Escrito por Noah
Asesorado por Grainne
Editado por Mich
Los humanos celebraban entre risas sobre la extraña criatura que habían atrapado, mientras el pequeño monstruo se acurrucaba en una esquina de su jaula, gruñendo desesperadamente cada vez que los humanos intentaban tocarlo o sujetar sus largas y caídas orejas. Los escuchó decir emocionados sobre venderlo a buen precio a la vez que lo seguían llamando una mascota exótica, algo que no entendía su significado. ¿Qué me van hacer?, tembló temeroso el pequeño monstruo. Pronto, chilló de dolor cuando lo sujetaron del pellejo y lo exhibían frente a los presentes.
¿Por qué pasó esto? se preguntó el pequeño monstruo. Solo había tratado de cazar algo para comer, pero en su búsqueda se había acercado a un territorio humano y antes que pudiera alejarse, un grupo de humanos habían aparecido frente a él. Al principio, se mantuvo alerta, pero ellos se mostraron amigables y le ofrecieron comida bajando así su guardia. En retrospectiva, fue realmente estúpido confiar en ellos, pero en ese momento pensó que no eran peligrosos y se acercó para ver los alimentos que le ofrecían. Al instante que lo hizo, alguien lo golpeó con fuerza y lo dejó inconsciente. Cuando despertó se encontraba en una jaula y aquellos humanos ahora lo observaban entre carcajadas, murmurando su valor.
¡Fafnir! ¡Fafnir! ¡Ayuda!, llamó desesperadamente a su cuidador, mientras sentía las manos y risas sobre él, haciendo temblar al pequeño monstruo. Tenía miedo. Lentamente, su voz (lamentos) se fue perdiendo cuando recordó que el viejo dragón había muerto meses atrás. Ya nadie lo protegía. ¿Por qué debemos sufrir?, se lamentó el pequeño monstruo al ver algunos cadáveres de monstruos, cachorros como él, que se encontraban tirados en una esquina como simple basura.
—¡¿Por qué debemos sufrir esto?! —gritó indignado.
♦ ♦ ♦
—¡Maō! —lo llamó el viejo mayordomo, sacudiendo el hombro del niño. —No te duermas aquí.
Maō se despertó de forma brusca y se incorporó, sintiendo como la cabeza le latía con fuerza. Frotó sus ojos, intentando quitarse la somnolencia que sentía, mientras gruñía algunas palabras de su viejo idioma. Tuve un mal recuerdo, se dijo al recordar el sueño que había tenido antes que lo despertara el viejo mayordomo.
Volteó a ver a los humanos, notando las miradas de preocupación que le entregaban el viejo mayordomo y el criado azabache; Maō se erizó al instante y chasqueó la lengua. Sin esperar que los humanos digieran algo, volvió a su antigua tarea antes que se durmiera y empezó a pulir la vajilla de plata, pero eso no impidió que los humanos expresaran sus pensamientos.
—Quizás fue mala idea dejarlo trabajar —dijo Bertram tras unos minutos de silencio.
—Deberían vigilar que duerma. No parece estarlo haciendo —añadió Kokia, frunciendo el entrecejo, al ver de reojo las vistosas ojeras en el rostro pálido del niño. —No luce bien.
—Mmm, creo tiene razón. Bien, en ese caso, Maō toma el día libre, muchacho, puedes hacer lo que quieres por hoy. Solo no salgas de la mansión, puede que te necesitemos; por ahora no causes problemas ni muerdas a nadie. Ah, y no te acerques al ala este —agregó el anciano tras unas palabras de Kokia. —Solo si la joven Dama te llama.
Sin darle tiempo al rey demonio de procesar sus palabras, rápidamente fue sacado de la habitación donde se guardaba la vajilla, dejando a Maō en pleno pasillo. El pequeño monstruo parpadeó confundido por unos segundos hasta que chasqueó la lengua indignado al comprender la situación. Giró sobre sus talones y se alejó de allí con pasos fuertes, tratando de ignorar la ligera migraña e irritación que sentía. Bien. Mejor para mí. No tengo que tratar con estos insectos, bufó Maō, decidido a buscar un lugar tranquilo.
Después de todo, hoy toda la madriguera se encontraba ajetreados ante la inminente llegada del duque. Gracias a ello, los humanos correteaban por los pasillos realizando varias tareas; en especial, cuando Celica se mantuvo vigilando que cada tarea fuera hecha a la perfección, siendo más estricta de lo normal.
