La gota de esperanza – Capítulo 22

Escrito por Grainne

Asesorado por Maru

Editado por Sharon


—Hola, pensé que no contestarías… —dijo Gina con el teléfono a mano después de escuchar a su pareja saludarla.

—Dios, estaba ansioso de que me llamaras. Quería saber si llegaron bien, cómo los alojó aquella mujer, si te pasó algo, si… —Gina lo interrumpió entre risitas al ver la preocupación de este.

—Larry, tranquilo. Estamos bien…

—¿Segura? Espera… Oh, dios, allá es muy tarde, deben ser las tres de la mañana. Lo siento —expresó culpable mientras suspiraba.

—No tienes por qué preocuparte, no fue tu culpa. De hecho, tuve una pesadilla, así que…

—¿No te pasó nada? ¿Te duele algo?

—Para nada, pero estoy algo mareada. Fueron… muchas imágenes de golpe —le contó acariciando su frente cansada mientras se tiraba sobre su cama con el teléfono en la mano.

—Puedes contarme si quieres… —dijo él en un tono dulce.

—Pues… —suspiró a la vez que intentaba ordenar sus pensamientos antes de responder—: Fue muy extraño. Había una guerra en un mundo gris, escuchaba gritos, incluso gente sufriendo… Fue como un video de tortura mental. Hasta que vi a una mujer de pelo rojo con un bebé llorar en sus brazos. Me decía que debía atacar en un centro de un pozo o algo así. No entendía nada… Agh —acarició su cabeza confundida, dándose la vuelta a un lado de la cama.

—Estás preocupada por muchos temas, además de estar aturdida por tanta información…

—Ya sé, pero al menos intento pensarlo… y-

—Quisiera sacarte de esa situación y llevarte conmigo a España —la interrumpió dejándola completamente callada. Al parecer, el joven estaba en su habitación ya que ella escuchó como cerraba la puerta.

—Pero no puedo ir, tengo que…

—Lo sé, lo sé… pero siento que es tan… injusto todo lo que estás pasando —se escuchó una respiración intranquila desde el otro lado del teléfono.

—No llores, estoy bien —dijo Gina con un nudo en la garganta.

—Creo que lo mejor es dejarte descansar, no quiero darte más preocupaciones… —decía con una respiración dificultosa.

—Larry, quiero hablar contigo… sabes que, me cuesta aceptar todo esto. Es difícil seguir al ver demonios muertos, un niño que…—tragó saliva por la incomodidad de su nudo en la garganta. Tardó unos segundos en recomponerse y continuar—. No sobrevivió por mi culpa, mientras que hay híbridos que nunca verán la luz del sol… —intentó regular su respiración intranquila, aunque falló—. P-Pero quiero que sepas que hiciste bien en confiar en mí y darme todo ese gran apoyo, y n-no sabes cuánto te lo agradezco… —las lágrimas en las mejillas de Gina caían solas de tanta emoción acumulada en su cálido corazón.

—Gina, eres una chica como cualquiera, que tiene gustos, ambiciones, deseos, sueños… eres incluso más joven que yo, y has logrado incontables cosas en tu persona. Yo… te amo… —esto provocó que ella se quedará callada por un largo tiempo—. ¿Sabes? cuando te vi por primera vez pensé haber visto un hermoso ángel con cabellos rojos…

—Eres un tonto… —dijo ella tapando su rostro completamente rojo mientras él seguía hablando.

—Pero soy el tonto que no para de pensar en una bella dama con un pensamiento tan humilde y bueno… esperando que la gente mejorase más y más, que no se dejen llevar por las malas acciones. Eres tan… delicada que a veces este mundo no te merece, te falta odio, te falta la envidia… porque el mundo es como es, arrebató t-

—Mi felicidad, lo sé —lo interrumpió en seco.

—Pero sabes que eso debes cambiarlo tú, no yo… —se quedó unos segundos en silencio y dijo—: Lo siento.

—¿Por qué? No deberías disculparte. De hecho… adoro cuando me hablas de esa forma con total sinceridad y sin escrúpulos. Porque quiere decir que hicimos bien, forjamos algo… más verdadero, o eso se supone… —respondió en un suspiro.

—Porque forjamos algo más que una simple relación…

—Gracias… en serio —sonrió Gina, y a pesar de que no podía verle, supo que él también lo hacía.

