Evento de San Valentín 2020 – Su deseo y una maldición que trasciende en el tiempo

Escrito por Elisa

Asesorado por Maru

Editado por Michi


Las hojas caían como dándole la bienvenida a una nueva temporada, mi habitación estaba vacía y mi atención estaba en los hermosos árboles florecientes al otro lado de mi ventana.

Tan hermoso y a la vez tan efímero. No sé si era el vacío de mi corazón o el miedo de que la puerta se abriera nuevamente que me hacía envidiar a aquellas aves que parecían disfrutar, revoloteando alegremente entre las flores de aquel árbol mientras que yo no tenía escape de esta jaula que me envolvía.

Inconscientemente, mi mano empezó a acercarse al frío vidrio que me impedía escapar.

Lynnet Mathews. Era la única hija de un duque, sin embargo, no importaba el rango que tuviese mi casa, yo no era diferente a los adornos en esta habitación. Aunque mi aspecto fue alabado por mi padre, ahora solo podía pensar en que la razón era el parecido que tenía con mi madre; cabello ondulado color rosado pastel y ojos almendrados de un tono jade.

Mi madre murió por una complicación al darme a luz. Ella renunció a su vida por dar vida a mi frágil persona, dejando a su amado solo. Mi padre era alguien sumamente amable, y a pesar de que pudo culparme por la muerte de mi madre, no lo hizo, él simplemente me cuidó como su más preciado tesoro.

Desde que había nacido fui llamada la niña de porcelana, no solo por mi tez que era tan blanca como la nieve sino por mi condición, una enfermedad que no me mataría pero me volvería cada vez más frágil como el cristal.

Aunque el cristal, tal vez sea más fuerte que yo en este momento. ¿Por qué estoy encerrada? No desesperes, escucha con tranquilidad.

Un día desobedecí a mi padre y salí sin compañía, un grave error. Era una temporada llena de nieve y quería verlo.

Escapé de la mansión sin que se dieran cuenta los sirvientes mientras mi padre se encontraba en alguna reunión con el rey. Tenía tantas ganas de jugar con la nieve y no soportaba la idea de estar encerrada, sin embargo, no conté con que tan frágil era mi cuerpo. Fue la primera vez que sentí terror y miedo al enfrentarme al hecho que no sería nunca capaz de hacer todo lo quisiera.

¿Morí? En serio me preguntas eso, claro casi muero. Pero no estaría aquí contando si no me hubiera salvado. No recuerdo nada de lo que paso despues de mi shock pero desde ese momento todo cambió.

Mi padre no era el mismo de antes, él empezó a desaparecer de mi vida. Las sirvientas se encargaban de todo. Pero cuando él venía de visita su mirada era gélida, no encontraba en sus ojos el antiguo amor que me demostró.

Ese recuerdo aún perturba mi corazón. 

Cuando alejé mi mano de la ventana, la posé en mi pecho como para armarme de valor, estaba tan ensimismada en mis pensamientos que no me di cuenta de que ya no estaba sola en la habitación.

Un chico con cabellera blanca, ojos de color vino y una sonrisa muy feliz, agitaba su mano delante de mis ojos. Mientras me llamaba con tono impaciente.

—¡Hey! Sentí que me buscabas… ¿Me escuchas?

¿Quién es?

Al no escuchar mi respuesta, me tomó entre sus brazos como una princesa y empezó a girar alegremente.

—Hyaa…

—Shhhh… Silencio… Te van a escuchar —dijo preocupado intentando tranquilizarme.

Cuando por fin estuve en el seguro suelo, sin que me giraran despreocupadamente pude pensar con tranquilidad.

—¿Quién eres ? —lo examiné con la mirada—. ¿Cómo has logrado entrar aquí?

El desconocido empezó a caminar por toda la habitación sin mirarme, por un momento me pareció ver una expresión llena de dolor. Al detenerse se giró en mi dirección y  se acercó como para susurrarme.

—¿Cuál es tu deseo ?

Era sospechoso,  esa expresión tal vez solo era mi imaginación. Pero aún así, él había ignorado completamente mis preguntas.

¿Acaso se está burlando de mí? 

Mis emociones eran un caos. Una parte de mi estaba llena de dudas y la otra quería ignorar totalmente esas preguntas y confiar en él. Su voz hacía eco en mi corazón, algo me decía que esa persona era importante para mí.

Pero a pesar de todo, solo pude rechazarlo. No quería decir mi verdadero deseo.

¿Quiero que esa persona sea feliz? 

