El plan de la villana Roxanne – Capítulo 2: Tendrás que llevarme contigo

Escrito por Polly

Asesorado por Maru

Editado por Bonnie Lee


—Este vestido le quedará hermoso señorita. El rosa combina tan bien con su cabello dorado… es una lástima que no tenga los ojos verdes del señor duque.

Es cierto, los ojos de Roxanne no tenían el verde característico de la familia Maquielo, sino de un color cobre. Pero tenía el mismo cabello de su padre a diferencia de sus hermanos mayores.

La sirvienta de hoy era mucho más linda que la que conocí ayer. Además de joven, su cabello negro y ojos castaños me recuerdan a mi antigua apariencia, cuando aún era Lori.

—Es usted tan tierna, es igual a un angelito.

Es lindo escucharla, creo que nadie me había llamado así antes. Usted me agrada mucho, aunque aún no se tu nombre. 

—Muy bien, vamos a salir a tomar un poco de aire fresco y luego volveremos por su biberón.

Apoyo ese plan. Salgamos señora niñera. 

La sirvienta tiene muy buen gusto, este vestido rosado en verdad es encantador, me hace sentir como una pequeña hada. Creo que nunca tuve algo tan delicado de joven, casi siempre mi ropa eran donaciones de prendas usadas.

Me agradó la manera que ella me cargó en sus brazos para llevarme fuera del cuarto, era muy delicada conmigo y no dejaba de sonreír. No tuve que hacerle mucho para caerle bien. En retribución puedo admitir que esa sirvienta me cae bien también. Sin dudas espero que ella sea mi primera aliada en esta casa.

—Esta casa es muy grande… pero aún tenemos que tener cuidado de no cruzarnos con su padre. Despertó de muy mal humor esta mañana y a usted… él solo no se lleva bien con los bebés, no tiene que preocuparse señorita. De igual manera nunca le haría nada, porque es su hija.

Si supieras lo que yo…

 ♦ ♦ ♦

—Vamos a ir al jardín, me pregunto si usted ya puede caminar. Ya tiene un año. Mi hijo caminó cuando tenía 11 meses.

Ahora sé por qué me trata de manera tan delicada y sabe qué hacer con un bebé. Era una madre.

¿Acaso así se sentía una madre cariñosa? Es agradable. Su hijo tiene mucha suerte.

Me mecía con suavidad mientras me llevaba por los largos pasillos, también bajó por unas largas escaleras, y finalmente salimos al jardín más magnífico que he visto en toda mi vida, mi antigua vida. Todas las flores estaban con sus pétalos abiertos formando un increíble arcoíris en la tierra. Los árboles se mecían con suavidad en la brisa y filtraban la luz del sol para que no nos golpeara directamente, dando una imagen pacífica. Me encantaría tomar una siesta aquí.

La sirvienta me llevó con cuidado sobre el camino de piedra que parecía recorrer todo el lugar dando vuelta alrededor de la mansión.

Cuando me bajó pude sentir el suelo bajo mis piececitos, pero sus manos seguían agarradas a mis pequeños brazos.

—Vamos señorita. Estoy segura de que puede caminar.

Por supuesto que puedo, pero si no me sueltas será algo difícil para mí hacerlo. Sé que tienes miedo de que vaya a caerme, y créeme que no estoy acostumbrada a ser una bebé, pero si llego a caerme sé cómo pararme solita.

No creo que ella esté muy dispuesta a dejarme caminar sola, supongo que le daré el gusto por ahora. Solo pude levantar una pierna y di algo parecido a un paso.

He visto lápices más largos a lo que acabo de hacer.

—Lo está haciendo! ¡Mírese! Es usted muy fuerte señorita. Que increíble.

Me reí, y no pude evitarlo. Estoy feliz, nunca nadie había festejado de esa manera ninguno de mis logros, y esa mujer que estaba conmigo me felicitaba por haber movido mi pierna como si hubiera descubierto la cura para el cáncer.

—Katherine, ¿de qué se trata todo esto? ¿Por qué está fuera de su habitación?.

Ugh… es él.

Podría reconocer esa voz con mis ojos vendados y, aunque ni siquiera pudiera escucharlo, solo él tenía una presencia tan oscura frente a una pequeña bebé. Además, puedo sentir la tensión de la sirvienta, Katherine, en mis pequeños bracitos por donde me sostenía.

