Escrito por Polly
Asesorado por Grainne
Editado por Shiro
—Entonces… nos veremos pronto, señorita Roxanne, muchas gracias por invitarme —me dijo Kalie con una suave sonrisa mientras nos despedíamos en la entrada de la casa. A pesar de su timidez, lucía feliz. Sin poder resistir, me acerqué a darle un tierno abrazo de amigas, ella contaba como mi primera amiga.
—Me alegra mucho que hayas venido, espero que pronto nos podamos reunir nuevamente.
Kalie se relajó al escucharme y correspondió con timidez mi abrazo, para separarnos con lentitud. Ambas nos sonreímos mutuamente para finalmente alejarnos. Fue solo entonces que me giré a ver a Aldelois.
—También fue un placer recibirlo, señor Erns —le dije al chico.
—Puede llamarme Aldelois, no soy mucho más grande que su hermano, y ahora usted es la amiga de mi hermanita.
Su sonrisa parecía una burla, mientras que veía su mano tomar mi pequeña manita antes de darle un beso. Mis mejillas ardieron inmediatamente, tanto Kath como Francis lucían sorprendidos por aquella seña, pero sus reacciones no eran comparables con las de George, que podría ser equiparable a la de un demonio.
—Ya es momento de que se marchen, no querrán que el sol se esconda —dijo George, con tono ligeramente pasivo agresivo mientras tomaba el brazo del joven Erns para llevarlo hasta el carruaje en una total falta de cortesía. Pero debería estar agradecida de que mi padre se quedó dentro de la casa mucho más concentrado en su nueva locura de hacerme una fiesta.
Tratando de olvidar un poco la sensación de cosquilleo en el dorso de mi mano, empecé a mover mi brazo suavemente para despedirme del carruaje cuando este comenzó a moverse con lentitud hasta alejarse de mi hogar.
—Hermano mayor, ¿en verdad crees que Kalie le haya gustado la tarde? Es mi primera amiga, y me agrada —dije, tratando de calmar a mi hermano. Le hice un gesto de ojos de cachorro, tomando su mano lentamente.
Me miró, y apenas me dio una sonrisa antes de empezar a revolverme el cabello.
—Claro que sí, ella tendría que ser más tonta que tú si no le gustara pasar la tarde contigo.
Solo él tiene el talento de insultarme al mismo tiempo que me halaga.
—Muchas gracias, hermano mayor, sin dudas tú eres mi mejor amigo. —Sonreí ampliamente antes de abrazarlo con fuerza. Me gustaba sentir cómo se ponía tenso en el primer instante. Ser impredecible para mi hermano era algo que siempre jugaba a mi favor.
—Ya, niña tonta… vamos adentro. Padre seguramente quiera hablar contigo, quiere organizarte una fiesta —dijo George, tomándome de la mano. Entonces empezó a tirar de mí, entrando a la casa, mientras que Francis nos seguía de cerca, al igual que Katherine.
Al tiempo que escuchaba a mi hermano hablar sobre los planes de mi padre, no podía evitar sentir escalofríos. ¿Cómo es que creía que era lógico hacerle una fiesta de alta sociedad a una pequeña niña de seis años? Si bien era cierto que soy un adulto, y todos creían que era una especie de niñita genio, aun asi debía tener el sentido común de que una situación como esa excedía las capacidades de una infante.
Ahora, ¿cómo lograré convencer a mi padre de que esto es una locura sin parecer que lo estoy insultando? Eso sí es trabajo para un genio.
—George, si yo no quiero una fiesta… ¿padre lo entendería? —hablé con timidez, girando despacio hacia mi hermano, pero por su expresión, se veía que él tenía las mismas preocupaciones a las que yo estaba enfrentándome. No lucía como si tuviera una respuesta concisa.
—Me pregunto… ¿qué prepararán para cenar? ¿Qué tal si vamos a ver? —De manera descarada, mi hermano habló intentando cambiar el tema de conversación, apartando la mirada, sin soportar hacer contacto visual conmigo.
Tanto así… creo que estaré en problemas cuando hable con mi padre del tema.
