento de los humanos de la ejecución.

—Ahora que sabes qué sucede, rey demonio, ¿qué harás? —preguntó la diosa, atrayendo la atención del azabache.

—No es de tu incumbencia, diosa —respondió el niño encaminándose hacia la salida. Tenía la información que necesitaba y solo debía usarla correctamente.

—Mmm… supongo que irás por ella —dijo la diosa apoyando su rostro en su palma.

El rey demonio se detuvo en seco. Con un movimiento lento, se volteó hacia ella, tratando de no revelar la tensión de su cuerpo ante sus palabras. Lucna sonrió sin tomarle importancia y continuó hablando.

—No te preocupes, no interfiero en lo que ya está determinado —sonrió tomando un libro bicolor entre sus manos. —Solo tengo curiosidad por quién tomarás.

—No comprendo… la pregunta —murmuró el azabache, tratando de leer a la diosa.

Ella volvió a sonreír. Inició a mecerse en su mecedora, causando un quejido en la mimbre por su movimiento, para luego decir:

—¿Cuál de las bendecidas por madre necesitas? ¿O tomarás a las dos? Porque si fuera así, tendré que intervenir —su expresión se tornó fría y molesta por unos segundos para luego regresar a su rostro amable y apacible. — Después de todo, solo puedes tomar a una joven en el momento escogido.

—¿Dos doncellas…? —murmuró, recordando a la humana de aquella vez. —Esa mujer, ¿es también la doncella?

—La esencia divina no es algo que un mortal tenga de forma natural. En especial, si pertenece a la diosa de la vida, Ahda —explicó. —Después de todo, los rasgos divinos solo los cargan aquellos que no son simples mortales —añadió alzando su mano para tocar uno de sus ojos plateados.

El rey demonio se quedó en silencio, meditando en lo que había dicho Lucna. Había dos mujeres que podía ser el sacrificio que necesitaban, pero solo podía tomar a una y si la amenaza anterior indicaba algo, podría no tener una segunda oportunidad si se equivocara.

Qué molestia, chasqueó la lengua. Miró a Lucna, quien había colocado su atención en el libro que leía, aunque lo más probable era que ella supiera lo que pensaba. Quizás me dé más información si la interrogo, pensó el azabache.

—¿Cuál es la diferencia entre las dos?

—Una es la que quieres y la otra es la que necesitas.

Se quedaron en silencio. El rey demonio suspiró molesto, aguantando el deseo de gritar; realmente eso no era lo que esperaba.

—¿Hay otra diferencia? —gruñó irritado.

—Ellas tienen solo un título cada una.

Muy bien, no servía nada preguntar. El rey demonio masajeó su sien, mientras inhalaba profundamente para luego exhalar el aire en un suspiro. Miró de reojo a Lucna, que seguía manteniendo su sonrisa enigmática (¡maldita engreída!), causando un gruñido de su parte. El rey demonio cruzó sus brazos sobre su pecho al instante, mientras refunfuñaba algunas cosas sobre ella.

Pronto, Lucna se levantó y caminó hacia él, causando que el azabache volviera a tensar su cuerpo y no le quitara la mirada de encima.

—Veo que te encuentras en un dilema —dijo la diosa, empezando a caminar alrededor del rey demonio con pasos ligeros y lentos, como si fuese una araña lista para enredar a su presa en su telaraña. —Una elección, dos opciones… y solo una oportunidad. Pero para escoger sabiamente necesitas información. ¿Pero cómo conseguirla? —se detuvo frente a él. —Te propongo una solución, rey demonio: forma parte del elenco. Se uno de los personajes de esta historia.

—¿De qué hablas?

—Veras, como un personaje del elenco podrías observar de forma más personal el guión que rige esta historia y descubrir lo que necesitas. Después de todo, la doncella sagrada es la protagonista de la historia. Nuestra heroína…

—Ja, no me hagas reír. ¿Por qué me ayudarías? ¡Soy un monstruo! ¡Las criaturas que los tuyos abandonaron y maldijeron por adaptarse al cambio! ¡A la propia existencia del miasma!

Ella mantuvo su sonrisa sin inmutarse.

—Simplemente alisto a los personajes para dar inicio al primer acto. Ah~, no me mires así —dijo ante la mirada de desconfianza del rey demonio. —Solo soy una simple dramaturga que tiene el simple deseo de ver el desarrollo de la obra puesta en escena, nada más.