Maō chasqueó la lengua al pensar en ella, sintiéndose más irritado por alguna razón. Quizás porque ella hizo que lo vigilarán de forma constante como si fuera un cachorro indefenso. Al instante, se erizó al recordar el sueño que había tenido, un mal recuerdo de cuando era débil, una presa. Desde que regrese a la madriguera de esa horrible fiesta, todo se ha vuelto molesto… Debe ser la razón por la que estoy recordando cosas inútiles, pensó.
No recordaba bien el regreso a la mansión, solo que se había quedado dormido sobre… ¡Borra eso, borra eso! Seré una burla si alguien sabe que… ¡Es tan humillante solo recordarlo!, pensó el rey demonio cubriendo su cara caliente. En todo caso, al llegar había sido trasladado a su nido provisional por orden de Celica y se indicó vigilarlo por la noche en caso que tuviera un ataque de pánico. Aunque tras ver su nido, esos insectos se atrevieron a botar sus tesoros como si fueran basura.
—¡Es mi nido, no tienen derecho a tocarlos! —se quejó cuando descubrió lo que habían hecho. ¡La mitad de sus rocas, plumas y cosas brillantes que había acumulado habían sido lanzados a la basura!
Agh… si no fuera suficiente, se había decidido (sin su permiso) que hasta que se recuperara, alguien ocuparía su puesto, causando que la alimaña molesta sugiriera que la humana ‘Sophie’ ser su reemplazo. Aunque al final no llevaron a cabo su plan, ya que llegó en esos días la noticia que el duque regresaba a la mansión, iniciando el inminente caos en el que ahora se encontraban. Además de que Maō se había recuperado por completo después de dormir por un día entero, volviendo a su puesto como si nada hubiera pasado. Puede que esté atrapado en esta débil forma, pero sigo siendo más fuerte que esos gusanos, gruñó al recordar cómo los humanos se habían atrevido a cuestionar su rápida recuperación.
Pronto, Maō se erizó al escuchar las voces de unas doncellas y dio unos pasos lejos de ellas cuando notó que caminaban por el mismo pasillo. Apartó su mirada y tensó su cuerpo casi por instinto al sentirlas pasar cerca de él, solo relajándose cuando se alejaron de allí. Maō exhaló torpemente y empezó frotaba sus manos sudorosas al sentir que se habían enfriado. Chasqueó la lengua, a la vez que su ceño se arrugaba con disgusto, y continuó su camino.
Cómo cualquier parte de la mansión, la cocina estaba en el mismo estado caótico alistando la comida del duque. Maō entró en el lugar, decidido a robar pan y escapar de allí con su presa; pero al instante que entró se paralizó al oír las voces de unas doncellas cercanas que pelaban unas verduras. Las voces (muchas voces entre perfumes) rodearon a Maō cuando las escuchó reír (risas burlonas), haciendo su garganta se secara y temblara.
Fue en ese momento que un fresco y ácido aroma tan familiar llegó a su olfato, relajando el cuerpo de Maō instintivamente. ¿Celica?, pensó volteandose extrañado, y buscó a la joven noble en el lugar.
—¿Quieres mandarina? —le ofreció Rowan cuando notó la mirada fija de Maō sobre él.
Rápidamente el rostro del rey demonio se calentó hasta volverse rojo, y gruñendo un fuerte: ¡No!, salió azotando la puerta, a la vez que escuchaba algunas quejas sobre su actitud insoportable. Atravesó los pasillos, alejando a todo idiota que se le cruzara en el camino hasta que llegó al jardín.
Allí empezó a inhalar y exhalar varias veces intentando calmarse, pero seguía enojado. Quería gritar y patear (y quemar) todo lo que encontrará, haciéndolo sentir más enojo por ello. Si era totalmente sincero, no comprendía porque sus emociones (¡malditas cosas inútiles!) estaban fuera de control y ocasionaban reacciones ilógicas sobre su cuerpo; la más molesta era cuando percibía el perfume de Celica.
Caminó por el jardín hasta que un olor lo atrajo a una cama de flores; miró los delicados lirios de campana que se mecían por la brisa, dejando que su dulce aroma similar al de Celica… Uno de sus ojos se crispó y en un arranque de ira ilógica, Maō saltó sobre las flores y las empezó pisotear hasta aplastarlas por completo. Respiró pesadamente por unos instantes para luego gemir avergonzado. Me estoy comportando como un cachorro humano…, se quejó.