—Sabes que siempre estaré para ti, deberías descansar. Quiero que tengas energías para que sigas siendo fuerte, determinada y-

—Ya sé, ya sé. Lo haré… Buenas noches —le respondió con dulzura.

—Te quiero Gina, descansa —le dijo con gran ternura mientras cortaba la llamada con cierta dificultad, ya que la extrañaba.

Gina miró su teléfono cuando este cortó y sintió un inmenso cosquilleo en todo su cuerpo que no podía parar. Le costó cerrar los ojos al acurrucarse y taparse con las sábanas. Dio tantas vueltas con su rostro completamente rojo, hasta que por fin pudo conciliar el sueño.

♦ ♦ ♦

David despertó pero como todavía no estaba acostumbrado al cambio de horario, cuando se acercó a la cortina para abrirla dejó pasar una iluminación cegadora.

Achicó sus ojos con incomodidad mientras se estiraba, vistiendo solo una camiseta y ropa interior, dejando ver un corpulento cuerpo. Estaba disfrutando del ambiente tranquilo de una mañana en paz, pero la inesperada entrada de su madre le sobresaltó.

—Al fin estás despierto; ¡baja que ya está el desayuno! Además son las once de la mañana. Ugh, hasta tu hija es más puntual —le dijo tirándole unas ropas para que se vistiera y cerrando la puerta con brusquedad.

David soltó un suspiro, sintiéndose como cuando tenía quince años y se la pasaba siendo regañado o molestado por su madre. Así que le hizo caso, colocándose la ropa que ella le dio, además de asearse un poco.

Al terminar, salió dirigiéndose al comedor, encontrándose con tostadas, tetera, tazas y demás.

—Cómo se nota que aquí si ganas bien… —dijo agarrando una tostada con huevo frito arriba y lo tragaba de un bocado, como si no hubiera comido días.

—Dios, no seas puerco y come despacio —le regañó su hija mientras se servía café y lo miraba con cierta mueca de asco.

—Pareciera que las dos se unieron para joderme la mañana… —habló el mayor con la boca llena.

—No es nuestra culpa que a veces seas… desordenado —bufó Gina estirándose para agarrar uno de sus bolsos.

—Ajá, ¿y a dónde vas con eso? —dijo al ver que sostenía un bolso negro que parecía algo pesado.

—Iré al patio de atrás con Flor

—¿Patio de atrás? ¿Cómo es que…?

—Bueno, tengo cosas que hablar con tu hija y muchas cosas de las que he encontrado en el collar. Ya volvemos, cariño —lo interrumpió Flor mientras le indicaba la puerta a la joven pelirroja.

David suspiró y decidió seguirlas con una taza de café en su mano. Pasando la cocina, había una puerta que, al abrirla, dejaba ver el jardín.

—Invocaste un espacio abierto diferente, ¿eh? —dijo mientras salía junto a ellas.

—Martín, te dije que…

—No creo que haya problema, está bien para mí —contestó Gina dando unos pasos hacia adelante hasta tocar el césped. David se dio cuenta que estaba descalza.

—No entiendo que es lo que harán… —dijo con sinceridad mientras se sentaba en una de las sillas hechas de mimbre que daba a la vista del hermoso jardín lleno de plantas.

—A ver, en primer lugar, ya encontré la conexión entre híbridos y demonios con tu collar. Segundo, voy a ejercitar a Gina con las energías de la iluminación, y tercero, ya explicaré todo. Esperen un momento… —dijo al mismo tiempo que colocaba unas mantas sobre el césped para que ambas se sentaran frente a David.

—En fin, solo dinos lo que tienes que contar —dijo apoyándose contra sus piernas y mirándola.

—Bien, la piedra tiene un ADN muy parecido al de Gina.

Gina y David la miraron atónitos.

—¡¿Qué?! ¡¿Cómo es eso posible?! —dijeron al mismo tiempo.

—A ver, los veo algo exaltados… —suspiró para intentar explicarles de la mejor forma, sin que suene tan brusco—. Verán, a pesar de tener forma de esmeralda, al intentar cortarla por dentro, tiene partes humanas. Aunque bastante modificadas, pero al fin al cabo, ADN humano. Intenté averiguar de quién era, y mandé todas las pruebas genéticas con un amigo.