Nadie puede cumplir ese deseo, solo es un leve anhelo querer ver a mi padre con su habitual sonrisa llena de cariño que ahora solo es un recuerdo.

—Quiero que te vayas de aquí.

Un momento mostró un gesto de decepción.

—¿Realmente quieres eso? —su voz era algo débil.

Después de mirarme como si estuviera analizando, asintió, como entendiendo lo que pensaba. Me acarició la cabeza y sin dudarlo dejé que su mano se paseara libremente con sus caricias.

—Entiendo, aún no estás preparada —dijo con una sonrisa irónica—. Cuando tu corazón esté preparado regresaré, mi pequeña ave enjaulada.

Al ver alejar su mano, sentí que el frío envolvía mi corazón y el miedo de verlo desaparecer.

¿Por qué mi cuerpo acepta tan fácilmente sus muestras de cariño? ¿Por qué sentía tanto miedo de que se volviera a ir? ¿volver? 

Mi desconcierto se volvió pánico, no entendía nada. Él solo apareció, no sabía nada de él pero entonces…

¿Por qué tengo estos sentimientos? ¿Por qué duele tanto perder su calidez? 

En ese momento una voz que no reconocía me sacó de mis pensamientos.

Detenlo… No dejes que se vaya. 

Pero cuando mi mano intentó alcanzarlo, ya era muy tarde. Simplemente se desvaneció como si nunca hubiera estado ahí.

El tiempo pasó rápidamente, la noche se abría paso sin importarle que mi mente seguía vagando entre miles de pensamientos y la incomodidad de mi corazón que latia rapidamente.

No podía dejar de pensar en mi súbito encuentro con ese chico.  Los sirvientes que ni siquiera se dieron cuenta de su presencia siguieron con sus labores y se movían con normalidad.

Era la primera vez que hablaba con alguien además de todos los que viven en esta mansión.

Por un momento pensé en perseguirlo pero este tipo solo se había desvanecido.

¿Eso era posible?

Pero así supiera a dónde fue, no podía irme de aquí.

No  soy libre de ir a donde quisiera, mi padre nunca me lo permitiría.

El dia se acabo sin darme cuenta.  Y nadie se daría cuenta que algo en mi había cambiado.

♦ ♦ ♦

Al día siguiente, apareció de nuevo.

—Oh, no pongas esa cara de sorpresa, soy muy insistente cuando alguien me gusta.

Silencio.

No podía responderle, pensaba que era un sueño debido a su manera de aparecer de la nada y desaparecer sin dejar rastro de su existencia.

¿Realmente es real? ¿No es un sueño? Tal vez es un efecto secundario de mi soledad.

—¿Te encuentras mal? —dijo mientras acercaba su mano.

—¿Quién eres? ¿Esto es un sueño? —me alejé antes de que su mano me tocará.

Con una sonrisa amarga alejé su mano, mientras que su mirada parecía llena de aflicción.

—Mi adorable princesa, no es necesario que sepas —negando con la cabeza se interrumpió—. Mi error, no soy nadie que merezca su atención… Princesa, ¿cuál es tu deseo?

—¿Por qué? —me aleje mientras negaba con la cabeza—. ¿Quién eres?

Ese chico se acercó a mí, tomando mi mano entre la suyas, quedándose un instante simplemente mirándome como si quisiese decir algo, pero al final solo sonrió antes de volver a desaparecer.

Desde ese momento algo cambió. Cuando él aparecía solo preguntaba sobre mi deseo y al no escuchar lo que él quería simplemente desaparecía.

Cada día, sin decir nada más, siempre desaparecía con una sonrisa, pero una sonrisa que no podía ocultar su dolor.

No entendía por qué cada vez que él venía, sus expresiones se volvían más y más tristes.

Hasta que un día dejó de venir.

No sabía quién era, no entendía sus intenciones pero mi corazón dolía cada vez que lo veía.

Estaba impaciente, no recordaba desde cuándo la presencia de esa persona se había  vuelto importante, tal vez era un error, la primera vez que lo ví algo dentro de mí empezó a desesperarse cuando se marchaba.

Él siempre hablaba sobre un deseo, ¿deseo? No, no necesito pensar en eso solo…

Solo debes esperar y morir…

Esas palabras que resonaban como una maldición en mi mente.

No importaba cuánto tiempo pasara, ni quién apareciera en mi vida, esta jaula al final sería lo único que importaría.

♦ ♦ ♦

El sol se ocultaba, ya había olvidado cuánto tiempo había pasado sin su presencia.

