El plan de la villana Roxanne – Capítulo 16: ¿Perdón? (2)

Escrito por Polly

Asesorado por Grainne

Editado por Shiro


Haber aceptado fue un grave error, no sabía en qué estaba pensando cuando dije que sí. La tensión durante la caminata podría cortarse con un cuchillo, era como un muro que se atravesaba en el camino para hacer que tu casa se estrelle contra él.

Un buen golpe me ayudaría a salir de esta situación… pero no confío en la medicina de esta época. 

Si no tuviera que pensar en cómo no arruinar más el momento, en verdad, el jardín era algo maravilloso. Los arbustos tan perfectamente cortados, los árboles que se mecían con una pequeña brisa, el camino de rocas pulidas decorado con las flores a ambos lados. Era como un pedacito del paraíso en la tierra. 

Pero con escoltas.

Con cada paso que dábamos dos guardias reales daban un paso manteniendo una distancia de medio metro entre nosotros, quizás para darnos algo de espacio personal.

—Señorita Maquielo, hay algo que he querido decirle.

Hay guardias presentes, si me pasa algo le dirán a mi padre… Aunque este es su príncipe. ¿Serán tan fieles a la familia real como para callar cualquier cosa que hicieran? 

—Sí, Su Majestad.

—Le pido una disculpa…

—¿Qué? —pregunté perpleja.

—Ese día yo estaba presente cuando mi prima la trató de esa manera, pero aun así no intervine. No puedo llamarme a mí mismo hombre por eso.

Frente a mis ojos sólo había un niño, pero su rostro reflejaba la madurez de un adulto. No es fácil tener que crecer, además de la presión que ejerce tener alrededor suyo una familia de la nobleza y el saber que un día miles de vidas dependerán de él.

No pude evitar sentir pena por Maximilian, él no tenía tiempo de ser niño y creía que todo lo que pudiera suceder a su alrededor era su responsabilidad. Ni siquiera debía saber de dónde vienen los bebés.

Creo que ya sé cómo no meterme en problemas. 

—Su Majestad, lo que ocurrió no fue su culpa, y no lo culpo por eso… Yo… debí haberme defendido, pero no quería que mi padre pudiera terminar en un lío. Se supone que soy una Maquielo, pero no sé cómo hacer honor a ese nombre.

Cuando vi sus ojos bien abiertos, estaba segura de que había podido tocar la fibra sensible de ese niño. No buscaba que sintiera pena por mí, sólo que me dejara tranquila, debía hacerlo notar que si me dejaba, existía la posibilidad de que tuviera una vida tranquila, y él igual. Él debía cumplir con su deber de príncipe y yo debía hacer justicia a mi apellido.

—Mi madre me contó cosas sobre usted, también debería disculparme por eso… Cuando nos presentamos en la fiesta pensé que sólo era una niñita más, pero tal y como me dijo, es más consciente de su alrededor que los demás. —Me sonrió. Su sonrisa era principesca, creo que me gustaba más cuando tenía el rostro bajo en señal de disculpa. Ahora tenía una mirada brillante que comenzaba a intimidarme, o más bien sólo me ponía incómoda, como cuando alguien irrumpe en tu espacio personal, pero no se había acercado ni un paso.

—Es una persona muy interesante.

Oh, no, no, no, no.

Rápidamente me percaté de mi error, lo que hice fue darle paso a ese chico para que se interesara en mí, cuando lo único que quería era mantener nuestras distancias.

 —¡Una mariposa! —grité, observando pasar una mariposa monarca por encima de las flores, tras lo que comencé a correr tras de ella. Necesitaba adoptar el papel de niña pequeña de nuevo. A veces me olvidaba que aquí era sólo una infante y debía dejar de actuar como una persona mayor.

A continuación, reí tiernamente mientras estiraba mis manos hacia la mariposa que buscaba una flor en la cual poder posarse. No era que quisiera molestarla pero creo que esa era la clase de comportamiento esporádico e inocente que una niña debía tener. Los guardias tuvieron que correr tras nosotros, porque el príncipe había decidido que él también debía correr tras de mí.