Mi padre no lucía nada feliz cuando pude observar su rostro que estaba fijo en la indefensa mujer.

Por otro lado estaba acompañado por dos personas, y aunque lo intente, no puedo reconocer a ninguna de los dos.

Hay un hombre pelirrojo a su derecha, que se ve imponente y aterrador. Sobrepasa a mi padre por una cabeza y su expresión parece ser la de un animal salvaje, con unos ojos oscuros como la noche, hechos únicamente para intimidar. Además, viste una armadura con un escudo en el lado de su corazón: una cruz.

Lo recuerdo. El duque Frederick también era el capitán de una tropa de caballeros llamados La Cruz Azul. Ese señor debe formar parte de ellos también.

El otro sujeto, que está a su izquierda, no parece ser un caballero. Viste ropas elegantes, un largo saco blanco que hace juego con su pantalón blanco, pero la cara interna de la tela es de un violeta oscuro, al igual que el chaleco que está utilizando. Además lleva un monóculo, y su cabello es de un extraño color lila, atado en una coleta.

Lo había olvidado. En este mundo hay muchos colores de cabello de manera natural. Y a mi me toco un rubio común… Hubiera preferido un rosado o azul. 

—Señor… Lo siento, solo saqué a la señorita un momento.

—Devuélvela ahora mismo a su habitación ¡No quiero verla fuera!.

Estaba gritándole a la persona más dulce que he conocido.

¡Es un perfecto imbécil! No te preocupes Katherine. Estoy completamente de tu lado. Cuando este hombre vea lo equivocado que está, hare que te pida disculpas.

Sentí que las manos de la mujer me dejaban. Debía estar tan asustada que se olvidó de mí y solo reaccionó por protocolo, bajando la cabeza como una muñeca inmóvil. Pero yo no sé nada de esas cosas, o al menos debo fingir no conocerlo, ahora solo soy una ¨inocente¨ bebé.

—¡Paaaa!

Quise decir papá, pero mi boca no me dejó. Era como si estuviera dormida por la anestesia. De todas formas esa no es la parte importante de mi plan, solo tengo que apresurar mis piernitas, que se sienten algo torpes, para correr hacia ese enorme cuerpo y agarrarme a una de sus piernas como si mi vida dependiera de ello.

Al levantar la cabeza pude ver perfectamente su cara de completo impacto. Seguro que no estaba esperando nada de esto, y yo solo lo acabo de rematar con una sonrisa, más otra de mis risas.

—Tu hija parece una belleza. Esconderla en una habitación es un acto un tanto egoísta de tu parte, Frederick.

—Alexander, guarda silencio.

Así que el hombre de delicado rostro se llama Alexander, se ve que debe tener una relación cercana con mi padre para llamarlo por su nombre sin honorificos.

—¡Señor, como lo lamento! ¡Me llevaré a la señorita de inmediato!.

Cuando siento que Katherine me carga de nuevo en brazos, estiro mis bracitos hacia mi padre nuevamente con un suave puchero en el rostro. Es un tanto humillante, pero quiero dejar muy en claro que tengo la intención de estar con mi padre.

El duque me tomo con tanta brusquedad que sentí que mi pequeño cerebro se sacudió, pero tengo que volver a  reír, porque ahora él me tenía en brazos. Aunque no muy bien, debo decir, creo que me dejará caer en cualquier momento.

—¿Por qué dejas de llorar cuando te cargo? Debes disfrutar el molestarme… Tendré que llevármela.

Espero que no quiera que en verdad le responda…

—Señor, yo la llevaré de regreso a su habitación, prometo no importunar de nuevo.

—No, yo la llevaré, no permitiré que siga atosigando toda mi casa con su espantoso llanto, pero será la última vez que haga este sacrificio. Que quede en claro.

Lo único espantoso aquí es tu personalidad, y no creas que eres el único que está haciendo un sacrificio, señor duque.

—Estoy seguro de que su presencia será más que agradable entre nosotros. No podemos negarle a un padre que cuide de su pequeña hija.

—Su presencia con nosotros solo está relacionada con que sus gritos no nos dejarían trabajar.

Créame, señor Alexander, tratar de sacarle un comentario bueno a este hombre es más difícil que encontrar agua en el desierto.

 ♦ ♦ ♦

Podría enamorarme de Alexander. Jamás he conocido un hombre más encantador. No deja de mirarme y sonreirme con ese atractivo rostro, además de halagarme constantemente, diciendo que luzco como un ángel, o que mi cabello es como oro. Es todo un pícaro de verdad.