—Quizás debería concentrarme en otra cosa… —murmuró para sí mismo empezando a alejarse de allí. —Quizás debería ir donde esa diosa rara para investigar algunas cosas sobre el reinicio, aunque la idea de eso me irrita…
A diferencia de su sacrificio que solo necesitaba paciencia, los reinicios no había forma de comprenderlos si no era preguntar a quién sabía de ellos. Incluso puedo hacerlo hoy… el viejo humano me dio el día libre, meditó.
El anillo se iluminó ligeramente, mientras abría la puerta de vidrio que comunicaba con el salón de té y el jardín, entrando a un mundo blanco. Maō se paralizó y miró la biblioteca blanca que se alzaba en la amplia habitación, mientras aspiraba con fuerza ante el ligero ardor. Miró de reojo el jardín y luego aquel mundo silencioso, para finalmente dar unos pasos cuidadosos al frente escuchando como la puerta se cerraba detrás él.
—Bienvenido, rey demonio Maō —le saludó la voz serena de Lucna, atrayendo la atención de Maō hacia ella.
Al igual que la última vez, Lucna se encontraba sentada en medio de la biblioteca en su mecedora, manteniendo consigo aquel libro bicolor. Maō la miró para luego observar de reojo la puerta, frunciendo el ceño al instante. “Sucedió lo mismo, atravesé de un lugar a otro”, pensó Maō.
—¿Por qué me has llamado, diosa? —cuestionó el rey demonio.
—Creo que hace la pregunta incorrecta, rey demonio Maō.
—¿Qué quieres decir?
—La pregunta correcta es: ¿por qué deseaste venir a la biblioteca? —sonrió ante la mirada confundida del monstruo. —El anillo solo cumplió su deseo.
—Explica bien, diosa, no quiero tus malditos juegos.
Ella solo sonrió.
—Mi primer obsequió, el anillo, es una llave que permite conectar el escenario de la obra y mi biblioteca como si fueran uno solo, permitiendo así a su portador traspasar el telón que los separa —dijo.
—Entonces, ¿solo necesito pensar en venir aquí y abrir una puerta?
—Correcto, rey demonio Maō. Bajo esa línea debo preguntar: ¿desea pistas para continuar? ¿O prefiere resolver los conflictos emocionales que tiene pendiente?
Maō chasqueó la lengua y rodó sus ojos al ver la sonrisa burlona de Lucna. Solo respira Maō, respira. En ese instante, su mirada cayó sobre los libros de una estantería cercana y recordó un viejo pensamiento que había tenido; los miró fijamente, y tras unos segundos en silencio, extendió su mano para tomar uno.
—Por favor, no toques ningún libro sin la autorización del encargado.
Maō miró de reojo a Lucna, observando que la diosa caminaba tranquilamente hacia él, mostrando una expresión serena y alegre. Pronto, el rey demonio esbozó una sonrisa torcida y expresó sin quitar su mano del libro.
—¿Qué sucede, diosa? ¿Nerviosa porque que lea uno de tus libros?
—Me preocupa más que destruyas mi orden, no me gustaría perder el registro de una historia solo porque un libro ha sido mal acomodado. Es realmente molesto —dijo, llegando al lado de Maō y apartando su mano del libro. —Si desea un libro, consulte primero conmigo, rey demonio Maō… Estoy segura de que tengo libros con muchos dibujos.
El pequeño monstruo chasqueó la lengua al oírla y se apartó de ella, aunque no quitó su mirada de los libros. ¿Qué contenían para que Lucna trata de mantenerlo lejos de ellos? Quizás deba robar uno para revisarlo…, pensó pero rápidamente frunció el ceño al recordar que no sabía leer. Tontos inconvenientes.
—Rey demonio Maō, le pediría amablemente no planear nada innecesario. No me gustaría utilizar mi poder para hacerte obedecer tan temprano —exclamó la diosa de forma seria.
—¡Ja! En serio, diosa, ¿y qué harás?
—Mmm… Esto.
Pronto, Lucna se colocó frente a Maō acercando su rostro al del niño al punto que casi podía sentir su respiración sobre él; el rey demonio solo la vio confundido. ¿Qué planeaba? ¿Lo iba a atacar o simplemente ver a los ojos?