El rey demonio resopló cuando la escuchó y estrechó sus ojos rojos con desconfianza. Está mintiendo… Esa diosa tiene algo entre manos. Pero por ahora no puedo enfrentarla, no con esta forma. Es mejor que me vaya…, pensó el niño.

—No necesito tu compasión, diosa, lo haré por mi cuenta —exclamó y dio una media vuelta para irse de allí.

Trató de abrir la puerta; pero esta no cedía. No. Él era quien no se movía. Todos los músculos de su cuerpo se encontraban completamente inmóviles y sin importar cuanto luchará para moverse, no lo lograba. Se regañó mentalmente por su descuido, no debió quitarle la mirada de encima.

—¿No has sentido que algo está mal con el mundo a tu alrededor…? ¿Qué, además del reinicio, hay algo que parece ya… establecido? —inició la diosa mirando al monstruo frente a ella. —Lo has sentido, ¿cierto? Aquella sensación de actuar bajo un guión establecido. Un diálogo con las mismas frases. Emociones que se reflejan ante las situaciones que vuelves a vivir… Todo esto lo has vivido, rey demonio.

—¿Qué …?

La diosa no le permitió hablar cuando en ese momento alzó sus manos como si jalara unos hilos invisibles de ellas. Al instante, el cuerpo del rey demonio reaccionó y giró sobre sus talones colocándose en posición firme frente a Lucna. El monstruo gruñó; sin embargo, Lucna solo se rio suavemente por su acción y siguió hablando.

—Todos están forzados a seguir este guión, incluso tú… —miró al azabache —no estas exento de ello. Solo eres uno de los muchos personajes que se presentan en esta obra, rey demonio —exclamó para luego contraer lentamente sus dedos hasta que cerró sus manos y las bajó.

El rey demonio respiró de forma pesada, mientras sentía como sus músculos se relajaban torpemente. Movió un poco su cuerpo, verificando si realmente había recuperado su movilidad y luego miró a Lucna con enojo; sin embargo, no la atacó y en su lugar simplemente expresó entre dientes:

—¿Qué quieres que juegue, diosa?

—Nada difícil, solo un papel secundario. Estarás en primera fila para ver actuar a los actores principales y aunque no puedes alterar los actos, te dejaré influenciar en el desenlace final —sonrío. —Solo debes seguir las reglas.

—Ja, gracioso, eso no es una contradicción a los que dijiste, diosa ¿Por qué me permitirías cambiar el destino? Dime qué ganas con eso.

—¿Quién sabe? —sonrió tranquilamente. —Simplemente, es la mejor opción. No puedo permitir que destruyas la obra… No en su primer acto —expresó.

El rey demonio apretó su mandíbula con irritación. Tenía ganas de gritar y romper algo, pero sería algo ilógico e irracional; además, que actuaría como un cachorro humano y no se rebajaría a eso. Respiró profundamente y cruzó los brazos sobre su pecho apartando de forma ligera su mirada de la diosa, manteniéndola vigilada por el rabillo del ojo (no confiaba en ella), mientras pensaba en qué hacer.

Era claro que Lucna no le permitiría salir de allí sino aceptaba su propuesta y aunque le molestara admitirlo (realmente lo odiaba), no sabía qué hacer. Necesitaba a la doncella sagrada y la joya para el ritual, pero si existía dos probabilidades y solo una era la que necesitaba, tendría que averiguar a cual secuestrar. Además estaban los reinicios…

Si es verdad lo que dice sobre los reinicios, necesitare descubrir cómo detenerlos antes de poder sacrificar a la doncella sagrada… sino todo volverá a reiniciarse, meditó el rey demonio. Dirigió su mirada hacia Lucna, notando cómo ella se había vuelto a sentar en su mecedora.

Observó como el suave movimiento de la mecedora era acompañada por el tarareó de la diosa, quien se hallaba tranquila en su asiento con la vista cerrada, mientras mantenía sobre su regazo aquel libro bicolor. Pronto, ella abrió sus ojos plateados, deteniendo el movimiento de la mecedora, y le sonrió.

—¿Has decidido? —preguntó Lucna.

El rey demonio inhaló profundamente para luego exhalar el aire en un suspiro cansado y la miró a los ojos, respondiendo:

—Bien, lo haré… ¿Cuáles son tus reglas?