—Está bien, hermano, me gustaría saber qué vamos a cenar. ¿Puedes preguntar y decirme? —Sonreí tiernamente, moviendo ligeramente mi falda en círculos con ayuda de mis manos estiradas.
—De acuerdo, tonta, te veré en tu habitación para que juguemos un rato nosotros dos, así no te aburrirás hasta la comida. —Me sonrió ligeramente y me revolvió el cabello, arruinando mi peinado, antes de marcharse por su lado en dirección a la cocina.
Yo solo me armé del poco valor que tenía para poder ver a Katherine con una suave sonrisa.
—Vayamos a ver a padre.
♦ ♦ ♦
—Adelante —dijo Katherine, quien me abrió la puerta despacio una vez hubo respondido mi padre del otro lado. Ella lucía muy preocupada por mí, se notaba que escuchó lo que le había preguntado a George, así que sospechaba el por qué había decidido ir a la oficina de mi padre. Pero tenía que intentar detenerlo, aún no estoy lista.
—Padre, quería hablar contigo.
Al entrar pude notar que los amigos del duque seguían allí adentro, parecían estar tensos. Sin embargo, mi padre estaba como si nada, y se puso de pie para poder rodear su escritorio antes de cargarme en sus brazos.
—¿Qué necesitas, Roxanne? Estaba planeando todo para tu fiesta.
Luego, entendí cuál era el problema allí. Supuse que todos debían estar de acuerdo con que era una mala idea.
—Papi… es que… yo no quiero una fiesta —traté de hablar con mi voz más tierna, más infantil, y con mi mejor puchero.
—¿Qué? ¿Cómo que tú no quieres la fiesta? —cuando repitió mis palabras en forma de pregunta, pude sentir el sudor frío recorrer mi columna como el filo helado de un cuchillo.
—Quiero tener una fiesta solo con papi, y mis hermanos… y con Kath, Alexander, Ronan y Francis. —Con cuidado, me abracé a su cuello e inflé mis mejillas ligeramente como los pequeños cachetes de un bebé panda. Nadie a nuestro alrededor movió un músculo, en sus caras neutras se podía observar la sombra de terror por lo que podría pasarme al oponerme a los deseos del duque. Pero la fiesta no se trataba de él, sino de mí, no podías dar una fiesta donde la persona a festejar no iba a estar feliz.
—Entonces, tú quieres solamente algo con nosotros. Eso no sería una fiesta. —Su tono no parecía molesto, pero tampoco feliz. Su rostro era como una perfecta escultura en mármol fino, sería más fácil tratar con él si su cara mostrara más emociones. Pero al menos no estaba intentando apartarme, significa que estaba bien con mi idea.
—Umm, si no es una fiesta, quiero un picnic. —Fue lo primero que se me vino a la mente. De hecho, no estaba segura de que el duque fuera de los que se sientan en el césped a comer emparedados, pero de igual manera, valía la pena intentarlo.
Le sonreí con suavidad a mi padre, agitando mis pestañas, tratando de que aflojara esa expresión de piedra. No creía que fuese a aceptar la idea del picnic, pero solo necesitaba que abandonara la loca idea de una fiesta. No conocía todos los medios de etiqueta. Quizás debía practicar un poco con la señora Alvor.
—Bien, haremos el picnic. —La respuesta de mi padre me tomó por sorpresa, casi se me caía la mandíbula al escucharle aceptar sin rechistar. Se giró para ver a Katherine y me sostuvo con mayor firmeza contra su pecho, aunque debía decir que ya no me aplastaba al cargarme.
—Prepara todo para mañana hacer un picnic para nosotros. De inmediato.
—Sí, mi señor
En presencia de mi padre, Katherine siempre mantenía la vista baja y su espalda derecha, en una actitud respetuosa. Sin decir nada más que lo necesario, salió de la habitación, no sin antes darme un vistazo con una pequeña sonrisa. Sin dudas ella estaba de acuerdo con que había triunfado frente a los caprichos del duque.