Mi padre seguía sin visitarme. Como siempre, los empleados solo traían lo indispensable para mantenerme viva.

Estaba acostumbrada, ya no me dolía que padre no viniera, ya no me importaba que los empleados me evitasen por miedo a que me rompiera.

En mi próxima vida… 

No, no ganaba nada pensando en ello, aunque no sabía cuándo iba a morir, tampoco creía que fuese pronto.

Es raro, el día de hoy es raro.

—Te pareces tanto a ella que es doloroso, cada día te evito pero cuando te veo solo puedo pensar en que… las cosas serían diferentes si tu madre siguiera viva.

Una voz ronca pero tranquila, una voz que reconocía muy bien y me inundaba de miedo. Miedo de ser despreciada por esa persona que tanto quería.

El amor era algo temible. Cuando perdías lo que amabas solo había dos posibles resultados. Podías superarlo o dejar que te destruyera.

—Lo sé, padre. Tú siempre me has culpado a pesar de todo, ¿verdad? Yo solo puedo alejarme de ti, pero el dolor no se irá.

Cuando me giré en dirección de la voz de mi padre, encontré a un hombre sin expresión, delgado y demacrado.

Padre parecía ya haber llegado al límite, se veía como una marioneta. Sus ojos ya no me reflejaban.

Sin responderme, se acercó y me dio un gentil abrazo, aunque era suave sentí el dolor recorrer mi cuerpo.

Tal vez mi cuerpo también ya está en su límite.

—Lo siento, lo siento…

Como si fuera una oración, repitió innumerables veces su disculpa, aquellos ojos sin vida se inundaron de lágrimas.

—Lo siento tanto, pero ya no puedo más… Tu existencia es muy dolorosa.

No sentía miedo de morir, entendía a mi padre, su aspecto era la prueba del amor que tuvo por mi madre.

Este estúpido padre, dejó que su amor lo enloqueciera, y cada vez le fue más difícil vivir soportando mi existencia.

—Está bien, entiendo. Por eso no necesitas ocultar esa navaja. No te odio padre, lo que realmente odio es no haber podido curar tu corazón.

Acaricié la espalda de mi padre, intentando darme fuerza para ayudarlo a avanzar.

—Padre, lo siento. Pero no puedo permitir que tú me quites la vida, así que… —Alejándome de padre, le di una sonrisa—. Hey, ¿me escuchas…? Por fin encontré mi deseo.

El viento golpeó con fuerza la ventana, y ese chico apareció.

—Creí que nunca me llamarías. Estoy feliz de que me busques, pero, dime, ¿por qué siempre me haces esto?

Su rostro mostraba un profundo dolor. Sabía que mi corazón no mentía, mi corazón lo anhelaba y este sentimiento era tan fuerte como si tuviera mil años. Era cierto pero mi deseo no iba a cambiar.

—¿Quién eres?

Ignorando las palabras de mi padre, se acercó y me acarició la mejilla como si fuera algo preciado.

—Realmente, cuánto tiempo planeas hacerme esperar.

Acercando su rostro mientras su mano tocaba mi cabello, gentil y suavemente me dio un beso.

Antes de poder responderle, se alejó un poco y se arrodilló.

—Entonces mi princesa, ¿cuál es tu deseo?

Las lágrimas cayeron por mis mejillas. En ese momento vi imagenes de recuerdos que no había vivido, parecían ajenos pero a la vez eran tan familiares… Momentos que acudían a mí uno tras otro, tan vívidos, que me hicieron temblar. ¿Qué era eso? Una vida tras otra… que venía a mi memoria.

Aunque aún no entendía con totalidad, comenzaba a comprender, a recordar. A recordarlo a él.

—Lo siento, Caleb.

Agachó la cabeza mientras susurraba.

—Gracias por recordarme.

—Mi deseo, mi único deseo. Deseo nunca haber existido como Lynnet Mathews.

Vi cómo las lágrimas de Caleb caían por su mejilla mientras se forzaba a sonreír.

—Lo que desee mi princesa.

Giré mi rostro hacia mi padre, que aún parecía confundido.

—Padre, yo realmente te amo, deseo que seas feliz de todo corazón.

Le di una pequeña reverencia como despedida.

—Espera, Lyn…

Padre empezó a acercar su mano pero no pudo alcanzarme.

Todo a mi alrededor simplemente desapareció y caí en un sueño que parecía interminable.