—Mmm… que lamentable, pensé que reaccionarías —expresó Lucna tras unos minutos de mirarlo fijamente.
—¿Ah?
—Esperaba que temblaras o algo así, pero supongo que tienes una impresión muy diferente de mí para verme como una mujer.
—¿Temblar? —gruñó. —¡No me veas por debajo, diosa! Nunca temblaría ante…
—O quizás solo funciona en mujeres mortales… —murmuró Lucna ignorando al monstruo. —Aunque quizás aún no esté totalmente desarrollado tu horror feminae… Mmm, supongo que dependerá de ella para que se decida si les temerá o las odiara.
—¡Hey! ¡No me ignores!
—Supongo deberé usar otro método… —miró al rey demonio. —Aunque no ahora. Has venido por pistas, rey demonio Maō, y no te demorare más por ello. Entonces, ¿qué deseas consultar?
Maō chasqueó la lengua ante el cambió de tema, pero tomó una respiración profunda y trato de mantenerse tranquilo. No permitas que te controle, se recordó y miró directamente a la diosa frente a él.
—Dime sobre el reinicio y la historia.
Lucna lo miró y ladeó su rostro, manteniéndose atenta a Maō; este la miró y volvió chasquear la lengua.
—¿No responderás, diosa?
—No has entregado una pregunta. Solo temas.
—Eres tan… ¡Bien! ¿Cuándo iniciara la historia que vigilas?
—Desde un principio se estuvo narrando, solo que no te encontrabas en el foco principal. O quizás, debo decir: que no has distinguido las simples escenas de los eventos principales.
—¿Qué quieres decir?
—Debes ser más observado, rey demonio Maō. Las pistas esenciales siempre se ocultan entre líneas.
—¿Ah?
—No importa, todo tendrá sentido en el momento indicado. Por ahora, quizás deberías mantenerte cerca de la tritagonista. Quizás te permita ver algunos eventos…
—Antes mencionaste algo así, pero… ¿por qué llamas a Celica titragonista?
— Tritagonista —le corrigió.
—¡Lo que sea! ¿Qué es?
—El tritagonista es el tercer actor dentro de la historia y en muchas ocasiones sufre las repercusiones de las acciones cometidas por el protagonista y antagonista. Una simple víctima de las circunstancias, aunque otros pueden verlo como el castigo justo de sus acciones. Después de todo, ella fue, quien por voluntad propia, decidió realizarlas y convertirse en la villana.
—Sigo sin comprender esas palabras que usas para hablar de esta historia ¿Realmente son necesarias para tu explicación? —Lucna no respondió y solo sonrió, haciendo bufar al rey demonio. —Olvídalo. ¿Cuándo terminará la historia?
—Cuando las elecciones sumen el resultado final. ¿Será después del clímax, la confrontación entre la protagonista y la antagonista, o será un final prematuro? Aunque, ¿quizás solo deseas saber el tiempo mortal? —le sonrió. —En ese caso, sería alrededor de 190 días desde hoy.
—Entonces aún tengo tiempo —murmuró Maō para sí mismo, cruzando sus brazos. —Bien. Ahora, habla del reinicio. Información útil —añadió rápidamente al ver la sonrisa de la diosa, —que me sirva para completar mi objetivo. Incluso una explicación del porqué inicia el guión en ocasiones y si realmente estamos atados a ellos.
La mirada de Lucna se iluminó por un segundo, desapareciendo al momento que comenzaba a dar unos pasos y colocaba sus manos sobre su espalda, caminando con el cuidado y la gracia de una araña.
—Interesantes preguntas, rey demonio Maō. La respuesta a ellas son los eventos —inició, entonando una voz solemne. —Como los has comprobado, todos los mortales están atrapados en recitar el guión, conscientes o inconscientemente. Esos momentos son escenas de la obra que lograron mostrarse sin alteración. Un desarrollo igual, un encuentro entre personajes igual y un escenario perfectamente igual al que una vez fue.
—¿Entonces, el guión se da porque hay una repetición similar a lo que se hizo en el reinicio anterior?