—Pero,… ¿cómo? —preguntó Gina de nuevo levantándose de su sitio para intentar entender todo lo que sucedía.

—Bueno, mi amigo intentó compararlos con varios ADN de híbridos en el laboratorio. Y como no concordaba con ninguno, extraje un poco de sus salivas mientras dormían… —sonrió con timidez.

Gina y David se miraron algo intimidados ante aquella respuesta. Pero aun así, quería escuchar toda la información completa.

—Y bueno, parece asemejarse más al de Gina. Mi contacto intentó buscar más información sobre el ADN de la piedra, y especuló que pasó por un proceso de esencia humana o demoníaca. Nadie puede transformar una parte de su cuerpo con una capa de piedra, a menos sea…

—¿Una bruja como tú? —la interrumpió David, a lo que Gina los miró completamente confundida.

—No soy técnicamente una bruja, solo es una forma de controlar la esencia que Dios depositó en cada ser humano —justificó.

—Pero si esa piedra o cosa extraña tiene mi mismo ADN… entonces ¿qué?

—Pues… —dijo Flor dudosa, rascándose la nuca con incomodidad para intentar explicarlo—. Mi amigo supone que es el ADN de tu madre biológica, pero…

Gina sonrió ante tal noticia y se acercó animada a la mujer.

—¿Y saben quién es? ¿O… tienes alguna pista de ella?

Florencia dudó de nuevo, sin saber qué debería decir y qué no. Agarró las manos de la pelirroja y las acarició con cariño, buscando las palabras adecuadas.

—Bueno, este amigo vendrá a vernos en unos días para hacerles unos análisis médicos. Él tiene información bien guardada en nombre del estado Italiano. De todas formas, entre estas semanas hará el análisis de ADN a profundidad —respondió con seriedad.

¿En donde te has metido ahora, ama? pensó David al escuchar esas palabras llenas de severidad.

—¿Qué quieres decir? —preguntó de nuevo la joven.

—Él tiene restos del cadáver de la primera mujer humana… y las comparó con ese pedazo de carne en su interior. Y pues, son lo mismo. Tu madre fue…

—La primera mujer humana creada por Dios… eso… —negó con la cabeza, soltando sus manos—. No es posible… ¿t-tienen oculto un cuerpo… creado por Dios? P-Pero… no es posible…

David se acercó a su hija con preocupación y acarició su espalda con consuelo, hablándole en susurros dulces para calmarla. Sus manos temblaban, e incluso su respiración empezaba a ser más pesada. Estaba a punto de tener un ataque de pánico, podía sentirlo, pero de repente, sintió que alguien le arrojaba agua fría de golpe, devolviendo sus sentidos a la realidad. Unos pasos al costado, Flor sostenía  un balde vacío en las manos.

Grainne
¡Por favor, niños, no hagan eso si tienen un ataque de pánico! Esto es una novela de pura ficción~

—¡¿Eh?! —gritó al sentir el frío chocar contra su piel.

—Cariño, ¿estás bien? —le preguntó preocupado su padre, quien no paraba de acariciar su rostro con delicadeza.

—S-Sí… perdón… es que la noticia… es…

—Lo siento mucho… —dijo Flor con culpa, acariciando su cabeza con sutileza.

—Yo… entiendo, estoy bien. Solo… estaba desprevenida… —dijo con los ojos en blanco y moviéndose hacia otra parte del césped que estuviera seco. Su padre se sentó a su lado, observando cómo se quedó pensativa unos minutos para luego suspirar y levantar la cabeza, lista para seguir la conversación—. Entonces,… ¿Es Lilith? —alzó la mirada hacia Flor.

—¿Cómo lo supiste? —le preguntó la mujer una ceja levantada.

—Lo deduje. Esa piedra era llamada “los ojos de Lilith” por ese color tan intenso como sus ojos, y… y si soy su hija… —Gina fue perdiendo la voz al hablar, hasta que sólo pudo mirar a Flor, abrumada—. ¿Realmente es posible?

—Bueno, tendría que mostrarte el cuerpo. Fue encontrado en la zona de Israel hace 90 años, pero es extraño porque… ¿Cómo llegó su cuerpo ahí luego de dejarte en Argentina? —se preguntó, sentándose a su lado.