Se estaba riendo, quizás de mí, o quizás se estuviera divirtiendo. Pero me descolocó totalmente su rostro, el cual ahora reflejaba inocencia infantil, cuando hacía un momento se comportaba como un pequeño adulto.

Eso no es lo que yo quería, yo quería que se aburriera de estar conmigo porque soy infantil e inmadura. 

No era que buscara caerle mal, pero tampoco quería que se empezara a acostumbrar a mi presencia. El príncipe era incómodamente lindo, eso me molestaba, porque me hacía sentir algo nerviosa, desarrollar sentimientos por este chico estaba totalmente prohibido.

—Nos quedaremos aquí viendo las plantas de madre, así que retírense.

—Pero, Su Majestad…

—Retírense, estaremos bien aquí.

Ninguno de los guardias parecía estar de acuerdo, pero tampoco podían desobedecer al príncipe de la corona. Yo no estaba feliz con que me dejaran a solas con él, pero no debía empezar a psicopatearme con estos hechos, sólo éramos dos pequeños niños jugando alegremente en el jardín, no un cazador y un pobre siervo a punto de ser degollado.

Escuché los pasos de los guardias, quizás no se alejaron del todo,  porque era una locura dejarnos sin protección, aún dentro de los terrenos del palacio, pero probablemente se ocultaron para no ser notados.

¿Por qué le temo tanto a un niño? Ni siquiera tiene razones para odiarme… No tendrá ninguna, no pienso meterme con él y su relación con Sara. Cuando ella aparezca los apoyaré. 

—Su Majestad… ¿le gustaría ser mi amigo?

Estaba haciendo un movimiento muy arriesgado, quizás demasiado directo, pero siempre era mejor tener un aliado que un enemigo. Podía lograr que el príncipe se convirtiera mi amigo, entonces en el futuro verá que no soy una villana.

Pensándolo bien, eso tiene mucho más sentido que huir de él como si fuese a comerme. 

Cuando lo miré, en sus ojos sólo encontré una sorpresa tal que logró hacer que me arrepintiera de mi infantil pregunta. Mis manos sudaron, pero conseguí mantenerlas ocupadas mientras tocaba un par de hojas, sintiendo sus distintas texturas e incluso aromas, los cuales ahora empezaban a desprenderse.

—Me gustaría mucho.

Mi cuerpo se exaltó cuando lo escuché, no creí que fuese a decirme algo malo pero tampoco esperaba una respuesta tan positiva. Cuando reuní el valor para girarme a verlo, tenía una expresión más suave y una sonrisa sincera que hacía que su rostro infantil se iluminara de manera encantadora.

—Tienes algo, señorita Roxanne… Me agrada. Estaría feliz de que podamos ser amigos, me gustaria poder ver con qué más puedas sorprender a mi madre y a mí también.

Mientras sostenía el pequeño tallo de una flor, sólo miraba con algo de confusión al príncipe. En verdad, él lucía como si estuviera interesado en mí de una manera agradable. No pude captar ningún destello oscuro en sus ojos.

Dio un paso en mi dirección, pero yo no me moví de mi lugar, me sentía totalmente congelada, sin llegar a decir que estaba siendo intimidada. Sólo dejé que ese chico, algo mayor, se acercara a mí.

 —Seamos amigos.

Sentí que el tallo se deslizaba lentamente de entre mis dedos, el príncipe había cortado una flor con cuidado para ponerla frente mío. Se trataba de un narciso completamente amarillo, una flor muy hermosa y una de mis preferidas, pero no había llegado a tomarla cuando se estaba ya deslizando entre mis cabellos como si fuese un adorno.

—Es increíble, tu cabello es tan dorado que la flor parece parte de ti ahora. Qué bonito.

Cada una de sus acciones lograban cohibirme, hasta había olvidado cómo hablar. No pude responder nada de lo que me decía mientras me observaba con su arrebatadora sonrisa.

—Gra-Gracias. —Mi voz había sonado mucho más aguda de lo que esperaba. Afortunadamente, me alegraba ser pequeña, porque en una persona adulta hubiera sonado muy vergonzoso.