♦ ♦ ♦

—¿Por qué? Eres mi niña, ¿por qué soy incapaz de detenerte? Yo Lyn… yo soy un padre terrible, no merezco tu amor… no lo merezco… —Cayó de rodillas mientras se lamentaba—.  Eres la niña que tanto amo… Pero aún así este estúpido padre tuyo solo te trajo desgracias.

—Te entiendo. Hacemos cosas inexplicables por los que amamos, nos dañamos o dañamos a los que nos quieren. Este mundo va a regresar al tiempo en el que ella no existía —se giró para verlo—. Es una lástima, pero no es tu culpa; es parte de mi maldición, pero sé feliz a partir de ahora,  ese es su verdadero deseo. Por el amor hacia tu tonta hija, sólo sé feliz.

♦ ♦ ♦

Cuando desperté, vi a Caleb delante de mí. A mi alrededor solo había un bosque.

—La maldición de esa bruja es muy fuerte, lo siento Cheryl.

¿Eh? ¿Cheryl? 

—Bruja, no es muy extremo llamarla así. Después de todo ella también…

El rostro de Caleb se veía desesperado.

—Cheryl, te prometo que romperé esa maldición —se acercó y me dedicó un beso apasionado—. Por eso, por favor, no te alejes de mi.

—Se que lo harás. Borra esa estúpida expresión, no soy tan débil. No dejaré que esa maldición decida mi destino. Ya sabes, me lo prometiste, ¿verdad? Que tú serías mi destino al final.

Aunque de mi boca habían salido esas palabras, no era yo quien hablaba. Era como una marioneta, podía ver mis acciones y escucharme pero nada era controlado por mi.

¿Este es el pasado? O acaso, ¿es un recuerdo de mi vida pasada?

Con una sonrisa, toqué su mejilla antes de darle un tierno beso.

—Siempre serás un llorón, esa parte de ti siempre será adorable.

—No soy adorable —dijo mientras su voz se volvía cada vez más débil—. Tú… Tú lo eres.

—Lindo, muy lindo —no pude evitar reprimir una carcajada.

—Ggggh… Idiota, estoy preocupado. Deja de decirme lindo. No es una palabra que haga feliz a un chico.

Era vergonzoso verme comportarme de esa manera pero además de mis pensamientos no había nada más que pudiera controlar.

—Está bien, aunque la maldición no se rompa solo debo evitar ir a lugares con gente que pueda verse involucrada conmigo. Simplemente me iré y así nadie sería infeliz, ¿verdad?

—Idiota… Como si pudiera dejarte ir y desaparecer.

—Vamos, solo era una broma. Tengo un novio muy responsable que romperá la maldición para mi. No me voy a preocupar por eso.

Él acarició mi cabello mientras me dedicaba una mirada llena de amor.

—Bueno es hora de regresar a la aldea —dijo mientras su mano se deslizaba por mi cuerpo.

—Suficiente, Caleb. Tu mano traviesa tiene que esperar hasta que nos casemos.

Alejé su mano y me fui corriendo hacia la aldea.

Aunque no podía estar segura si lo que veía era realmente mi pasado, todo se sentía tan familiar pero a la vez tan dolorosamente nostálgico.

Al día siguiente, unos bandidos invadieron el poblado, en ese momento vi como todos murieron.

—¿Por qué?

Todo parecía tan ajeno a mi, pero podía verme cómo estaba destrozada por perder a mis seres amados. ¿Debería decir mis seres amados, cuando ni siquiera los conocí?

Todo esto es realmente confuso.

—Eres bastante inocente, es tu culpa. Te lo advertí, cualquiera que se te acerque tendrá una vida trágica. Vive en soledad, muere en tu propia jaula y aléjate de Caleb.

Se acercó una chica envuelta en una túnica, una chica que mi actual yo conocía muy bien. Aquella chica que debido a los celos, maldijo a otra culpándola de robarle a su persona destinada.

Mis ojos habían perdido la luz, solo podía ver a la gente herida y a mi familia sin vida.

—¡Desaparece!

Se acercó mientras me incrustaba una navaja en el abdomen.

—Muere, revive, trae tragedia y vuelve a morir. Que este ciclo nunca se rompa sin importar cuántas vidas tengas.

Su sonrisa estaba llena de oscuridad. Aunque se suponía que estaba muriendo no sentía dolor.

Solo era un recuerdo. Un frío y triste recuerdo de mi vida pasada.