—No lo sé, tampoco sé si quiero saberlo… pero… ¿Cómo estás tan segura de que ese cuerpo es Lilith? —la miró con las cejas fruncidas.

—Su corazón estaba… disecado alrededor de un campo invisible de fuerza oscura, solo ella pudo haber manejado esa enorme cantidad de esencia demoníaca. No solo por ser la primera humana inmortal, sino porque logró matar a Dios, eso la hace más poderosa que el resto de la humanidad… —explicó con calma.

—E-Entiendo… o eso creo —agachó la mirada con duda.

—Si quieres podemos practicar un poco para despejar tu mente, ¿quieres agua?  —le preguntó con una dulzura casi maternal.

—Yo… No, no, prosigamos en lo nuestro.

—Esta bien, primero, inhala y exhala. Despacio y sin apuro, ¿si? Y segundo, relájate —dijo Flor ayudándola con unos ejercicios de respiración mientras Gina obedecía, cerrando los ojos.

—Flor, yo… creo que debo decirte algo —dijo sin siquiera abrir sus ojos.

—Dinos.

—Mis sueños… ¿pueden llegar a ser reales? ¿O algún tipo de profecía?

—¿Sueños? ¿Qué has soñado? —preguntaron los dos adultos al mismo tiempo.

—P-Pues, una mujer muy parecida a mí con hermosos ojos verdes convierte sus ojos en piedra. Solo pensaba que era por mis sentimientos acumulados, pero también la vi con un enorme demonio completamente calmado delante de ella. No le hacía nada, incluso parecía que eran pareja o ella lo controlaba. Hasta vi un bebé llorar con cabellos rojos… ¿Será que me vi a mi misma nacer? —contaba desconcertada y perdida, que sus garras empezaban a crecer y sus ojos se volvían negros.

La pelirroja cerró los ojos dejando que sus manos volvieran a la normalidad. Sacudió la cabeza para evitar que sus impulsos demoníacos salieran de su piel. David la miró con mucha preocupación a la vez que intentaba calmarla con su cariño paternal. Dejó de lado la ligera vergüenza de que su madre le viera comportándose así, ya que su hija le necesitaba en este momento. La abrazó con fuerza, y una parte de su corazón le dolió con fuerza por todo lo que Gina debía pasar.

No te mereces pasar por eso… pensó él, sin soltarla.

—Lo siento, Flor, me ha costado mucho todo esto… ¿no sería mejor descansar por hoy? Por favor… —dijo lo último como una súplica, con la voz entrecortada y llena de miedo de sí misma.

—Gina, esos sueños solo te muestran una parte de lo que eres —agarró sus manos como consuelo—. No creas en ellos como una totalidad absoluta. ¿Qué piensas de ti?

—Es que… me siento un monstruo, una deformidad, algo que… no debió haber nacido. Venir de esa mujer que mató a Dios… —se miró las manos mientras intentaba no caer en sus instintos.

—¡Solo eres diferente! —contestó su padre como impulso.

Gina se quedó callada por unos segundos ante ese grito.

—¡No eres un monstruo, no eres el anticristo, ni que fueras el mismísimo diablo, la puta que me parió! —la soltó con los ojos a punto de las lágrimas.

Florencia asintió de acuerdo, pero permaneció en silencio para dejar que el ambiente tenso entre padre e hija se dispersara.

—Quiero terminar con todo esto, papá —dijo Gina de repente, determinada, mirándolo a los ojos—. Quiero solucionar los agujeros del Limbo y tener una mejor vida, o al menos, probar esas asquerosas pastillas de Guillermo cuando todo termine y ser normal de una puta vez.

—Y es por eso que necesito entrenarte, no estarás sola. Cerraremos los portales del Limbo y sobrevivirás, para tener la vida que más desees —interrumpió Florencia para romper esa tensión. Cuando la joven la miró y ella pudo ver que no había perdido la esperanza por completo, le hizo una firme pregunta—. Dime, ¿estás dispuesta a hacerlo?

—¿Cómo cerrarán los portales? —intervino David con seriedad. Flor suspiró.

—Primero, el entrenamiento, y después las dudas…

El único hombre del grupo se acomodó a cierta distancia pero cerca de ellas para ver de lo que era capaz su hija. Sentía cierto enfado por no saber cuáles eran los planes de su madre.