Con esas frases seguro que tiene a todas las damas a sus pies. Sin duda, mi padre podría aprender una cosa o dos sobre su secretario.

En cambio, el segundo hombre, el cual aprendí que se llamaba Ronan y ayudaba a mi padre a entrenar a sus subordinados, funcionando como su mano derecha, no me ha mirado ni una sola vez.

Y mi padre, bueno, nuevamente ha demostrado que no sabe nada de niños, pues solo me dejó sobre un sillón sin importarle que pudiera llegar a caerme. Pero no voy a ser tan tonta como para arriesgarme. Es suficiente con que me haya traído aquí con él, voy a portarme bien.

La puerta de la oficina se abre haciendo un pequeño crujido. El duque está muy concentrado discutiendo con Ronan sobre unos papeles que tiene plegados en su escritorio, por lo que ni siquiera ha levantado la cabeza a ver quién ha sido. Pero yo gateo lentamente hasta el apoyabrazos para poder asomar la vista.

—Con permiso padre, me disculpo por interrumpir.

Por fin, mi primer encuentro con mi nuevo hermano. No es difícil para mí reconocerlo. Es idéntico a la descripción, aunque ahora debe estar rondando los cinco años. Su cabello negro y profundo es como la noche, esos ojos verdes iguales a los del duque… De hecho, todo en el niño era como una versión joven de él, exceptuando su cabello oscuro.

Entonces siento su mirada en mí. Casi creo que va a tomarme y tirarme por la ventana. Sin duda, solo hay odio en esos ojos; y no me sorprende: George Lewis Maquielo es uno de los que provocaron la muerte de Roxanne.

—Padre, ¿por qué está eso aquí?

Estoy decorando un poco la habitación. ¿Qué clase de pregunta fue esa? 

Ese niño tiene solo cinco años. Sé que es inteligente y maduro, incluso más que su hermano mayor, y llamarme ¨eso¨ es sumamente grosero.

—…Estoy seguro de que no tengo que dar explicaciones sobre lo que hago con lo que es mío.

—Me disculpo por mis palabras padre. Fui insolente.

Wou, ese es el gran poder del Duque, poniendo en su lugar a ese chiquillo tan grosero. 

Me siento feliz de que por un lado mi padre me haya defendido. Se está refiriéndose a mí como un objeto, así que también me siento algo ofendida.
Aun así, no puedo permitir que mi hermano me odie. Él se volverá una persona sumamente seria en el futuro, un líder militar prácticamente. Si el comienza a detestarme desde ahora, es más que seguro que no tendré un futuro muy alegre.

Bien Lori, hora del show con tu nuevo hermano.

—Joven George, creo que su hermana preferiría que la cargara en vez que la ignore.

Alexander, siempre tan atento.

Él es el único que se dignó a señalar mis cortos bracitos que se estiran lo más posible hacia mi hermano. Pero no es hasta que este se gira a mirarme que solo río animadamente.

Dios, si sigo riendo así van a creer que tengo un problema.

—¡¿Quién querría cargar a esa cosa tan fea?!

Cuando se marchó azotando la puerta, en una clara acción que no era parte del riguroso protocolo de un hijo de un duque, supe que había triunfado.

Ese es un clásico tsundere, típico, aunque algo tierno…Pero se fue tan rápido que ni siquiera le dijo al Duque a qué vino… bueno, ya volverá. 

—No te preocupes señorita, tu hermano no lo decía en serio. Eres la bebé mas hermosa que he visto.

Alexander, no me importa lo que diga mi hermano, pero déjeme… pensar… que usted es un encanto. 

6 respuestas a «El plan de la villana Roxanne – Capítulo 2: Tendrás que llevarme contigo»

  1. OH OH. Ship cuando ella aún es una bebé? Jajaja, intenso. Pero la verdad, entretenido. Para cuando Roxanne tenga unos 16 o 18, ese hombre, será todo un hombre. A ver, quisiera saber, la raíz de la adversión tan profunda que tienen hacia las mujeres. Es como: IMBÉCIL, tú naciste de una. Pero, el hermano creo que será el más fácil de meter en el bolsillo.

    1. Por ahora puedes leer más capítulos en la revista, que se actualiza por ahí primero. No obstante, intentamos que salga en la página lo más pronto posible 🙂

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