Un villano puede salvar el mundo por amor – Capítulo 15: Una nueva oportunidad

Escrito por Iszeth

Asesorado por Maru

Editado por Tanuki


Lo primero que vi al volver a despertar, fue a una bella mujer rubia de ojos idénticos a los que ahora poseía; la palabra mamá salió inconscientemente de mi boca, y en efecto, ella lo era. Su cara era como la de un ángel apacible, y pensé que quizá si moría aquel día, me gustaría que ella fuese el ángel que me guiara a mi nueva vida.

Mamá, la duquesa de Von Lancet, tenía un destino trágico, y se me hizo un nudo en el corazón cuando pensé en aquello. Una mujer tan linda como ella no debería sufrir lo que estaba destinado, y también, un hombre como el duque Von Lancet no debería morir tan trágicamente como lo haría en un par de años después.

Se supone, que mi madre actual enviudaría cuando yo cumpliera los siete años, y por los recuerdos que había recuperado de éste cuerpo, no pasaba de los cinco. Sin embargo, estaba completamente consciente de que por más que lo deseara, no podría hacer mucho para evitar la muerte de mi actual padre, pues ¿qué cosas puede hacer una niña pequeña para evitar una guerra? Quizá, por el hecho de que ellos en realidad no eran mis “verdaderos” padres, no estaba tan desesperada en evitar la desgracia, pero le debía a la chica a la que le robé la vida al menos intentarlo.

Mi bella y actual madre me abrazó efusivamente mientras yo pensaba en cómo ayudarla. Por supuesto, el hecho de que ésta yo no considerara a mi madre como la verdadera tenía que ver con mi vida pasada, y lo acepté completamente, no quería ser hipócrita, pero me sentí bien con el amor que ella me profesó. Su seno era cálido, me recordó a mis días de infancia con mi pasada madre, su aroma me recordó un poco al frescor del campo y el agua de lluvia.

La puerta de mi habitación se abrió luego de que alguien tocó un par de veces; mi madre aún me tenía en sus brazos, agradeciéndole a los dioses que su pequeña niña al fin se había recuperado.

—¿Cómo te sientes, cariño? ¿Te duele en algún lugar? ¿Te sientes débil en alguna parte de tu cuerpo? —Ella empezó a tocarme por todos lados, ignorando mi cara avergonzada mientras miraba a la bella doncella mitad elfo que me asistía como niñera. Según mis recuerdos, ella se llamaba Nicole.

Nicole era una de las pocas demihumanas que trabajaban en Lothien.

El reino de Lothien era famoso por sus colonias, llenas de demihumanos, pero en la capital del país y fuera de las colonias mismas del continente Nerub, era difícil toparse con uno de ellos, y los pocos que habían, eran esclavos.

La esclavitud en el reino había permitido que incluso las clases sociales más bajas tuvieran ciertos beneficios y lujos, sin embargo, estaba segura que la vida de un esclavo sería horrible.

Nicole había sido comprada por mi abuela a una casa de esclavistas que ofrecía lo mejor del mercado; desde que era una costumbre común el que los nobles tuviesen unos pocos esclavos en la baja servidumbre, aquello no sería extraño. No obstante, la familia Von Lancet tenía la costumbre de comprarlos y al cabo de un año de trabajo les daba libertad.

Los duques Von Lancet eran excéntricos según los otros nobles, pero a mí me pareció que su trato era bastante humanitario, aunque, era una pena que su costumbre de liberar demihumanos moriría pocos días después de que mi madre contrajera segundas nupcias, pues ella, a merced de su nuevo esposo, no tenía libertad de opinión y movimiento.

¡Definitivamente no lo permitiré!

Estaba segura de que, si al menos no puedo salvar de la muerte al padre de Canaria, salvaría a su madre de contraer matrimonio nuevamente.

—Estoy bien, mamá. —Cuando dije aquello, la duquesa empezó a llorar. Mi persona quedó fascinada con aquello, era como ver a una estatua sagrada derramar lágrimas en silencio. Incluso llorando, ella era elegante.

—¡Mi pequeña! Estaba tan asustada cuando el médico dijo que tu maná era demasiado y quizá tendrías secuelas, pero… ¡estás completamente bien!¡Soy tan afortunada! —Volvió a abrazarme mientras Nicole empezó a carraspear. Su cara de ojos agudos y piel morena estaba completamente seria.

—Señora, no debería de hacer eso con alguien convaleciente… —Suspiró, como si estuviera acostumbrada a regañarla de aquella manera. De hecho, aunque Nicole se veía demasiado joven, ella era bastante longeva, tanto, que había sido niñera de mi madre también.

—¡Oh! Estaba tan emocionada que no pensé en que quizá mi pequeña se abrumaría con mi afecto… —Se disculpó sonriente mientras me soltaba. Su tacto era suave y en realidad me gustaba, pero había una parte de mí que se sentía avergonzada de ser abrazada por una mujer tan linda, aunque sea mi madre. Tal vez mi alma de adulta, acostumbrada al distanciamiento social, era quien me hacía sentir así.

No sabía en realidad qué responder; estaba incómoda con mi nueva familia, algo que obtuve tan repentinamente. Sabía que ellos eran buenas personas, pero no sentía una conexión tan profunda con ellos; mi corazón se estrujó un poco, y sentí como la otra yo empezó a sollozar. Pensé que, quizá con el pasar del tiempo, los llegaría a amar como amé a mis padres pasados, y como mi otra yo los había amado. Los residuos de su cariño ahí estaban, ajenos a mí, pero latentes. Tan latentes que, sin pensarlo, la había llamado mamá, que mi cuerpo deseaba más abrazos de ella.