—Exacto. Ahora bien, al igual que una puesta en escena, la representación no será siempre igual a causa de los imprevistos y en ellos la actuación puede alterarse. Saltar escenas o agregar escenas. Pero esto solo se puede lograr si los cambios se reescribieron en el flujo de la historia. Un efecto que causa una reacción en cadena y culmina en un cambio —miró directamente a los ojos de Maō de forma seria y fría. —Sin embargo, siempre recuerde, rey demonio Maō, siempre se debe pagar un precio por ello.
—¿Un precio para alterar el guión? Eso explica que es complicado solo desafiarlo… Por otra parte, no has explicado los eventos. ¿Qué tienen que ver con esto?
—Así es como conocen esta situación: un evento.
—Espera, antes lo llamaste escenas.
—Porque también son escenas —sonrió. —Son sinónimos parciales. Uno de mayor valor que otro dentro de este complejo juego. Ah, no arrugues el entrecejo así. No lo hago para confundir… por ahora no —añadió con alegría al ver la expresión amarga que Maō tenía. —Después de todo, son términos hermanos de gran importancia.
—Explica.
—Una escena es simple y constante que actúa como interacción menor entre personajes y el guión se recita. Un evento, por su parte, se muestra imprevisto entre las escenas, un momento donde los personajes principales actúan y las palabras toman peso. Un momento donde la inflexión se revela —sonrió. —La escena se torna en evento y el evento en inflexión, y el desenlace deseado se construye.
¿Los eventos aparecen entre escenas? ¿Los eventos revelan la inflexión (lo que significara eso)? ¿Crear el desenlace? Maō se quedó en silencio, tratando de procesar y darle sentido a las palabras extrañas de Lucna. Lentamente sus ojos rojos se fueron abriendo hasta que su aliento se enganchó en su pecho cuando descubrió el significado; una sonrisa afilado se posó en sus labios mientras dejaba escapar el inicio de una pequeña carcajada.
—¡Cambiar el destino! ¡Los eventos cambian el destino! —exclamó Maō emocionado. ¿Pero cuáles son los eventos? ¿He vivido alguno?, se preguntó.
Dirigió su mirada a Lucna, quien encontraba sentada en su mecedora. Abrió la boca, listo para continuar sus preguntas, pero las palabras de Lucna lo silenciaron rápidamente.
—Me temo que el tiempo se ha terminado, rey demonio Maō. Es hora de regresar al escenario, has desaparecido demasiado tiempo para que noten tu desaparición.
—¿Esperas que me vaya cuando por fin llegas a algo útil? —se quejó el azabache. —¡Aún no has respondido todas mis preguntas…!
—He entregado las pistas necesarias para este acto y todo dependerá de cuán atento sea, rey demonio Maō. Pero si deseas más pistas, recomiendo escoger un momento que no afecte su relación inestable entre los actores —sonrió. —Después de todo, mi protección solo funciona para evitar que noten algunas cosas obvias de ti, pero no te protege de su decisión. Incluso las voces de unas simples sombras de fondo tienen fuerza cuando se unen y de ellos puede depender tu papel.
—Hablas como si me ordenaras que me llevara bien con esas pestes.
—No realmente, pero sus acciones dependerá si logras tu objetivo. ¿Aliados o enemigos? ¿Confianza o desconfianza? ¿Distancia o cercanía? —dijo, aunque pronto añadió al ver el rostro de Maō. —No lo tome tan personal. Solo cumplo mi papel como dramaturga: resolver los cabos sueltos que evitan el desarrollo de mis personajes. En especial, si ellos huyen de él. Aunque, quizás, solo sea difícil admitir que te agrada algo de cierto actor cuando por naturaleza debes odiarla —rio suavemente.
Maō gruñó, erizando al instante por sus palabras. Esta es la maldita razón por lo que no quería venir, bufó molesto. Giró sobre sus talones y caminó directamente hacia la puerta, no quería tratar más con esa diosa.
♦ ♦ ♦
Había pasado varias horas en la mansión, cuando Maō regresó de la biblioteca de Lucna para sorpresa de este. Miró el salón de té totalmente vacío, aliviando al rey demonio. No quería encontrarse a nadie, en especial si tenía que explicar dónde había desaparecido. Caminó hasta la puerta, pero pronto se detuvo al notar los lirios de campana que adornaban y aromatizaban el salón.
¿Agradarme…? No me agrada, pero su aroma me tranquiliza y no sé por qué. ¡Es molesto!, resopló con enojo. Aun así, el aroma aligeró sus pensamientos y salió tranquilamente de allí, listo para mentir.