♦ ♦ ♦

Regresé al salón junto con el príncipe y un canasto lleno de flores de caléndula, manzanilla y pequeñas flores de tilo. Con todo esto podía hacer infusiones para los dolores de garganta, algunos aceites relajantes e incluso cremas para quemaduras o marcas en la piel, sólo necesitaba facilitarme algunos ingredientes de la cocina sin que se dieran cuenta.

—Roxanne, ¿por qué te tardaste tanto? Estaba por ir a buscarte —dijo mi hermano con el ceño fruncido en su rostro infantil. Su mirada se dirigió directamente al príncipe, para luego volverse hacia mí. Lucía enfadado y ansioso, no estaba segura de que hubiera tardado tanto, pero tampoco esperaba pasar un tiempo tan agradable con Maximillian.

 —Lo lamento, hermano mayor… pero mira todas las flores que el príncipe dejó que tomara. ¡Te haré muchos obsequios! —le respondí con mi amplia sonrisa, sabiendo que con esto conseguiría que George mantuviera su guardia baja, y ver su mirada sorprendida y sus mejillas enrojecidas me dio la máxima satisfacción. Nunca había sido una niña tierna, ahora podía decir que era la más tierna.

—También debo disculparme, estaba con la señorita Roxanne, debí haber regresado antes.

No estaba muy segura, pero por un momento, vi una mirada salvaje en el hijo del duque. Jamás lo había visto así. Lo más similar fue cuando iba a verlo en sus entrenamientos, durante los cuales mantenía alejados a los demás caballeros de donde yo estuviera, pero siempre había cierto aire de capricho infantil cuando hacía eso… Sin embargo, hacía un momento, su mirada era como un reflejo del aterrador personaje adulto de los libros.

—No se preocupe, Su Majestad. Roxanne, regresemos con padre. Debemos regresar a casa.

A continuación, tomó el canasto de mis manos para apresurarme. No estaba segura de por qué tenía tanta prisa por que nos marchásemos, cuando en el libro la familia Maquielo no estaba en contra de relacionarse con la familia real. Con cierta tensión en el ambiente, me apresuré para caminar junto a él, tratando de no girarme a ver al príncipe, aunque estaba segura de que él me estaba viendo a mí.

Nos apresuramos en llegar a la sala donde mi padre estaba caminando de un lado a otro con Francis mirándolo en silencio. Se veía tenso, y era una suerte que la reina no estuviera allí presente para ver esa extraña cara en el orgulloso duque.

—Padre, ya encontré a Roxanne —cuando George habló, mi padre se giró inmediatamente a vernos. Sus ojos serios posándose en mí, y en tres pasos de sus largas piernas, se encontró frente a mí.

—¿Dónde se supone que estabas? —Su gélida voz me hizo estremecer, ni siquiera necesité levantar la vista.

—Es mi culpa, señor Maquielo, entretuve a la señorita en los jardines…

Aquella voz llamó mi atención, aunque sólo alcancé a observar la pequeña espalda del príncipe cuando éste se colocó frente mío, como una barrera que me cubría de mi padre.

Aunque sentí un fuerte golpe en el pecho, también reconocí el sudor frío en mi espalda, pues si antes el duque lucía molesto, ahora parecía que podía sacar su espada frente a este niño.

Que no haga una locura… Que no haga una locura.

6 respuestas a «El plan de la villana Roxanne – Capítulo 16: ¿Perdón? (2)»

    1. Dato curioso que me parece relevante e interesante en la novela: la flor narciso simboliza el renacimiento, los nuevos comienzos y la vida eterna. Además, se dice que si se regala a alguien una sola flor lo que se está haciendo es predecir una desgracia a esa persona. 😦😨
      En cambio si se regala un ramo significa alegría y felicidad.

  1. En la torre!!! Y si el disgusto del padre de roxane se debe a que en forma de disculpa le propuso matrimonio a roxane (la reina esta interesada en ella y puede haberlo sugerido, por eso el duque no esta tan feliz)

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