Escrito por Polly
Asesorado por Grainne
Editado por Shiro
En la mañana, Kath me había estado ayudando a trenzar mi cabello con cuidado, adornándolo con dos cintas de color rosado. Luego, me colocó un vestido color rosa bebé decorado de manera sencilla con unas flores. Aunque no parecía ser la mejor opción para estar en el exterior, al no ser sobrecargado, me daba la libertad para poder correr un poco.
Entonces una de las jóvenes sirvientas entró a mi habitación anunciando:
—Señorita Roxanne, su padre pospuso la salida hasta mañana, dice que le dará una sorpresa.
A pesar de la ayuda de Katherine para decidir qué vestido usar para el picnic, tendría que posponer mis planes.
No puede ser algo al azar… ¿Acaso ese hombre sufre de bipolaridad? Cambia mucho de opinión en poco tiempo.
Voy a tener que empezar a preocuparme más por su estabilidad mental. ¿Quién sabe lo que podría llegar a pasarme cuando le dé la espalda?
—No esté triste, señorita. Podemos pedirle al cocinero que prepare el pudín que tanto le gusta y comerlo en el jardín —me dijo Katherine, con una mirada ablandada debido a su naturaleza maternal. En verdad era una mujer muy tierna, pero había malinterpretado mi silencio. Como si estuviera entristecida por el cambio de acontecimientos, aunque un pudín de consolación no se le negaba a nadie.
—Está bien, Kath… pero quiero… también uno chocolate ¿sí? —Miré a ambas mujeres con un pequeño puchero y mis ojos algo tristes, provocando que ambas se derritieran a causa de mi gran adorabilidad.
—Claro que sí, mi señorita. ¡Margo! ¡Ve de inmediato a ordenar todo en la cocina! —Mi querida Katherine, al hablar, se giró con un semblante serio hacia la otra trabajadora llamada Margo, y su orden sonó tan firme que la pobre pelirroja no tuvo más opción que salir del cuarto lo más rápido posible. En verdad Kath había asumido muy bien su posición frente al resto del personal de la casa.
Creo que nadie en esta casa puede tener una sola personalidad.
—Todo estará listo en un momento, señorita. —Cuando se giró a mirarme, Katherine habló con esa agradable sonrisa en su cara.
Yo le correspondí abandonando mi puchero de tristeza por una mueca de felicidad.
—¡Qué bien! ¡Vamos a comer pudín! Rico pudín. —Aplasté un poco mis mejillas con las palmas de mis manos y sentí cómo la mujer me estrechaba en sus brazos. Sin duda, tenía un rostro encantador e irresistible.
—Claro que sí, señorita —me respondió con sus brazos rodeándome. Luego me dio suaves caricias en mi cabello rubio. He ganado un pudín, así que el día fue positivo.
♦ ♦ ♦
En el jardín, disfruté del cálido sol que acariciaba mi piel, la sensación agradable. No era como estar en un picnic, pues en uno normal no tendría una mesa de hierro, sillas acolchonadas, sirvientes sirviendo delicioso chocolate y un mayordomo dispuesto a cubrirme con una sombrilla.
Katherine se acercó a mí para poder servirme un poco de té rosa de mosqueta y canela en una taza colocada junto a la que contenía chocolate. Luego, me preguntó:
—¿Qué tal está todo señorita?
Parecía estar satisfecha de que yo estuviera comiendo con una enorme sonrisa el delicioso pudín de vainilla.
—Está muy rico, todo me gusta.
Pude escuchar el «awww» en un tono de voz bajo que los sirvientes hacían ante mi infantil respuesta. Era un arma mortal.
De repente, la voz de mi hermano George sonó cada vez más cerca.
—¡Roxanne! —Él se acercaba corriendo hacía mí, con su cabello negro sacudiéndose en el aire. Para finalmente, cargarme fuera de la silla. Sin ayuda de nadie me cargó fuera de la silla. Sin dudas ha ganado fuerzas por su entrenamiento—. ¿Dónde te habías metido? Fui a tu cuarto y no estabas allí —dijo, mirándome con el entrecejo fruncido. Así que acerqué mi pequeño dedo índice y lo presioné para que él pudiera relajar el rostro.
—Estaba comiendo pudín, ¿George quiere comer conmigo? Está delicioso. —Incliné mi cabeza y le sonreí, observando cómo su rostro de niño se sonrojaba, para terminar asintiendo como un cachorro obediente.