Gina se quedó callada y prosiguió apretando sus manos con un poco de césped.

No eres un monstruo, no eres un monstruo… pensó la pelirroja intentando concentrarse en el entrenamiento. Pero un parte de ella, mantenía un cosquilleo insoportable en sus pulmones que le dificultaba el respirar y  provocaba el palpitar incontrolable de su corazón. Si soy hija de Lilith… ¿qué querrá decir eso de mí? ¿Soy una maldita mal mutación entre un primer humano y un demonio…? Y para colmo, una híbrido de alto nivel… ¿Realmente merezco tanto poder con mis dificultades emocionales… ? Larry… ¿Qué me dirias en esta situación? 

Se imaginó a su pareja, una simple imagen de él abrazándola y mimándola, lo que fue suficiente para sacarle una sonrisa interna.

Seguramente me dirías alguna estupidez loca de tus investigaciones… volvió a pensar, pero una pequeña sonrisa se formaba entre sus labios. Entonces, recordó la llamada de esta mañana, y acarició el cesped con delicadeza. Cuando abrió sus dedos, sin embargo, se encontró con una hermosa flor.

—Lo logré… —miró con gran asombro y agarró la flor, mostrándosela a su padre—. ¡Lo hice! ¡Convertí el césped en una flor!

Al ser su primer intento, la flor no duró mucho, y se marchitó en unos segundos. A pesar de la decepción al verla morir, seguía emocionada por haberlo conseguido de alguna forma.

David estaba atónito. Por unos minutos, la imagen de su hija enfrente suyo se superpuso con un recuerdo de ella a los doce, cuando lograba algún ejercicio luego de varios intentos y se acercaba a él, saltando y animada.

—Felicidades por tu primer intento, cariño —la felicitó con una sonrisa.

—¡Gracias, papá! —aplaudió para sí misma emocionada— ¿Podré hacer más que esto? ¿De cuanto seré capaz? —se preguntaba conmocionada.

—Te falta mucho por aprender, pero este es un gran paso. Bien hecho —dijo Flor sonriéndole

—Gracias a usted… pero… ¿Sabe algo más sobre Lilith? Es decir, se supone que ella fue mi madre. Y sigo teniendo muchísimas preguntas…

—Probablemente habrá muerto durante el parto, a pesar de haber sido inmortal, su cuerpo no pudo soportarlo dentro del Limbo, debido a las faltas de oxígeno que un bebé necesita al cortar el cordón. A menos que ella haya logrado salir del Limbo pero algo interrumpió… pero me pregunto, cómo fue que te mantuvo en su vientre… —dijo pensativa mientras agarraba la flor de Gina y la plantaba en una maceta. Creó una iluminación alrededor de ella para que la planta pudiera volver a crecer. David y Gina la miraron sorprendidos cuando se dieron cuenta que lo había hecho sin pensarlo, con su mente llena de teorías y posibilidades sobre la situación de la pelirroja.

—¿Tienes libros o algo sobre ella? Debe haber en algún lado —preguntó ella, tomando nota de lo que hizo con la flor para preguntarle más tarde al respecto.

—Ven, te dejaré que entres a mi estudio. Tengo algunos libros, pero no encontré mucho. También puedes ir a la biblioteca nacional central, espera que busco la dirección… —dijo a punto de entrar hacia su estudio pero Gina la detuvo.

—No te preocupes, puedo buscarlo en mi teléfono. Gracias, ahora… buscaré eso, ¿puedo? —miró a David suplicante.

Flor asintió mientras que él solo suspiró. Gina se retiró rápidamente para buscar el estudio, y los dos adultos pudieron escuchar cómo sus pasos se alejaban hasta llegar a la puerta, sonando el chirrido y el golpe al ser cerrada.

—¿Esta bien que investigue sola? —preguntó David con cierta preocupación.

—Debes dejar a la polluela salir de su nido —contestó pellizcando su oreja provocando la mueca de dolor en este.

—¡Ah! Deja mi oreja, no soy un niño —dijo soltándose.

—Lo sé, pero nunca es tarde para aprender. Voy a comprar para el almuerzo. ¿Qué le gusta a Gina? —preguntó mientras pensaba en algo para compensarla en todo el esfuerzo que su nieta había hecho.

—Pues… le gusta mucho la tortilla española… —respondió desconcertado ante la pregunta, mientras acariciaba su cabeza con molestar.