—Son simples —dijo levantándose de su asiento. —Puedes improvisar y alterar el desenlace a través de tus decisiones; es decir, puedes contrarrestar el destino utilizando de forma inteligente tus acciones y conocimiento de la obra. Pero… — agravó su voz y lo miró alos ojos —no puedes interrumpir la historia, esta siempre debe culminar.

—¿Interrumpir la historia? Diosa, me miras por debajo; claramente me asegurare que termine tu querida obra de forma divertida —dijo burlonamente. — Además, ¿cómo podría yo interrumpir la historia si solo estoy siguiendo tus palabras, diosa?

—Matando a alguno de los personajes, especialmente si es importante en la trama… Revelar cosas que no debes…

Lucna se paró frente a él, revelando la clara diferencia de alturas. Pronto, la diosa acercó su rostro hacia el azabache hasta estar solo centímetros de él, manteniendo una mirada intimidante.

—O tomar a la joven que necesitas antes que termine la obra —se enderezó dando unos pasos lejos del rey demonio, mientras ignoraba la mirada furiosa de este.

El joven azabache se mantuvo en silencio, apretando su mandíbula para evitar protestar. Respiró profundamente y se repitió a si mismo obedecer por ahora. Aunque no pudo evitar gruñir entre dientes al ver como Lucna simplemente le sonreía.

—Bien, diosa, di cual es mi papel.

—Antes de hacerlo. Te entregaré dos obsequios importantes —inició tomando una hebra plateada de su largo cabello —Por favor, dame tu mano.

—¿Para qué? —expresó con una mirada de desconfianza.

—Es necesaria para entregar uno de mis obsequios —sonrió la diosa. —Tu mano, por favor.

El rey demonio vaciló por unos minutos, pero al final alzó lentamente su mano derecha hacia ella. Lucna la tomó y enrolló en uno de los dedos del azabache su cabello, al instante que terminó la hebra plateada se convirtió en un anillo de plata.

—¿Ah? ¿Qué es esto? —cuestionó el rey demonio, observado el extraño y simple anillo.

—Una forma para encontrarme cuando necesites información, rey demonio. Considéralo como una llave a mi biblioteca —sonrió Lucna.

—Hmph, supongo que será útil…

—Y mi segundo obsequio será un nombre.

Ante las palabras de la diosa, el rey demonio la miró sorprendido. Tal acción era inesperada; incluso si hubo dioses que dieron nombres (títulos) a monstruos anteriormente, seguía siendo un evento raro. Más aún si se consideraba un segundo nombre, algo que no había sucedido nunca. La diosa se rio ligeramente ante su expresión y añadió:

—Si quieres infiltrarte entre los mortales, necesitarás un nombre humano.

—¿Me darás un segundo nombre?

—Sí —afirmó. —Has aceptado mi propuesta y por ello debo nombrarte para crear tu papel. No te preocupes, no contradecirá tu primer nombre —lo miró de forma solemne y expresó. —Tu nombre será Maō. El rey demonio Maō.

El azabache articuló el nombre varias veces, pronunciando cada sonido de forma simple y curiosa. Ese era su nombre… aquel que sería reconocido tanto por humanos y dioses, sus despreciables enemigos. Cómo ahora era reconocido.

Una extraña emoción llenó su pecho al identificarse con su nombre, causando que esbozara una sonrisa torcida sobre su infantil rostro. Qué divertido, pensó el rey demonio… No, pensó Maō (se recordó alegremente), y miró a Lucna.

—Y bien, dime mi papel.

—Es uno simple, rey demonio Maō. Serás el acompañante de un personaje y participaras de manera menor dentro del guión.

—¿Es una broma? —chasqueó la lengua al oírla, pero mantuvo su sonrisa. —Hmph, bien. ¿A qué clase de insecto debo vigilar?

—Aquella que actúa como la rival de la heroína —dijo la diosa. —Debes servir a la tritagonista de la obra, aquella que es llamada vulgarmente como la villana noble —expresó dando inicio su explicación.

Lentamente la sonrisa segura del monstruo humanoide se fue perdiendo, siendo reemplazada por una expresión de indignación ante las palabras de Lucna. En verdad, tenía que dejar de subestimar a esa maldita diosa.

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