—N-No. Me gusta estar con mamá. —No mentía, pero tampoco estaba siendo completamente sincera. Una parte de mí si quería permanecer a su lado, la parte que era la verdadera Canaria. La parte que la amaba de verdad y no la Canaria falsa que era yo.

También, sabía que debía actuar normal, como la niña que ahora era. Sería completamente raro que una pequeña de pronto rechazara a su propia familia, además, alguien de mi edad no puede sobrevivir por sí sola. Tengo que apuntar a tener una buena vida, ayudar a la que ahora es mi familia y evitar como sea el compromiso con el príncipe heredero si realmente deseo una buena y tranquila vida.

Puse mi mejor cara bonita (cosa que es fácil con éste nuevo cuerpo de muñeca), mientras empecé a planear lo que debía hacer para evadir todas las malas rutas. Mi madre y Nicole empezaron a hablar sobre si el médico familiar debía venir nuevamente a revisarme ahora que estaba despierta.

Por supuesto, ambas llegaron a la conclusión de que debía de tener una revisión exhaustiva para prevenir que volviera a desmayarme como la última vez, así que Nicole salió de la habitación para llamar al médico de la familia Kaitur.

Kaitur era un médico relativamente joven. Realmente yo esperaba a un anciano de barbas blancas, pero era agradable a la vista. De ojos cansados con gafas redondas, nariz afilada y labios delgados, no podría describirse como alguien muy masculino, pero sí alguien que llamaba la atención.

Sin embargo, en cuanto empezó a hablar, me reí.

No quise ser grosera, y los dioses saben que no me gusta burlarme de las personas, pero ¡su voz y su cara no tenían nada que ver uno con el otro! Su rostro joven pero cansado te hacía imaginar que su voz sería normal, quizá no muy gruesa, sin embargo, tenía una voz de anciano.

—¿Ocurre algo, pequeña dama? —preguntó. Nicole me miró severamente, sabiendo el por qué me reía, o al menos aparentaba saberlo. Ella podía ser bastante intuitiva, como si pudiera leer mi mente. ¡Ah! De todos modos, soy una niña, ¿no es así? Aunque, sabía que tenía que controlarme con éste tipo de gestos en mí, pues se supone que mi educación con respecto a los modales no toleraba éste tipo de cosas.

Ser un noble no sería fácil, ¿verdad? Aunque estuviera en un seno familiar amoroso.

—Recordé algo gracioso que leí en un cuento.

—¿Qué cuento? ¿Le gustan las historias? Debe ser su pasatiempo favorito si a su edad ya sabe leer. —Cometí un error. Debí haber pensado antes de decirlo, se supone que Canaria aún no aprende bien el alfabeto. ¿Cómo explicar aquel desliz?

Lo peor es que mi madre también había escuchado, y su reacción fue demasiado para mí.

—¡Mi pequeña ya sabe leer! ¿Por qué no se me notificó antes, Nicole? ¿Tú le enseñaste?

Nicole, estoicamente, respondió negativamente a las preguntas de la duquesa.

—Me temo, señora, que tampoco lo sabía. Antes de la fiebre de mana, ella mostraba interés en los libros, pero no tuve la oportunidad de comprobar o enseñarle.

—¿Será que he dado a luz a un genio?

Empecé a reír nerviosamente. Nadie sospechaba nada raro de mí, tampoco me acusaban de haberles mentido, como si yo no fuese capaz de ello. Ellas confiaban en mí y en lo que decía, y aquello me hizo sentir culpable, como si hubiese hecho algo malo.

¿Me tratarían igual si les dijera que yo no soy la Canaria que conocen?

Por el momento, me hice la loca mientras los adultos conversaban entre ellos. Kaitur le dijo a la duquesa que mi persona estaba completamente recuperada y sin efectos secundarios, cosa que debía agradecer a los dioses, pues mi potencial era alto.

MI madre suspiró aliviada, y luego, declaró que debía hacer un donativo a la iglesia como agradecimiento por mi recuperación. Soñando despierta, ella se despidió de mí.

No la volví a ver hasta el día siguiente. Como era una niña pequeña, se supone que no tenía clases oficialmente, sin embargo, Nicole y la duquesa empezaron a preocuparse por mi educación desde que supieron que sabía leer.

Fue una total sorpresa encontrarme con mi madre trayendo una gran cantidad de libros infantiles para que leyera. Había traído tantos cuentos de diferentes temas a mi sala de juegos, que terminé mareada. No sabía si era una especie de prueba para ver si en realidad estaba diciendo la verdad cuando dije que sabía leer, pero me pidió que escogiera uno y se lo leyera en voz alta.

Nicole había traído té y galletas mientras yo decidía cuál de todos los libros debía tomar. MI madre parecía emocionada, como si lo que pasaría a continuación fuese un concierto de su artista favorito. Podía ver un brillo en sus ojos que me dio miedo, casi depredador.

Tratando de mantenerme calmada, elegí un bonito cuento llamado La mecánica del corazón.

La historia empezó de manera triste, y pensé, que quizá tenía también un final agridulce.

Y ocurrió lo que temía.

La historia era bastante mágica y maravillosa, pero desgarraba el corazón. En poco rato, tanto la duquesa como yo estábamos hechas un mar de lágrimas.

Al final, ambas lloramos abrazadas ante la mirada atónita de Nicole, y fue en ese momento, en el que supe que a pesar de que yo consideraba que no era mi verdadera madre, en verdad no podía negar que nos parecíamos. Acepté que ésta era una nueva vida que se me había dado, con una nueva madre que era tan delicada y dulce como lo había sido mi anterior madre, y debía no sólo agradecerlo, si no atesorarla con mi corazón.

No quería repetir errores de mi vida anterior, alejándome de mi familia simplemente por mi egoísmo. Quizá, ésta vida se me había dado para valorar más a mis padres, cosa que no hice anteriormente.

 

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