—Oh perfecto, iré a comprar las patatas, ¿Algo más? ¿Un postre?

David levantó una ceja y suspiró.

—No me la malcríes…

—Oh, vamos, soy la abuela, es lo que debo hacer —dijo entre una risita amistosa.

Luego se fue de la casa con unas bolsas a mano y su billetera.

♦ ♦ ♦

Gina se encontraba sentada delante de una mesa que desbordaba en libros en el estudio de Florencia. Era una habitación completamente de madera con tres estantes altos llenos de libros de todo tipo, mientras que al fondo pudo encontrar una mesa alargada y otra mesada contra la pared, pero esta última con herramientas de laboratorio, como un microscopio, e incluso algunas herramientas de herbología.

La pelirroja ojeaba entre libro y libro buscando algo relacionado a Lilith. Para su desgracia, no encontró ninguno ya que la mayoría no eran de crítica, sino recetas. Además la mayoría estaban en italiano, por lo que debía dejarlos aparte para que su padre o Flor se lo tradujeran.

Pero había un libro en particular que le llamó la atención, no sólo porque estaba escrito en distintos idiomas, sino por su contenido. Estaba compuesto por listas, explicaciones e incluso ilustraciones de cómo se debía sobrevivir dentro del Limbo, incluso había elementos para la defensa contra demonios.

Qué extraño tener un libro de este tipo, ni siquiera tiene nombre del autor, pensó. Lo cerró para guardarlo, pero se percató de una pequeña hoja que cayó al suelo.

La observó confundida y se agachó para leerla:

«Estante tres, altura dos, línea cuatro.»

Entrecerró los ojos tratando de entenderlo, para luego dirigir su mirada al tercer estante, y se levantó pensativa con el papelito a mano.

—Umm, a ver, altura dos… ¿Qué será la altura? —se dijo a sí misma contando la cantidad de espacios del estante—. ¿Será este…? Umm entonces, línea cuatro

Buscó con el dedo apuntando a los libros hasta que vio uno de tapa dura y negra con letras doradas. En su lomo decía “mi recordo”[1] en letras doradas.

—¿”Mi rocordo”? Supongo que está en italiano… —se dijo mientras agarraba el libro y lo abría con curiosidad.

Soltó una risita al ver la foto de un niño híbrido sentado sobre el barro, hecho un desastre. Luego estalló en carcajadas al leer debajo de la foto, donde estaba escrito “David es un cerdito”.

—¿Pero de qué te ríes? —le preguntó David que se acercó con curiosidad al escucharla reír. Entonces vio la foto y se sonrojó por completo, cerrando el libro de un golpe—. ¡No deberías ver estas cosas!

—¿Por qué no? Ver a mi padre ser un cerdito… —cerró la boca con fuerza y volvió a reír.

—Aish… Bueno, igual no te salvas —dijo buscando en su billetera y sacó una foto de Gina cuatro por cuatro, de cuando ella iba al instituto—. ¡Já!

—Pero es la única que tienes de mí, no como las que tenían mis… —se quedó callada y acarició el libro con cierta tristeza—. No tienes muchas fotos mías…

—¿Qué tiene de malo? —le dijo David, sin entender.

—Pues… ¡Já! —sonrió victoriosa por haberle logrado distraer. Rápidamente, agarró el libro y salió corriendo hacia el patio, cerrando la puerta.

—¡Gina! —golpeó la puerta con ganas—. ¡Vamos! deja ese maldito álbum….

Suspiró avergonzado mientras escuchaba las risitas de su hija.

La situación anterior le dejó pensando, ya que era cierto. No tenía muchas fotos de ella, y sus padres adoptivos probablemente tenían un álbum completo.

Tendría que volver a esa casa… ya que nadie volvió a ese barrio. Espero no hayan robado los álbumes. Necesito esas fotos de mi pequeña, pensó con una mano en la barbilla y sentándose en el suelo contra la puerta cerrada.

Mientras tanto, al otro lado de la puerta, Gina estaba sentada sobre la vereda de cemento antes del césped. Miraba las fotos viejas que Flor tenía guardadas, hasta que vio una especie de folios con hojas viejas y escritas a mano con una letra en cursiva muy delicada, incluso bastante redondas y algo alargadas.