Así vi todas mis muertes, en cada una Caleb siempre estuvo intentando que le dijera mi deseo. El resultado era parecido siempre, mi deseo siempre estuvo ligado a evitar el sufrimiento de mis seres queridos. En ninguna sentí dolor, tal vez era porque sólo eran fragmentos de recuerdos de vidas pasadas pero pensándolo bien esta es la primera vez que deseo no existir como alguien en específico.

Sentía arrepentimiento y dolor de haberlo envuelto en un ciclo de sufrimiento, mi corazón no podía soportar tanta crueldad. Mis ojos se inundaron de lágrimas, mientras todo mi alrededor cambiaba.

—No llores, siempre haces lo que quieres. Olvidarme, recordarme, alejarme, proteger a otros, y yo solo puedo acompañarte en tus innumerables muertes. Ya estoy cansado, porque no soy capaz de romper tu maldición.

Caleb, apareció. Parecía tan infantil, mi corazón se sentía tan cálido al verlo nuevamente.

—Esos eran recuerdos de mis vidas pasadas, ¿verdad?

—No importa, realmente… no importa.  No importa porque aunque me esfuerce nunca lograré que solo pienses en mi.

Sus palabras eran confusas pero podía entender sus sentimientos.

—¡Solo fíjate en mí, no veas a nadie más!

—Gracias, Caleb.

—Cuando fui al pueblo a verte, ya era demasiado tarde. Todo estaba teñido de escarlata. Aunque vi tu cuerpo inerte, no pude aceptarlo. Busque y busque sin detenerme hasta que la encontré.

Su mirada era fría, cada palabra me transmitía parte de su dolor.

—Claramente ella no me dio la respuesta que deseaba, fue frustrante. Sin importar cuánto dolor le provocará, se negaba a decirme cómo destruir la maldición.

Caleb movió su cabeza como si intentara librarse de un mal recuerdo.

—No necesitas saber lo que le sucedió.

—Caleb, está bien. No necesitas decirmelo.

—Sabes, fue difícil… pero logré descifrar ese maleficio. La única alternativa que encontré fue fusionarme con la maldición y modificarlo a mi conveniencia, sin embargo, este método no me dio  tanta libertad como me hubiese gustado.

Cerró los ojos mientras su mano peinaba su cabello hacia atrás. Cuando volvió a abrirlos, su expresión era de disgusto.

—No podía romper la maldición sin ti. En cada vida solo podía darte una oportunidad.

—¿Por qué nunca intentaste explicármelo?

—Aunque encontré la manera de seguirte sin olvidar, no pude encontrar la manera de evitar ciertas restricciones. Aunque la nueva maldición me permitió cumplir tus deseos hay muchas cosas que me prohíbe. Entre ellas no tenía permitido hablar sobre nada que tuviera relación con la maldición.

Entendía sus razones, pero me era difícil entender la razón de su actual honestidad.

—¿Por qué? Dices que está prohibido, pero, ¿ahora?

—Es por tu deseo, no existir no es un deseo común. Es una incongruencia que ha producido un vacío. Un deseo que que se ha cumplido y a la vez no. No te has dado cuenta, solo mira a tu alrededor.

Me gire y empecé a mirar a todos los lados pero no había nada solo un espacio en blanco.

No hay nada… Un lugar que no existe. Es decir que la maldición no tiene efecto aquí.

—A pesar de que es un deseo extraño, aún no es suficiente.

Cuando me vio no pudo evitar soltar un suspiro.

—Ya has visto por lo que me has hecho pasar. Eres realmente cruel ¿sabes?

Espera, ¿qué has dicho?

—¿Eh?

Tenía una expresión de molestia al hablar.  Cuando me giré a verlo, él solo evitó mi mirada. Estaba confundida,

—En cada vida, me has utilizado por el bien de alguien más. Un familiar, un amigo, un amante… ¿Sabes lo doloroso que es verte llorar por alguien más…? Qué tan cruel eres para enamorarte de otro. Por fin de todas las vidas puedo decirte… ¡No te fijes en nadie más!

Ah… esa es la razón por la que está tan enojado. Es raro, diria que esta es mi primera vez viendo este lado de él.

 —Esta es la primera vez que te veo celoso.

No pude evitar reírme, mientras me acercaba.

—No te rías, soy serio sobre esto. Siempre ves más a otros y siempre te olvidas de mí. ¿Acaso no significo nada para tí?

Me acerqué, y le dediqué una sonrisa.

—Agáchate.

—¿Qué?

—¡He dicho que te agaches, eres muy alto y no puedo besarte!

Él se alejó de mí mientras su rostro se tornaba rojo.

—¡Lindo, muy lindo! No seas tímido.

Es tan adorable. ¿Que deberia hacer mi corazón está siendo bullicioso?

—No soy tímido, tampoco soy lindo y no cambies de tema. No voy a besarte, cuando ni siquiera me ves en absoluto.

—Oh, así que el príncipe es tímido.

—¡Escuchame! No estoy siendo tímido. Solo no quiero tener más esperanzas de las que ya tengo.

No se podía evitar, adoraba molestarlo.

—No te gusta que sea atrevida —giré mi cabeza como si no entendiera lo que decía—. Mi mal, pero no quiero seguir siendo frágil.

Además te he extrañado demasiado. Sabes qué tan triste es que la persona que amas está tan cerca pero ni siquiera la puedes recordar. Así que date cuenta.

—Ya te dije, no voy…

Me acerqué y jalé de su mano para que su altura no fuera obstáculo para besarle.

Cuando perdimos el equilibrio caímos al suelo. Sentados en suelo, lo tenía entre mis brazos. Sin embargo, mis pensamientos volaron hacia el hermoso escenario que nos envolvía, el vacío se había convertido en algo muy diferente. Un jardín lleno de rosas de tonalidades azulinas y hojas de tonos esmeraldas.

Es un jardín hermoso, parece salido de un cuento.

—Ya te dije, solo piensa en mi, estúpida princesa.

Las flores nos envolvían mientras que Caleb luchaba para alejarse de mi manos.

Parezco una acosadora.

Mis manos se alejaron de él, aprovechando su oportunidad, rápidamente se alejó de mí.

—Dime, Caleb, ¿cuál es tu deseo?

Aunque parecía sorprendido por un momento, él se puso de cuclillas y sosteniendo mi mano me arrastró a su lado con tanta fuerza que provocó que me cayera encima de él.

—Realmente, tenía miedo de que nunca me lo preguntaras. Mi deseo, mi único deseo no ha cambiado sin importar cuánto tiempo pasara, mi deseo de que sin importar cuántas vidas pasen, quiero quedarme a tu lado y que mi felicidad se convierta también en la tuya.

Las lágrimas volvieron caer pero esta vez no era de tristeza.

—Realmente eres codicioso, entonces que esta sea nuestra maldición. Una maldición de la cual nunca podremos escapar, una maldición que trasciende en el tiempo.

—Entonces mi maldición será la única capaz de romper esa estúpida maldición que solo atrae tragedias. Por eso solo quédate a mi lado, solo piensa en mí para siempre.

—Sin importar cuántas veces renazcamos, esta será nuestra maldición de amor.

Me acerqué y le di un suave beso que sellaría para siempre nuestro amor.

♦ ♦ ♦

El ciclo de la vida continuó.

Aunque Caleb nunca me lo dijo, pero gracias a esa maldición, sin importar cuántas veces renazcamos siempre nos encontraríamos y recordaremos todo.

—Caleb, aléjate. Ya te dije que no me vas a tocar hasta que nos casemos.

—Entonces, vamos a casarnos, ya te he esperado miles de años. Eso lo soluciona todo, ¿verdad?

—¿Eh? Idiota, no me quiero casar solo por esa razón.

—No, pero tú misma fuiste tan activa cuando declaraste que me amarías por la eternidad. Extraño que me arrincones, mi querida princesa.

—Olvídalo… eso. No haré nada embarazoso.

—Es una lastima. Es adorable ver a mi linda Cheryl, acosando a un chico, ¿sabes?

No pude evitar sonrojarme.

Aunque era otra vida, mi amor no había cambiado, tampoco mi anhelo de estar a su lado. El dolor y la tragedia habían desaparecido, aunque siempre habría momentos tristes que se verían superados con la felicidad de tenerlo a mi lado.

—Cheryl, te amo.

Con una sonrisa, se acercó y me acarició la mejilla.

—Es injusto. ¿Cómo puedes decirlo sin avergonzarte?

—Será por… ¿el poder del amor?

—Tú, idiota, ¿cómo puedes decir ese tipo de cosas?

Me empecé a alejar de él.

—Está bien. no volveré a hacerlo. Así que dame un beso de recompensa.

—No, aléjate. Si te mimo demasiado nunca vas a….

Con un beso me interrumpió, es un secreto pero esa parte él también me encantaba.

—Yo no puedo contra ti. Realmente te amo Caleb.

El amor era aterrador… Eso pensaba pero tal vez no siempre lo fuera.

Por eso, no importaba cuántas vidas tuviéramos que finalizar. Mientras fuera juntos, no tendría miedo.

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