—Qué bien suena un picnic, Frederick. No creí que te gustaran. —Con una sonrisa, Alexander se acercó a nosotros. Mi padre lo vio con la nariz en alto, arqueando una de sus cejas con prepotencia, como si su amigo ahora fuese una cucaracha.
—Tú no estás invitado, márchate —cuando mi padre hablaba así, en ese tono tan oscuro, no sabía cómo hacía para aún tener amigos. —Tú y Ronan ya pueden marcharse. —Sin decir más, me sacó de la oficina, mientras que el único que nos seguía era Francis.
Siento un poco de pena por ellos, pero ya me salí con la mía, no puedo intentar ir de nuevo contra mi padre.
—Francis, quiero que des la orden para que preparen un territorio de cuatro kilómetros en la colina junto al río, no quiero que nadie nos vaya a molestar cuando estemos en el picnic. Si alguien entra al perímetro, se desharán de él.
Wou, mi padre hace abuso de poder.
Francis, como acostumbraba, no dijo nada, solamente asintió con su cabeza y se dio la vuelta para marcharse. Estaba segura de que él podría ser pariente del duque, después de todo, los dos tenían un rostro atractivo que no demostraba absolutamente nada.
—Padre, gracias por querer hacer el picnic conmigo, pero… estaba pensando que no sería lo mismo sin John. —Lo miré con un pequeño puchero, pensando en lo mucho que extrañaba a mi hermano mayor, verlo algún fin de semana o en vacaciones no resultaba suficiente.
—¿Tú necesitas a John? Lo extrañas… ¿verdad? —Sentí su suave caricia en mi mejilla, y por un momento pude ver la suavidad en sus ojos, una verdadera paternidad, como si le importase lo que yo estaba sintiendo en ese momento—. No tienes que preocuparte, Roxanne.
Me depositó despacio en el suelo y me palmeó la cabeza, antes de marcharse de nuevo a su oficina. Ese hombre en verdad era impredecible y extraño, parecía que no podía centrar sus pensamientos, o simplemente los cambiaba con facilidad.
Yo solo me quedé ahí quieta, confundida, hasta que Katherine se acercó a mí. Al parecer, ya había ordenado que todo fuese preparado para nuestro picnic hecho de imprevisto, y estaba decidida a hacerme cambiar de atuendo por uno más adecuado para exteriores.
—Tranquila, señorita Roxanne, encontraremos algo apropiado para que pueda utilizar. —Tomé la mano de Kath y caminamos juntas a mi habitación, en verdad, en lo que menos pensaba era respecto a lo que iba a usar en un picnic. Aunque sería agradable poder utilizar pantalones.
—Kath, ¿tú crees que mi padre es raro? —Miré de reojo a la sirvienta mientras apretaba ligeramente su mano, observándola de reojo. Sin dudas, mi pregunta la había tomado por sorpresa, tras lo que se puso tensa con rapidez. Cualquiera pensaría que era una trampa para que dijera alguna indiscreción sobre el duque.
—Yo pienso que el señor solamente es peculiar, tiene su forma de enfrentar las situaciones. Pero usted debe sentirse segura y orgullosa de él, su padre, sin duda alguna, la ama mucho… —Me sonrió con una ternura que me emocionó, nunca esperé que alguien pudiera decirme algo así, pero era real ¿no?
Es decir, no sé si podría decir que mi padre me ama pero sí que me aprecia… Si no lo hiciera no haría todo eso por mí.
—Yo también lo quiero, y también quiero a mis hermanos… ¡Y también te quiero a ti, Kath!
La mujer me miró con una amplia sonrisa al escuchar mi tierna exclamación, y con un gran brillo en sus ojos, me abrazó aplastando mi mejilla contra la suya.
—Mi señorita es tan dulce, también la quiero mucho.
Era un momento muy tierno, pero ahora tenía que prepararme. Mi padre quizás me mimaba demasiado, pero ir a un picnic no sabía nada mal. Podría poner a prueba mi repelente casero.
Espero que no apeste.
Gracias. En verdad me encanta esta novela
Gracias a ti, me encanta que te encante