—¿“Mis viajes al Limbo fueron unos planes desastrosos”? —leyó, abriendo sus ojos por la sorpresa. Rápidamente siguió la lectura para saber qué más decía sobre el Limbo.

«Me costó un buen tiempo buscar la manera de entrar, y al parecer, la iluminación es un poder que a un humano le puede costar la propia vida. Perdí a mi…

Fue una verdadera mierda, tuve que sacrificar lo que más amaba y aún así, llegué a un desierto lleno de frialdad, monstruos, y… odio, muchísimo odio.

Solo pude hablar razonadamente con un extraño demonio de cuerpo deteriorado. Estaba acostado en el suelo, y era una bestia demasiado notoria, estoy segura que esa cosa medía más de cuatro metros…

No tenía intenciones de comerme o asesinarme, sino de charlar. No recuerdo su nombre, ni siquiera sé si realmente era un demonio. Esa cosa tenía emociones, lloraba, suplicaba, pero más que nada… se odiaba intensamente a sí mismo.

Siempre me decía que extrañaba a sus hijos, y que hubiera intentado hacer cualquier cosa para mejorar las cosas. Pero me contaba que era imposible…

No entendí mucho, pero aquel demonio era muy deprimente. A veces me contaba cosas aleatorias de Dios, incluso cómo Él veía con buenos ojos a todos.

Pero desde que cayó en la perfección absoluta, le tenían miedo.

No sé cuántos años habrá tenido ese demonio pero parecía que el Limbo hacía de las suyas al deteriorar su cuerpo. Ya que el lugar está lleno de almas humanas que van haciéndose más transparentes cada día, hasta finalmente aceptar su destino y desaparecer por completo.

En cambio, hay otras almas que…»

El resto de esa misma página estaba tachada, pero seguía en otra hoja.

«El pobre demonio desapareció. Me desperté sin su presencia, y solo pude ver un enorme camino de arrastre. Aunque lo intentara seguir, él nunca me dio una respuesta exacta de mis dudas… Y como no tuve mucho que estudiar allí, decidí irme.

No tuve noción del tiempo, volví con el mismo cuerpo joven a mi mundo. Por lo que logré entender, el Limbo es un lugar donde el tiempo no existe. Todo está congelado, y por eso, hay inmortalidad solo para aquellos que han visto todo.

Fui seguida en busca de detener los agujeros, pero nunca encontré nada. Y mientras mantengo un cuerpo congelado que envejece demasiado lento…

Pero lo que más me duele haber perdido al intentar entrar al Limbo fue mi… mi…. bebé.»

Aquellas viejas hojas estaban manchadas y arrugadas, incluso tachadas. Gina no sabía cómo reaccionar al respecto, pero sintió que leyó algo que no era de su incumbencia.

Se levantó con cierta presión en el pecho, sentía algo frío y seco al leer aquellas hojas en folios.

Abrió la puerta y se sobresaltó al ver a su padre caer contra el suelo.

—¡Ahg! Podrías haber avi… —su rostro de enojo y queja cambió a uno preocupado al ver el desánimo de su hija—. ¿Qué pasó?

—Creo que… no debí mirar esto, es algo privado —dijo con sinceridad mientras suspiraba con tristeza.

—¿Um? ¿Hablas del álbum…? —Lo agarró con curiosidad pero Gina negó y lo apretó con fuerza—. Che [2]… tranquila… conozco a mi madre bastante bien, probablemente guarda cosas suyas en este álbum

—Pero no debí leerlo, me metí en su vida privada… —dijo con cierta culpa, agachando la cabeza.

David la miró con ternura al ver un lado de su hija todavía inocente. A veces ella podría llegar a ser demasiado buena.

—No pasa nada, no se lo diré. Guardaré esto dónde estaba, ¿sí? —Ella asintió.

Él camino directo a la biblioteca para guardarlo, pero antes de hacerlo, lo abrió con curiosidad. Observó las fotos con cierta melancolía, muchas sobre él haciendo locuras con su transformaciones, además de jugar o ensuciarse constantemente.

Sonrió al ver una imagen de su madre sonriente ayudando en la cocina, y recordó que a esa edad había conocido a Marcos. Siguió pasando las fotos y su sonrisa se fue borrando poco a poco. Encontró varias imágenes de él junto a Marcos, jugando en el patio con la pelota, otras donde se la pasaban mirando la televisión.

Decidió adelantar las fotos, y vio una donde eran adolescentes. Cerró el álbum de un golpe, intentando olvidar el momento que más le dolió en su adolescencia.

En ese momento escuchó la puerta abrirse y la voz de su madre anunció su llegada, así que guardó el libro y salió para saludarla.

—Eh, ¿te ayudo con el almuerzo? —le dijo con una sonrisa mientras agarraba un delantal de la cocina.

—Oh, me encantaría. Hace mucho que no pruebo tus delicias —le contestó Flor pellizcando su mejilla. David hizo una mueca pero suspiró y agarró las patatas para ayudarla. Se acercó a los cajones de la alacena y sacó un cuchillo para comenzar a pelar.

—Pondré la mesa… —dijo Gina, entrando de repente al cuarto y atando su poco cabello para que no le molestara. Una vez lo logró, se dirigió a los cajones para sacar los cubiertos.

—Oh, gracias pequeña, y pues… ¿Encontraste algo en los libros? —preguntó la otra mujer en la casa mientras ponía el aceite a calentar.

—Emm… —La joven enrolló mechones de cabello, intentando pensar una mentira o una verdad sin mucha información—. Pues, solo encontré un libro de cómo sobrevivir dentro del Limbo pero me pareció curioso. ¿Tienes un plan relacionado a eso?

—Oh, pues… pienso entrenarte para ello, como dije antes. Ya que controlar la iluminación no es fácil, y mucho menos para ti, con emociones un poco inestables y más con tus habilidades. Por ahora, solo practicarás

—Espera un momento, ¿harás que MI hija entre al Limbo? ¿Qué hay de mi? —dijo David poniendo a freír las patatas mientras miraba a su madre, incrédulo.

—¿Y para qué creías que iba a entrenarla? Además, tú estás aquí por otra cosa. No puedes entrar, los híbridos no sobreviven tanto tiempo ahí adentro. Y si te pasase algo… —Flor sintió su voz quebrarse al pensar en la posibilidad, por lo que le dio la espalda y se puso a revisar las patatas cociéndose en el aceite hirviendo.

—¡¿Y dejarás a mi hija sufra en mi lugar en ese lugar lleno de muertos y demonios?!  —estalló David, apagando rápidamente el fuego para concentrarse en la conversación.

Al ver que su madre no se giró hacia él, estiró la mano para darle la vuelta y mirarla a los ojos.

—¡No durarás ni un día ahí adentro, Martín! —susurró ella, en un tono derrotado y con tristeza en sus ojos. David vaciló, ya que su intención no era entristecer a su madre, pero estaban hablando de su hija. Gina era todo lo que tenía, no podía dejar que corriera en peligro.

Sin embargo, no podía negar que la pelirroja era una muchacha independiente y que, de escuchar lo que Flor planeara, terminaría aceptando si con ello podía ayudar a otros. Ese lado de Gina le llenaba de orgullo y no le disgustaba alentarlo, pero cuando la situación no la llevara a una dimensión perdida y sin que pudiera ayudarla.

—Papá… —intervino su hija, aprovechándose del momento en que el hombre titubeó e intentando que no se pelearan, dio un suspiro y se acercó a él para abrazarle—. Se que no sabemos todo el plan, y aún Flor nos está dando lo posible para hacerlo, como también el tiempo para asimilarlo… pero papá, es ahora o nunca terminar con todo este infierno. Si no lo intentamos, ¿quién lo hará…? Los híbridos viven bajo psiquiátricos como personas locas de remate cuando solo… solo quieren amor familiar. Una casa, padre, madre… Soy afortunada de tenerte, de conocer a Flor… pero no todos tienen la misma suerte. Quiero hacerlo, sin importar cuanto duela, cuanto sufra… quiero una vida tranquila para nosotros —agarró sus manos con fuerza para transmitirle su determinación.

Flor la observó en silencio y conmovida porque la haya ayudado, pero aun así, la tensión entre madre e hijo dejó a los tres incómodos. Terminaron de preparar la comida y almorzaron en completo silencio, sin dirigirse una palabra.


[1] Traducción: “Mi recuerdo”.

[2] Che: es una expresión argentina que se usa para llamar la atención de alguien, sin nombrar su nombre

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