Oso de Nieve – Capítulo único

Escrito por Bee

Asesorado por Maru

Editado por Tanuki


No recuerdo con exactitud cómo inició mi existencia, solo un pequeño destello y de repente, ahí estaba yo. Tardé un poco en comprender que mi conciencia seguía viva aún cuando mi cuerpo moría, una y otra vez, volvía a nacer. Pasaban los años y creí haber visto todo lo que había por ver, además no me preocupaba demasiado por el mañana. Pero no era así.

A través de una tormenta de nieve fue cuando por primera vez te vislumbré. No reconocí qué clase de criatura eras, no eras grande como una morsa, tampoco te veías como un ave y no eras uno de los míos. Te veías pequeño y vulnerable, pero mi instinto me decía que no debía fiarme de ti. Te observé con cautela mientras me devuelves una  mirada de miedo y desesperación. Fue silencioso, casi como si quisiéramos ignorar que nos habíamos encontrado, aún cuando tu pequeña figura se mecía con brusquedad por la fuerza de la ventisca helada, nunca apartaste tus ojos de mi, yo tampoco lo hice. Nos quedamos así, hasta que llegó el momento de mi partida, decidí que no había razón de un enfrentamiento y te di la espalda. Supongo ese fue mi error.

Llegaste a mí con una velocidad que no me esperaba. Para ser tan insignificante supiste reaccionar con rapidez y precisión, lograste dañarme sin dientes ni colmillos, pero no eras un rival para mí. Ese fue tu error. Lamiendo mis patas manchadas de una calidez rojiza, seguí adelante. Mi vida continuó en la naturaleza, y así como comenzó alguna vez, llegó a su final. El fin del ciclo.

Renací, un nuevo ciclo de vida en este inmenso mundo helado, y al ser infante otra vez, sentí de nuevo esa curiosidad que había dejado atrás, aventurándome en el blanco paisaje. Nos volvimos a encontrar, pero esta vez eras aún más diminuto, adorable, gentil y te veías completamente vulnerable. Yo tampoco era el mismo, y aunque en nuestras vidas pasadas nuestro encuentro fue violento, creí que podríamos iniciar de nuevo.

Juntos jugábamos hasta que la luz de la luna marcaba nuestra despedida, cuando prometías volver el siguiente día. Buscando tener una conexión contigo, te compartí secretos como nunca lo había hecho con nadie, desde la mejor ubicación para pescar en los lagos de cristal, hasta refugios de las mortíferas tormentas de nieve.

Todo te lo dí, tal vez por eso la sorpresa y el dolor de verte llegar con otro como tú, uno más grande, más rápido, uno que pintaría de rojo la nieve con mi sangre.

En mi siguiente vida estaba decidido a odiarte, a no anhelar estar contigo otra vez, vivir solitario en mi nevado hogar, pero pasando el tiempo, las ventiscas no llegaban, el hielo se partía y la comida escaseaba. Mi mundo se acababa, huía del final, cuando fui capturado por tu brutal especie. No tenía salvación, ni energía para desearla.

De ti nunca me olvidé, cuando me encontraba lleno de heridas marcadas por tus hermanos, y me llenaba de rencor, apareciste cuando muchos de los tuyos buscaban mi muerte, me salvaste y pusiste tu vida en riesgo. Estaba tan confundido, te veías más grande y hermosa. Tu mirada poseía determinación y un amor que no se podía negar.

Llegué a creer que mis sentimientos te habían llegado y que por fin me habías respondido, pero cuando todo marchaba bien entre tu y yo, el mundo se interpuso.

Sabía que temías por mi supervivencia, era demasiado el calor, la falta de comida, ya no había hielo y las tormentas de las que me tenía que proteger también me habían abandonado, pero lo que más me dolían eran tus lágrimas y sufrimiento. No lo soporté y tuve que dejarte para iniciar un nuevo ciclo, pero esta vez, lo haría distinto.

En mi vida actual fue mi elección buscarte, quería mostrarte en lo que me había convertido para continuar a tu lado, me acerqué de poco a poco a las tierras en donde tu especie convive, esperando cruzar miradas con aquel ser que me había salvado, pero nunca apareciste, y esperando por ti, seguì mi camino errante, anhelando tu llegada.

Al final, antes de que tuviera que reencarnar de nuevo, te encontrè, pero en el momento en que nos encontramos frente a frente, tu ya no pudiste reconocerme. Mi pelaje antes blanco como mi hogar natal, ahora agonizando por su destrucciòn, por mi elecciòn a sobrevivir en un nuevo hàbitat, se ha tornado de un color marròn como los àrboles que ahora me acogen, como un refugiado que escapa del caos.

Parecía como si no estuviera frente a ti, viste a través de mi y te fijaste en otro. En un oso más blanco. Cuando por fin me miraste lo único que transmitías era dolor y lástima, ¿acaso mi nuevo color no te parece? Es cierto que ya no soy color de nieve, pero hice lo necesario para estar contigo. ¿Por qué parece que soy el único que hace algo para salvar y mantener esta relación?

¿Por qué solo aprecias lo que queda de mí y no haces nada para rescatarme?

Ojalá nunca te hubiera amado, sin embargo, sigo esperando el día en que me ames tanto como para salvarme.

FIN.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *