Evento de San Valentín 2020 – Un nuevo San Valentín – Especial de Plan infalible para no ser asesinada en mi segunda vida como la villana Roxanne

Escrito por Polly

Asesorado por Grainne

Editado por Michi


Es increíble como en un libro de fantasía se puede tener el mismo calendario que en el mundo real. Por supuesto, no con las fiestas a las que estamos acostumbrados.

Desde que caí en un libro como la versión bebé de la villana he logrado aprender muchas cosas que no estaban escritas en las páginas. Como por ejemplo que aquí también se rigen con años de 12 meses, e inclusos tienen los mismos nombres… pero jamás me había detenido a pensar: ¿Qué pasó con Navidad? ¿Pascuas? ¿Halloween? Por supuesto que sí hay año nuevo, pero ninguna otra celebración.

Hoy, 12 de febrero, tan solo tengo 6 años de edad. Pero parada frente a un calendario de madera solo puedo pensar ¿Tampoco tienen día de San Valentín? 

El 14 de febrero es conocido mundialmente, al menos en mi mundo, por ser el dia más romántico del año. Los enamorados salen en tiernas citas, se entregan regalos, y aquellos que albergan sentimientos por otras personas les entregan chocolates para demostrar sus sentimientos. Un dia muy dulce, a menos que seas una antisocial como yo lo era. 

Nunca sentí interés en el día de San Valentín, jamás tuve a quien entregarle chocolates (nadie que me gustara y ni siquiera amigos para darles chocolates por compromiso), y nunca fui lo suficientemente llamativa como para poder recibir alguno de parte de alguien.

—Katherine… ¿Podemos visitar la cocina?

Pero tengo que admitir que el regalar chocolates parece una buena idea ahora… lograr afianzar los vínculos a través de un inocente regalo podría resultar en que evite el frío filo de una hoja contra mi cuello.

—¿Acaso tiene alguna petición para el cocinero, mi señorita? Puedo hacérsela llegar de inmediato si así lo desea.

—No, quiero ir a preguntarle algo ¿Puedo?

Cuando miré a Kath con mis grandes ojos de cachorrito pude ver como su defensa caía y solo podía aceptar mi inocente petición.

Este año sorprenderé a todos mis conocidos iniciando una nueva tradición, regalando chocolates a todos mis amigos y a mi familia.

Aunque necesitaré una mano. 

Por suerte en tan solo unos cuarenta minutos ya estaba lista en la cocina, siendo ayudada por el pastelero de la casa. Este hombre tiene la paciencia de acero. 

—Bien señorita… intente verter despacio el chocolate dentro del molde.

Mientras volcaba el chocolate fundido en unos moldes de bombones podía sentir como todo el personal de cocina me veía con emoción. Como dicen, la tercera es la vencida. 

Mi fuerte nunca había sido la cocina, más allá de que me gustaba hacer mis propias mezclas de té, o jabones aromáticos y aceites, la cocina y yo somos dos profundas enemigas. Viví toda mi vida anterior comiendo instantáneas, pizzas y comida rápida.

El pobre delantal blanco, que usaba, parecía un campo donde una bomba de chocolate explotó. Se que también tengo chocolate en mi mejilla, y si no fuese por la trenza que Katherine hizo en mi cabello seguramente hubiera pasado de rubia a castaña en un minuto.

—Lo está haciendo perfecto, siga asi.

Querido Eduardo, no tienes por qué ser adulador… soy un completo desastre, pero al menos sigo siendo adorable.

Continué siguiendo las indicaciones de Eduardo, el agradable y anciano pastelero de la casa. Quizás para mañana pueda tener todas las bolsas de regalo listas, pero no estaba dispuesta a que me ayudaran… después de todo, tienen que salir del corazón. Creo que me volveré diabética sin tener que comer el chocolate. 

♦ ♦ ♦

Desde la puerta de la cocina una multitud de sirvientes se acomodaron para poder observar lo más posible, yo me encontraba al frente. Como la sirvienta encargada de la señorita, siempre he estado junto a la pequeña Roxanne, y sobre todo siempre me he preocupado por ella, es tan delicada y dulce que no podía creer que estuviera haciendo labores en la cocina.

Siempre supe que era diferente a los otros niños nobles, no temía ensuciarse, siempre tuvo una inteligencia superior a los demás, y se relacionaba con facilidad con todos sin importar a qué grupo pertenecieran, tenía un enorme corazón lleno de bondad.

Además, el poder verla moverse con tanta torpeza en la cocina, pero aun así tan concentrada, hacía que mi corazón se agitara de emoción.

—Se ve tan linda

Las demás sirvientes cuchicheaban entre ellas animadamente, y en verdad no puedo estar más de acuerdo con ellas. Sin duda la pequeña señorita es la más adorable de todo el reino.

—¿Qué es lo que está sucediendo aquí?

La voz gélida, y penetrante, del duque hizo que todos son pusiéramos derechos a lo largo de una pared. El sudor comenzó a correr por mí nunca, y no me atrevía a levantar la vista frente a ese aterrador hombre, sin importar que tan dulce pueda llegar a ser la señorita, su padre es el hombre más imponente que ha pisado la tierra.

Oh no… ¿Por qué él debía venir aquí? 

—¿Y bien? ¿Ninguno piensa responder a mi pregunta? ¿Por qué están todos reunidos frente a la cocina?

Mi responsabilidad es dar la cara por mi señorita, aun cuando tenga que ser frente a mi propio amo, así que di un paso al frente, con la vista en el suelo y las manos unidas frente a la falda de mi uniforme de sirvienta. Ante todo debo guardarle respeto para dirigirme a él y evitar su ira.

—…Estoy viendo por la señorita Roxanne, mi señor. Ella insistió en que deseaba poder preparar algo en la cocina pero no me permitió quedarme a su lado…

—¿Mi hija está dentro de la cocina? Ella no tiene que hacer esa clase de tareas.

Su voz era aterradora y cortante como una filosa espada, sus ojos estaban fríos como una noche de invierno, de manera que no era posible saber qué era lo que estaba sucediendo en su cabeza. Pero con un solo movimiento de su mano se abrió paso hacia la cocina, jamás podré comprender hasta qué nivel llega el poder de ese hombre.

Solo pude temer por mi pobre señorita, no deseaba ver que el duque desatara su ira contra la pequeña ella por estar trabajando en la cocina, solo es una dulce niña. La culpa me inundó, el solo pensar que el duque podría hacerle algo se me hizo insoportable.

En el pasado él estaba dispuesto a prescindir de ese pequeño ángel, y temía que pudiera volver a aquella época.

—Roxanne

Su voz se elevó por encima de cualquier ruido que hubiera dentro de la cocina, haciéndome estremecer, y al parecer también tuvo el mismo efecto en los demás, pues solo se detuvieron como si fuesen robots.

♦ ♦ ♦

Lentamente me di vuelta, claramente podía sentir la presencia de mi padre, aun si no hubiera elevado su voz entre el personal de cocina, habría sido una tonta si no hubiera notado cuando el paso a la habitación.

Con un gesto inocente me di vuelta y sonreí observando el ceño fruncido del duque.

—¡Padre! Me alegra verte… pero no puedes estar aquí.

—¿Qué?

Note el gesto de irritación en el rostro de mi padre cuando le contesté. Mis negativas  nunca eran bien recibidas por el, y el pánico siempre me invade al pensar que puedo retroceder lo mucho que me costó avanzar con este hombre.

Solo lo miré con un suave puchero y moví tímidamente un pie en círculos.

—Es que era una sorpresa… yo estaba haciendo unos regalos para mi familia. Quería darle una sorpresa especial a papi, pero ahora no lo va a ser.

Después de que sus ojos se abrieran como platos solo apartó su rostro hacia un lado. Podía ver un ligero rubor sobre el borde de una de sus orejas. ¿Se sentía avergonzado? Eso es adorable hasta para el.

—Muy bien… Dado que estás esforzándote en esto, puedes quedarte aquí y te daré la oportunidad de darme el regalo. Haré el favor de fingir sorpresa… no es nada.

Él era tan tsundere a veces. 

—¿En serio padre? ¡Muchas gracias! Haré el mejor regalo para ti

Sonreí ampliamente para él, antes de que mi padre se marchara de la cocina con su mal humor desaparecido.

Este hombre es muy fácil de complacer.

Después de unas horas de trabajo, por fin tenía listas 10 bolsitas de telas rellenas con los bombones. Tres eran para mi familia, también había preparado para Katherine, Francis, Ronan y Alexander.

Aunque lo cuestione mucho, finalmente opté por hacer una bolsa para Kalie, ya hacía un año que éramos amigas y se sentía bien tener a una niña de mi edad con quien hablar. Mientras que también acabe hacerle una bolsa a Aldelois y otra para Maximilian. Bueno … son también mis amigos, ¿verdad? Hace un año que nos conocemos… y quiero que nos llevemos bien todos. 

No creía que podía agotarme tanto por estar preparando unos chocolates, pero el sentimiento de satisfacción cuando pude acabar, es algo que no puedo describir. Además el cuestionarme tanto tiempo si regalarle al que podría ser mi prometido y al que podría acabar con mi vida, también me dejaba mentalmente agotada.

—Señorita, ¿va a repartir todos esos chocolates ahora?

—No… ya es muy tarde. Los quiero entregar mañana, así que nadie los puede tocar o me voy a enojar mucho.

—Su padre se veía un tanto ansioso… ¿Está segura de que desea esperar hasta mañana?

Era gracioso ver al personal de cocina con el temor a flor de piel. Me gustaría saber cómo estaría mi padre al saber que le daré un obsequio … pero no hoy. Lo siento duque, deberá esperar. 

—No, también se lo daré mañana … ahora tengo mucho sueño.

Con cuidado frote uno de mis ojos y solté un pequeño bostezo, todos me veían con ternura cuando Katherine se acercó a mí con su habitual expresión materna.

—Vamos a llevarla a descansar, señorita Roxanne.

Tengo un chocolate con su nombre escrito Kath, así que no te vayas a preocupar. 

Despacio, tomo mi pequeña mano y nos encaminamos a mi habitación. Mañana será el primer 14 de febrero donde alguien va a repartir chocolates, espero poder crear una tendencia en este mundo.

♦ ♦ ♦

—¿Por qué no ha traído nada? ¡Dijo que estaba preparando un obsequio para mí, pero no ha traído ninguno aún!

Se supone que soy su padre, ella me dijo que tenía un obsequio para mí, pero me tiene en mi cuarto esperándola. 

El único que estaba escuchándome es mi mayordomo, y no es a él a quien quiero gritar. Roxanne hizo hervir mi sangre, ¿Como se atrevía a mentirle a su propio padre? Esa chiquilla no se saldrá con la suya. 

—Señor… si me permite decir, es algo tarde. La señorita Roxanne quizás haya estado agotada y haya decidido ir a descansar.

—¿Descansar? No cenó conmigo y su hermano, ahora solo se va a su habitación sin entregar el regalo que me juro dar… esta niña se está equivocando. Voy a verla, muévete.

Moví mi mano hacia un lado para que el mayordomo se moviera de mi camino. Estoy seguro de que me está mirando fijo, pero no es nadie para cuestionar mis motivos.

—Katherine, abre la puerta.

La sirvienta estaba cerrando la puerta del cuarto de mi hija cuando la encontré. Por la expresión de su rostro pude notar que no me estaba esperando, pero como todo miembro de mi servidumbre no tiene que meterse en mis asuntos, solo obedecer mi palabra.

—Señor… la joven señorita está ahora en la cama. Ella está agotada.

Hablo en voz baja, sutil, descendiendo la vista intentando mantenerse en un perfil bajo, lucia muy sumisa frente mío.

—No te estoy preguntando.

Solo abrió despacio la puerta para mí, mientras que las últimas gotas de mi paciencia se iban derramando. Solo cuando di un paso dentro, me quedé mirando en la oscuridad de la habitación, la pequeña figura de la niña sobre la cama.

—¿Papi…?

Roxanne estaba despierta, frotándose un ojo con cuidado mientras me miraba con un tanto de confusión.

—Papi… terminé tu regalo. Mañana lo vas a aceptar, ¿no?

Su voz tan fina e infantil me hizo sentir algo extraño, como si fuese un soplo de viento que se llevaba mi molestia. Se veía tan cansada, pero a la vez sus ojos tenían ese hermoso brillo visible por la luz de la luna que se filtraba.

Ya no recuerdo por que estaba molesto. 

En un paso lento me adentré en la habitación y tomé asiento junto a la niña haciéndola recostar despacio para arroparla de nuevo, tocando sutilmente su cabello.

—Está bien… mañana puedes dármelo, ahora duérmete.

Solo cuando la vi cerrar los ojos y su respiración calmarse me retire de la habitación para regresar a la mía, debían pasar unas horas para que me diera ese obsequio en que había gastado tanto esfuerzo.

En la mañana estaba en mi  oficina cuando el sol estaba en lo alto, se suponía que debía estar revisando las cartas que llegaron en la mañana, pero en su lugar solo miraba con fascinación los pequeños bombones que mi hija me había entregado como obsequio. Algunos tenían pequeños errores, como quebraduras o zonas desniveladas, pero en general se veían bien.

No me gustan los dulces, no son de mi agrado, y aunque no sentía deseo de comer estos, me siento algo satisfecho. Me gustaba el quedarme mirando el delicado trabajo que mi hija había hecho para mí.

Fue mientras estaba observando los pequeños bombones para poder volver a guardarlos en su bolsita de tela, que Alexander y Ronan irrumpieron en mi oficina, y la sonrisa del primero me hizo sentir inmediatamente irritado.

—Tu hija es sin duda encantadora. No puedo creer que me haya dado un obsequio

—¿Qué? ¿Te dio un obsequio?

Le ha dado un obsequio… ¿Por qué le dio un obsequio?

Al escucharlo me puse de pie rápidamente colocando las manos sobre el escritorio en un fuerte golpe y me lo quedé mirando fijamente.

—Sí… es decir, también a Ronan. Nos dio una pequeña bolsita con bombones, ella misma los hizo. Es muy tierna, ¿verdad?

En dos pasos di la vuelta al escritorio para arrebatarle de la mano la bolsa con bombones a ese molesto hombre y los devoré, sintiendo como la dulzura llenaba mi boca.

—¿Qué crees que estás haciendo? Frederick, esos eran míos.

Solo lo miré mientras dejaba que el chocolate se fundiera mientras me quedaba en silencio para luego observar a Ronan, y la pequeña bolsita que él también llevaba, pero él la oculto rápido tras su enorme cuerpo.

—Los hizo mi hija y si quiero comerlos puedo comerlos

—…Qué infantil eres.

♦ ♦ ♦

—No puedo creerlo, la señorita te dio un regalo. Qué suerte tienes Katherine.

—Lo sé, la señorita es tan tierna… no esperaba que una de las bolsas fuese para mí. Cada día la señorita se vuelve más y más bondadosa.

Estaba en mi descanso, hablando en los pasillos con otras de las sirvientas, mientras les enseñaba con total orgullo la bolsa de bombones que la señorita me había entregado. Estas golosinas son casi tan dulces como ese pequeño ángel, sin dudas me siento feliz de poder compartir con los demás la dulzura que irradiaba la pequeña Roxanne, ella era la mejor ama que pudiera haber.

—Hizo 10 obsequios y hoy temprano mando dos a la casa de la Familia Erns y otro para su majestad, el príncipe.

—Una obsequio para el príncipe?, no creerás… Que la señorita esté interesada en él, ¿Verdad?

—No digas locuras, la señorita está interesada en la el heredero de Erns.

—Yo creo que ella estaría más interesada en el príncipe.

No sé como el tema de conversación cambió de manera tan radical, mientras que el resto de mis compañeras empezaron a discutir sobre la pareja más adecuada para la señorita. No es un tema que me resulte cómodo, Roxanne aún es muy pequeña y no puedo imaginarla casándose.

—Debes mejor que paren ya con eso, la señorita no piensa así aún. Tiene solo seis años… además, si el duque llega a escucharlas va a enfadarse.

Por suerte mis palabras habían aplacado las llamas que amenazaban con surgir, pero no lo había dicho solo para frenarlas. Estoy segura de que el señor Maquielo explotaría si las pudiera escuchar. .

Aun así, me sentía calmada y feliz, el aroma de chocolate que salía de la bolsa me relajaba. Me encantaría poder comerlos, pero en realidad prefiero poder compartirlos con mi pequeño Lucas. Algo tan precioso como estas golosinas, solo puedo imaginar su carita de emoción cuando pudiera probarlos.

—¿Ese es el señor Francis? También recibió los chocolates de la señorita.

—¡¿Qué?!

 Cuando observe pasar al caballero que se llevaba un chocolate a la boca no pude evitar sentir que la sangre en mis venas empezaba a hervir, aunque la señorita lo hubiera perdonado, yo no lo haría jamás. Por su descuido la pobre niña había pasado malos tiempos. Además el siempre es grosero y va en contra de las de todo lo que hago junto  a la señorita.

Él ni siquiera sabe lo que es bueno para la señorita…

—¿Usted… qué cree que hace con esos chocolates ?

Me acerque con las manos cerradas en puños y le arrebate el chocolate de su mano, él no se había ganado el derecho de comer esos dulces..

—¿Disculpe?

Francis se quedó mirandome, y una de sus cejas se arqueó. Esa expresión me hacía sentir irritada.

—Digo que usted no merece algo de la señorita Roxanne

—… Y creo yo que eso a usted no le importa por qué me lo regaló a mi.

—¿Usted cómo se atreve …?

—Solo lo hago… si me disculpa debo volver con la señorita y también me quedaré con estos por qué son míos.

Sentí su fuerte mano alrededor de mi muñeca, y en un momento su rostro se había acercado, haciendo que me congelara en el lugar. Sus labios se pasearon por mis dedos mientras se comía el chocolate. Los ojos de todas mis compañeras estaban clavados en nosotros, y yo no podía sentirme más mortificada.

—¡¿Co-cómo se atreve?!

♦ ♦ ♦

—Señor John, un paquete de su casa… vino en una entrega inmediata.

Estaba sentado frente a mi escritorio para poder estudiar, tratando de distraerme un poco. Desde que había podido entrar a la escuela de nuevo, me sentía mal, extrañando todos los días a mi familia, sobre todo a mi pequeño ángel.

¿Cómo estará Roxy? 

—¿Un paquete para mí?… Debe ser de mi hermana.

Desde que Roxanne había aprendido a escribir, me enviaba cartas cada semana, y regalos por montones. Mi tierna hermanita  había aprendido que podía enviar por urgencia y todo llegaba de manera más veloz, se me hacía gracioso la manera que usaba la influencia de su padre para poder cosas tan dulces para mi. Ella estaba aprendiendo muy rápido.

Despacio tomé una pequeña caja envuelta que el empleado me había traído, y lo desenvolví para poder sacar una pequeña bolsa con chocolates junto con una tarjeta de papel rosado.

«Para John, yo misma hice estos chocolates. Espero que te gusten.

Te quiere y te extraña, Roxanne»

—Mi pequeño ángel.

Con una sonrisa llena de ternura guarde la tarjeta en una pequeña caja donde tenía todas las cartas que mi hermana le había mandado, y despacio saque uno de los chocolates de la bolsa. Era la primera vez que mi hermana me enviaba algo que se comiera preparado por ella, cuando era así siempre habían sido aceites o aromatizantes, de alguna manera, cada regalo de mi hermana lo hacía sentir mucho mejor, quizás fuese porque los dulces sentimientos de la pequeña, pero en realidad siempre me siento realmente mejor físicamente.

—Huele bien…

Susurre antes de comerme el dulce y saborearlo muy lentamente, sintiendo calidez llenando mi pecho.

♦ ♦ ♦

—¡Hermano mayor! ¡Hermano!

Por los pasillos de la mansión Erns, escuchaba la voz de Kalie y sus pasos mientras corría hasta la enorme biblioteca donde yo  estaba sentado junto a la ventana leyendo con calma un libro.

—Kalie, no es de una dama correr…

—Ah… sí, lo lamento hermano mayor… pero nos llegó un paquete de la señorita Roxanne. Nos envió un obsequio, una bolsa de bombones para cada uno.

Era impresionante la emoción que se reflejaba en el rostro de mi hermana, el brillo en sus ojos y la enorme sonrisa dibujada de mejilla a mejilla. Estoy consciente que su amistad con la hija de la casa Maquielo era muy importante para ella, sobre todo después de todo un año. .

Aunque considero que esa chica era algo extraña. Siempre ella se notaba algo tensa a su alrededor, demasiado atenta de los movimientos, y a diferencia de mi hermana, tenía modos muy maduros de comportarse, era casi como si a veces se olvidará que era una niña. Aun así, siempre que la veo había algo que puedo sentir como encantador.

—¿También para mí?

No podía esconder mi sorpresa en ese momento, no estaba esperando que hubiera también un regalo de su parte para mí.

—Ella los preparó para nosotros, hermano mayor, ¿Puedes creerlo? ¿Crees que también pueda prepararle algo para agradecerle?

—Eso… debes hablarlo con nuestros padres primero…

—Si, madre está en el jardín, iré a preguntarle ahora mismo.

Observé a mi hermana salir corriendo de la biblioteca, olvidando que hacía un minuto la había regañado por correr. Pero mientras miraba la pequeña bolsa sentía que no deseaba discutir con ella.

No siento ganas de discutir con nadie. ¿Por qué quiero sonreír? 

—¿Ella lo preparó para mí?

Era gracioso para pensar que el obsequio inocente de una niña de 6 años me podía hacer sentir feliz. Aunque no puedo terminar de entender por qué mi corazón se aceleraba de esa manera, como si quisiera salirse de mi pecho.

♦ ♦ ♦

La noche era cálida, durante la cena mi padre me había dicho que le habían gustado los chocolates, y aunque George también había recibido una bolsa, él no hizo comentario. Supongo que no puedo esperar que todos sean feliz.

Estoy segura de que mañana llegar una carta de John, conociéndolo, a él seguro que le habría de encantar mi obsequio. Katherine también estaba muy contenta con la bolsa que le di, pero la note algo extraña durante la hora del té, cuando Francis estaba escoltándonos.

Solo pudiera esperar que a la familia Erns y que a su majestad le hubieran gustado, y ni les hubiera ofendido.

—Oye, tonta.

Sin previo aviso, como siempre, mi hermano abrió la puerta para entrar de manera muy poco impropia para un joven noble. Rápido me crucé de brazos y desde de mi silla me quedé mirándolo.

—Está bien… olvidé tocar la puerta. La próxima lo haré… quiero que me prepares más chocolates para que me los des mañana.

—Lo siento hermano mayor, pero no puedo hacerlo.

—¡¿Qué?! ¡¿Cómo que no puedes hacerlo?! Quiero que me lo regales un chocolate mañana

—No, lo siento. Si te regalo de nuevo ya no va a ser especial… así que pensé que todos los años en este día puedo regalarles chocolates.

—¿¡Tengo que esperar todo un año!?

—Sí, pero así es un regalo mucho más especial. Le podré dar a todos los que quiero y que sepan que también son especiales para mí.

Cuando le miré con mis ojos de cachorro, supe que mi hermano no podía negarse. Él suspiró con fuerza para frotarse la nuca y pisó con fuerza, como si fuese un pequeño berrinche.

—Muy bien… ¡Pero más vale que me los des todos los años! ¡Te lo ordeno!

Exclamó antes de salir de la habitación, cerrando la puerta tras de él. Era tan infantil a veces, casi lindo.

Pero no tuve tiempo de relajarme cuando escuche que alguien golpeaba suavemente la puerta, sin dudas no era George de nuevo, él nunca golpeaba antes de entrar.

—Sí, pasa.

Katherine entró despacio con una sonrisa en sus labios y las manos en la espalda. Fue cuando sacó una caja alargada y me la entregó con una sonrisa.

—Felicidades señorita, el príncipe le envío un regalo para usted.

—¿Un regalo para mí?

Mi sorpresa no podía ser tan grande, no estaba esperando nada de eso. Ni siquiera un regalo.

Con cuidado tome el paquete y la abrí sacando de adentro una hermosa rosa roja con un moño atado. Mi corazón se aceleró con fuerza, y mis mejillas ardieron de vergüenza.

Este es mi primer regalo de San Valentín.

Me pregunto… si me dará otro el próximo año. 

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