Uno de los sirvientes trajo con rapidez una silla, para que mi hermano pudiera tomar asiento junto a mí, mientras que Katherine le sirvió una taza de té, junto a otra de chocolate caliente.
El día estaba precioso, había tanta paz que podía escuchar a los pájaros cantando entre los árboles.
—Roxanne, ¿no estás enojada o triste? —preguntó George, rompiendo el momento de silencio y sacándome de mi estado zen.
—Claro que no, yo soy muy feliz. ¿Por qué estaría enojada, hermano mayor? —Me acerqué un poco más a él y pude notar esa pequeña mueca a un lado de su boca. Lucía preocupado…
¿Acaso había ocurrido algo? ¿Tendría que estar preocupada? Empieza a preocuparme…
—Me dijeron que padre canceló la salida que querías. Imaginé que debías estar enojada con él por eso… Si estás enojada puedes decirme, puedes decir que soy mejor que él, yo no te decepcionaré.
Casi podía ver cómo la nariz de George crecía al hablar con tanto orgullo de sí mismo. Era claro que él estaba buscando escalar en mi pirámide de relaciones degradando a su propio padre.
En esta familia no tienen piedad entre ellos.
—No estoy enojada con papá… Además, puedo tener una comida con George en el jardín. Como ahora, así que está bien —dije, bajándome despacio de mi asiento para después subir a la silla de mi hermano. Entonces, me acomodé entre sus delgadas piernas, quizás aún era pequeño como para poder cargarme en ellas.
—Por supuesto que sí, podemos hacerlo todos los días —dijo, apachurrándome entre sus brazos como un oso de peluche. Sentí cómo apoyaba su cabeza en la mía.
Pero un cambio de ambiente se hizo presente, era como si una nube nos cubriese del sol, provocando que la luz desapareciera. Mi pequeño cuerpo se levantó por los aires, dejando escapar un pequeño chillido de sorpresa, hasta que por fin me di cuenta de que se trataba de los largos brazos del duque que solo me acomodaron en su pecho, sosteniéndome sentada sobre su antebrazo.
Claro, no iba a ser que pudiera levitar o alto así.
—Aún eres pequeño y débil para intentar tener a tu hermana en tus delgadas piernas, George. —Su voz era seria y oscura, mantenía sus ojos clavados en su hijo. Yo solo podía ver que George le devolvía la mirada con la misma intensidad.
—Quizás, pero ahora mi hermana prefiere estar conmigo. Después de todo, ella está molesta con padre por romper su promesa de llevarla de picnic. Estamos haciendo el nuestro ahora, y lo estás interrumpiendo. —La altanería de George para hablar, mientras alzaba la nariz, podría ser reprendida por cualquiera, y por la cara de duque, seguramente estaba pensando en darle unas buenas nalgadas.
Lo peor es que está diciendo todo lo contrario a lo que yo he dicho.
Yo estaba tomando un bocadillo, él se sumó, y ahora dice que estaba enojada, lo único que logrará es meterme en problemas con nuestro padre.
—¿Estás molesta conmigo? —Me observó arqueando una ceja, y sentí el sudor frío recorrer mi espalda.
En una rápida táctica solo apoyé mi cabeza en su hombro y negué repetidas veces haciendo que mis trencitas se movieran un poco.
—No estoy molesta, pero yo quería poder salir a un picnic con papá —murmuré en un tono bajo, tratando de emular un tono suave para crear la ilusión de tristeza con un toque de decepción.
Entonces, su cálida mano frotó mi cabello con cuidado antes de mirarme al rostro, con su típica expresión seria, pero sus ojos blandos y calmos me daban la tranquilidad de que todo estaba bien entre nosotros.
—Ya veo… está bien, Roxanne, te lo compensaré. Pronto podrás verlo.
—Yo ya se lo estoy compensando, padre, ahora baja a mi hermana para que podamos continuar con nuestro picnic —dijo George, colocándose de pie con sus brazos cruzados. Aún cuando solo le llegaba a poco más de la mitad del duque, mi hermano mayor no parecía lucir intimidado en lo más mínimo.
—No tienes que preocuparte, George, puedo acompañar a MI hija —dijo, remarcando el pronombre «mí» de su oración.
Sus ojos parecían sacar chispas al ver fijamente a su propio hijo, para después, tomar asiento. Me acomodó sobre su regazo, mientras que yo solo miraba de reojo a Katherine, quien parecía observar todo aquello con preocupación.
—Entonces… —Intenté desviar el tema—. Vamos a comer algo papi. —Sonreí ampliamente mientras intentaba calmar el ambiente.
Los siguientes veinte minutos fueron una batalla interminable entre mi padre y mi hermano, tratando de llamar mi atención. Hasta que mi estómago comenzó a doler de tanta comida que empezaron a ofrecerme y obviamente no podía rechazar. Robaron tanto tiempo de mí, que ni siquiera había notado cuándo Francis había aparecido, con esa misma aura de ninja que siempre le rodeaba. Cabe destacar, que noté la manera que Katherine le veía como si quisiera hundir su rostro en el pastel.
¿Qué le habrá dicho?
—Toma, Roxanne, un poco más de pudín. —Observé como George me acercaba otra cucharada de pudín, que parecía que no se acababa nunca. Sentí mi estómago arremolinarse y fue muy difícil para mí lograr que todo se mantuviera dentro.
—Tu hermana ya no quiere comer más —dijo el duque, firme, mientras que su mano se estiró por enfrente mío deteniendo el cubierto de George.
Gracias a Dios que lo entendió.
—Toma un poco más de chocolate caliente, Roxanne. —Acercó la taza de chocolate hacia mis labios lentamente. En verdad tenía un delicioso aroma, pero en ese momento, solo cerré los ojos y fingí, mejor fingir un desmayo a seguir siendo rellenada como pavo.
—¡Roxanne se desmayó! ¡Padre, ¿qué le sucedió?!
Escuché la voz exaltada de George, pero no me atreví a abrir los ojos, solo continué fingiendo mientras escuchaba el revuelo a mi alrededor. Era obvio que la voz de la mujer preocupada que discutía era de Katherine, además, sé que mi padre nunca me soltó, aunque sentí mi cuerpo mecerse de un lado a otro.
En ese momento me sentí más mareada que antes, y creo que en verdad me desmayé.
♦ ♦ ♦
—Pobrecita, mi pequeño angel. —Una suave voz envolvió mis oídos mientras que una mano ligeramente fría pasó por mi frente. Se me hizo algo difícil lograr abrir mis ojos, encontrándome con el rostro sonriente de mi hermano mayor John.
—Hola, Roxy… —dijo con dulzura.
—¡John! —Al decir su nombre, sentí una felicidad indescriptible que me provocaba una enorme sonrisa. Acto seguido, salté de la cama para poder abrazarlo por su cuello, sintiendo una de sus agradables manos acariciando la parte trasera de mi cabeza.
—Estás tan grande y bonita, te extrañé mucho. ¿Padre y George te estuvieron molestando? Hicieron que te enfermaras del estómago, ¿no es verdad? —preguntó en tono de preocupación. Era notable que la perspicacia de ese chico era mayor que la del resto de la familia. John era un chico muy listo y sensible, debía ser por eso que me caía tan bien.
—¡De verdad estás aquí! Pero ¿y la escuela?
Estaba confundida, aunque me emocionaba el verlo. Estaba segura de que aún faltaban, al menos, dos meses para que dejaran que John viniera de visita a casa.
—Padre me trajo para que pudiéramos estar juntos unos días… Me dijo que te gustaría que pudiéramos salir de picnic todos juntos.
Sus delicadas manos me acomodaron de nuevo en mi cama, tomando la sábana blanca para arroparme.
—Así que no tienes de qué preocuparte… Traje un poco de esa bolsita de hierbas que me habías regalado y le dije a Katherine que lo hirviera para ti, eso te hará sentir mejor para que podamos salir —dijo, acariciando despacio mi cabello mientras me veía con sus brillantes ojos verdes—. Ahora descansa un poco más. —Gracias a su dulce voz empecé a cerrar mis ojos.
Entonces aún conserva la mezcla de anís y jengibre que le di para el estómago, qué tierno.
ruego para que todas tengan un jhon en su vida, aunque también me gusta el otro hermano
Me enamoré de John tan lindo que dulzura
Lo se, entre los hombres Maquielo, John es el mejor (favoritismo de la escritora)
Awwww